Vari Caramés, cuarenta años capturando lo insólito

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Vari Caramés

El fotógrafo ferrolano inaugura una gran exposición en Madrid en la sala Canal de Isabel II que recorre toda su trayectoria

09 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo, nada, siempre. La contradicción es solo aparente. Es más, el título de la exposición ya refleja la permeabilidad de sus lindes. Y es que todo fluye en la obra de Vari Caramés (Ferrol, 1953), con una naturalidad líquida. Quizá no resulte casual que sea la sala Canal de Isabel II —una bella edificación de ladrillo, antiguo depósito elevado para el suministro de agua urbano— la que promueva su gran exposición en Madrid, que se inaugura este jueves 10 de febrero y permanecerá abierta hasta el 24 de abril. El proyecto comienza en la planta primera, donde se puede ver su serie Nadar casi completa y concluye en la última, la de la cúpula, en la que se proyecta en bucle su película de siete minutos sobre el agua y los nadadores, «una metáfora —explica el autor— sobre el avance, el esfuerzo, la necesidad de no hundirse», que realizó expresamente para esta muestra y que funciona como colofón.

Vari Caramés

Comisariada por Blanca Berlín y Nerea Ubieto, brinda una amplia perspectiva de la obra de Caramés durante más de 40 años de trabajo, 40 años persiguiendo lo insólito en la ruidosa selva de lo cotidiano. El fotógrafo, aunque no renuncia a exhibir su producción, rechaza la retrospectiva al uso, que ya había abordado en anteriores ocasiones, por lo que en la construcción de su relato no manda el orden cronológico ni el formal.

Para Ubieto, esta huida de la rigidez está expresada ya en el título, que se edifica sobre «tres conceptos que hablan de la obra de Caramés, grandes cajones que además son de fronteras muy lábiles». El algo, explica, insinúa la posibilidad de percibir que ofrece la imagen, que es brumosa, desenfocada, no está claro lo que es, no se define nítidamente. «Lo que representa indefinición para el espectador, para el artista es la capacidad de encontrar, de extraer lo mágico de lo que pudiera parecer ordinario».

Vari Caramés

A todo ello nada podría entenderse que supone una oposición feroz, pero no. «Para detectar ese algo —prosigue Ubieto—, hace falta desprenderse del ruido, viajar hacia la nada. Y tenemos además el otro significado, el imperativo del verbo nadar, lo que está presente en la producción de Vari, la incitación constante al espectador a imbuirse, a que se sumerja en la obra, a bucear en esta exposición. Y siempre sin condicionarlo, incluso sus series —que son para él una obligación, solo para poder ordenar su producción— trabajan con conceptos tan amplios que podrían ser intercambiables en muchos casos».

Por último, siempre, que anuncia la atemporalidad de su obra. El autor escapa incluso de datarla y hasta hay ocasiones en que él mismo no sabe bien el año de elaboración. No quiere imponer una lectura. «Si entras en la obra accedes a una ensoñación sin tiempo, sin lugar, sin sujeto. Su característico desenfoque contribuye a la identificación del espectador con la imagen, que reconoce en ella sus propios sueños y la incorpora a su imaginario. En tal sentido, con ese convite a la apropiación, Vari es un fotógrafo muy generoso», elogia Ubieto. Con siempre, añade, se está apelando igualmente al peso que el recuerdo, la memoria y los sueños tienen en la fotografía del creador gallego.

Vari Caramés

En el recorrido que finaliza en la cúpula, el espectador realiza un viaje temporal que se inicia en la primera planta con los veinte años de inmersión en el blanco y negro (1980/2000), «un gabinete de curiosidades —anota el autor— en el que hay pinceladas de los distintos trabajos». La segunda altura reúne una selección de las series a partir del 2000 en que ya utiliza el color, con imágenes de mayor formato (Color, Miraxes, Tránsito, Escenario y Recreo). Para el tercer piso quedan las dos últimas series del fotógrafo, Pasatiempo (incluido su filme en super-8) y Lugares, que había alumbrado un hermoso y premiado fotolibro que diseñó y editó Fabulatorio, sello gallego que, por cierto, se encarga del catálogo de la exposición madrileña.

«Esta exposición es mi retrato como fotógrafo»

Vari Caramés hace fotos «desde chaval». A los 15 años su padre le regaló una Voigtlander manual, pero no fue hasta la década de los 80 cuando se puso «en serio». Por eso, quien visite la sala Canal de Isabel II, dice, que acoge obra realizada en el período 1980-2022, se topará con «una exposición que es mi retrato como fotógrafo, con 42 años de trabajo», subraya para dar un respingo entre nostálgico y humorístico. Y confiesa «sentir orgullo y gran satisfacción» por el resultado, que le sugiere una conclusión: «Las fotos han envejecido maravillosamente bien. El tiempo las ha tratado con dignidad». Porque, arguye, él nunca ha buscado con la cámara «la sensación de actualidad, sino atemporalizar las fotografías, deslocalizarlas, virándolas al selenio, al sulfuro, al sepia». A Caramés le interesa la esencia de la imagen, no lo real, la zona, el lugar o el momento. Su labor consiste, apunta, en contar sueños, evocar lo perturbador, dibujar otros mundos, desvelar la poesía, el misterio, convencido de que «lo exótico vive dentro de nosotros, no hay que ir a un país lejano. Como decía Cortázar —recuerda—, la fotografía es una ventana a lo insólito».