Mabel Mallo: La formadora que sí le dice al jefe que no lo está haciendo bien

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Orgullo Barbanzano | La ribeirense, que asesoró a directivos de todo el país, coordina ahora grupos de trabajo en Amazon

21 dic 2020 . Actualizado a las 12:22 h.

Que Mabel Mallo Pérez (Ribeira, 1994) acabará dando charlas TED con un título similar a Por qué no debes gritarle a un trabajador si quieres que sonría es solo cuestión de tiempo. Porque ella sí ha tenido la valentía de decirle a ejecutivos de algunas de las mayores empresas del país que no, que no estaban haciendo bien su trabajo: «Tener a tu gente contenta no es solo pagarles bien. La gente valora más cosas. Poder ir a buscar a los hijos al colegio, que haya un buen ambiente en la oficina, salir de trabajar y tomarse unas cañas con los compañeros...». Lo suyo es formar, cohesionar, crear ambientes laborales donde la nómina no sea lo que lo mueve todo. A sus 26 años coordina grupos de trabajo para una de las grandes empresas del mundo, Amazon, donde pone en marcha equipos en los centros logísticos de Alcobendas, Leganés y Getafe. El paquete que le llegará mañana lo hará en parte gracias a ella.

Pero antes de firmar por el gigante americano, se formó en Psicología en la Universidade de Santiago de Compostela. Eso sí, sabía que no duraría demasiado en la tierra que García Márquez definió como la de las «lluvias feroces y los vientos eternos». «Necesitaba un cambio. El clima me mataba. Levantaba la persiana y sabía que tendría que ir cruzando riadas para llegar a la facultad», explica entre risas. No fue lo único que la motivó a cambiar Galicia por Madrid: «Sabía que iba a encontrar más salidas laborales, más oportunidades».

Y lo cierto es que no tardó en hallarlas. Se especializó en la Universidad Complutense con un Máster en Dirección y Desarrollo del Talento y vio al instante que aquello sí era para ella: «El mundo de la empresa me tiraba». El flechazo lo completó una profesora que ejerció de Cupido para que empezase a trabajar en su empresa, Grooooow, una consultora con la que comenzaría a impartir cursos a directivos de compañías como Banco Santander, Lidl o Inditex: «Me curtió mucho. Era una mujer joven, que venía a decirles a gente mucho mayor lo que tenían que hacer en el trabajo. Creo que lo que más aprendí fue a improvisar y a salir de apuros [ríe]».

Cada grupo, un reto

Al Banco Santander le gustó y no tardaron en llamarla para que siguiera impartiendo formación: «Hay gente que te lleva la contraria. Que te pregunta que a cuántos trabajadores has echado en tu vida. Tienes que adaptarte, ver sus circunstancias de vida. No puedes explicar un mismo contenido a una persona de 50 años que a un millennial . Tienes que tratar de causar un impacto, no soltar una chapa y marcharte. Eso es lo que me gusta de la formación. Cada grupo es un reto y, además de enseñar, tienes que aprender». Adaptarse o morir, que reza el refrán. «Be water my friend», que diría Bruce Lee.

Antes de firmar por Amazon, Mallo también empezó a impartir clases en la Universidad Complutense: «Fueron charlas a estudiantes de grado que no veían ni futuro ni salidas laborales e intenté ayudarles». El destino quiso que también se las diera a miembros de las Fuerzas Armadas: «Eran de motivación y satisfacción personal. Pensé ‘me van a comer’, pero al final encuentras la manera de llegarles».

La llegada

Y la vida, que da mil vueltas, la colocó en Amazon, la empresa con la que siempre había soñado, cuando ella estaba a punto de firmar en otra: «Tenía que empezar en esa el lunes después del estado de alarma. Era un trabajo muy presencial y les dije ‘Lo dejamos para otro momento, no?’ [ríe]». Ese fue el inicio de su primer momento de calma tras muchos años de pura montaña rusa. «Me vi sin hacer nada y me matriculé en dos máster y saqué un diploma de inglés», explica entre risas: «Me relaja, es mi manera de desconectar».

Sin demasiada fe en regresar pronto al mercado laboral, encontró una oferta de Amazon: «Pensé en tomarme un par de meses sabáticos y buscar trabajo en septiembre u octubre, cuando las cosas estuvieran más tranquila. Pero fue todo súper rápido. Tuve una entrevista y a la semana siguiente ya estaba trabajando en Amazon».

Desde ese instante, por delante suya han pasado productos de todo tipo, desde miles de piscinas y ventiladores durante los meses de verano, a «libros y robots aspiradores ahora. Ves como cambian las demandas de la gente. La pandemia afecta mucho al comportamiento de compra. Y aquí estoy aprendiendo muchísimo, todos los días. Me veo echando raíces».