La proyeccionista betanceira de un «Cinema Paradiso»

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

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Carla trabaja en un cine de Granada que aún proyecta con rollos analógicos. Ayer reabrió tras un mes cerrado por la pandemia

19 dic 2020 . Actualizado a las 23:21 h.

Lleva algo más de un año en Granada, donde pasará la Nochebuena. En una Navidad normal estaría preparando el viaje a Betanzos, su origen, para cenar el 24 de diciembre con su familia. «Este año me quedo, no pasa nada», dice Carla Blanco, la responsable de la sala de operador en un cine muy especial porque es de los pocos -poquísimos- que mantienen la emisión analógica, esa de montar rollos en un viejo proyector. Un regreso al pasado con aroma a Cinema Paradiso. Hay más: este año, el cine Madrigal, ubicado en el centro de Granada con una única sala, ha cumplido 60 años.

Carla Blanco tiene 25 y estudió Bellas Artes en Barcelona. En la recta final de la carrera empezó a «toquetear» el mundo analógico. «Compré una cámara de 16 milímetros, también me gustaba la fotografía de ese formato, de revelar en cuartos oscuros...», recuerda este viernes por la mañana, a pocas horas de regresar al trabajo tras cinco semanas de parón. Granada fue una de las ciudades más castigadas por la pandemia, con gran protagonismo en los telediarios.

Al acabar los estudios universitarios, Carla viajó a la ciudad andaluza para realizar cursos que le permitieran ampliar conocimientos en este terreno. «Y me puse a buscar trabajo de lo mío». Dejó su currículo en el cine Madrigal y en el 2019 la ficharon como proyeccionista. «Trabajo con las películas para montarlas, proyectarlas, pero somos dos, y mi compañero y yo acabamos haciendo un poco de todo, también me ha tocado vender entradas y, cuando se podía, servir palomitas», explica Carla sobre uno de los alimentos clásicos damnificados por la pandemia en las salas.

La gente viene aquí casi como en una ceremonia colectiva, para muchos da igual la película que proyectes, venir a un cine así es una fiesta

Ocurre lo mismo con el aforo de este viejo cine, con más de 500 butacas en las que ahora solo pueden repartirse de forma simultánea 120 aficionados, muchos de ellos, caras conocidas para Carla, porque este no es un lugar convencional. «Aquí se proyecta mucho cine de autor, películas que no son muy fáciles de encontrar en multicines». Como ejemplo, la que se estrenó ayer, Adam, de una directora marroquí. «Damos mucha producción francesa y también películas de países del norte de África, como Marruecos, Túnez o Argelia. Aunque la mayoría de los rodajes actualmente se hacen en formato digital, luego muchos se adaptan al sistema analógico y las podemos proyectar en el Madrigal», explica la joven de Betanzos, a quien le gusta especialmente el cine clásico y el cine experimental.

«Lo bonito de este lugar es que es un cine de barrio, construido con palcos, como en un teatro, la gente viene aquí casi como en una ceremonia colectiva, para muchos da igual la película que proyectes, venir a un cine así es una fiesta», destaca la joven brigantina.