Celsa Bolón: «En Madrid ceei coa familia Borbón»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

ANA GARCIA

Personas con historia | Un concurso de Radio Nacional le abrió las puertas a una prometedora carrera musical que al final no pudo ser

14 may 2020 . Actualizado a las 13:18 h.

A veces el destino no sigue el camino que nos gustaría, pero eso no quiere decir que el desenlace no sea igual de fascinante. A Celsa Bolón le cambió la vida un concurso de Radio Nacional Española cuando tenía apenas quince años, pero la meteórica carrera como cantante que parecía postrarse ante ella finalmente no pudo ser. Era joven y mujer, y eso no le puso las cosas demasiado fáciles.

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Comenzó a cantar con escasos nueve años y tras subirse al palco de una orquesta en una verbena encandiló a los allí presentes con su voz. Dio clases en Carballo y A Coruña hasta que con quince años ganó el certamen Desfile de Estrellas de Radio Nacional de España en la categoría de canto regional. «Foi un momento moi emocionante e que me abriu moitas portas naquel momento. Mesmo tiña a posibilidade de irme a Porto Rico, pero ao ser menor precisaba permiso da casa, e para miña nai era moi difícil deixar marchar a unha nena», cuenta Celsa.

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Casi sesenta años después está feliz y agradecida por sus tres hijos, sus nietos y bisnietos, a quienes entretiene con aventuras de sus tiempos como cantante.

Por Alemania, Francia, Bélgica o Suiza, entre otros puntos del globo, llevó su arte en la segunda mitad de siglo, compartiendo escenario con nombres como Dolores Abril, Antonio Machín o Juan Valderrama. «Parei pronto porque casei moi nova, pero estou moi contenta co que logrei e co que fixen durante eses anos. Claro está que sempre pensas iso de “se tivese feito isto ou aquilo”, pero estou contenta», dice la carballesa, que recuerda con cariño y emoción un homenaje que le dedicaron en Carballo a principios de los ochenta.

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Cuando ya compartía vida con su esposo partieron a finales de los sesenta hacia Suiza, y allí estuvieron durante diez años. «Foron tempos duros realmente. Eu traballaba na fábrica de tabaco da Winston durante a semana, e os venres, sábados e domingos ía cantar por aí. Percorrín as mellores salas de Suíza, e ata estiven na semana europea que facía o hotel Palace. Sempre fun buscando que facer, en verdade», narra esta protagonista, quien llegó a amadrinar al club de fútbol Bergantiños a mediados de los sesenta.

De sus actuaciones por teatros y salas recuerda que en una ocasión, en el Colón, les daban a elegir a modo de premio para los mejores clasificados la posibilidad de llevarse a casa «unha vaixela de Carmen Polo», explica Celsa, «pero a verdade é que na casa facían falta os cartos, e deille máis importancia naquel momento, fíxate».

Uno de sus hijos se dedica también al mundo de la música, una decisión que no la pudo hacer más feliz en su momento. Estuvo cinco años estudiando en Madrid y en un momento dado fue seleccionado por el conservatorio en el que se estaba formando para actuar en una gala organizada por Cruz Roja. Como no podía ser de otro modo, Celsa se trasladó a la capital para verle y para compartir una comida en Génova que nunca olvidará: «Estivemos ceando coa familia Borbón. Lembro que era unha paella, coa mala sorte que a min o arroz non me gustaba nada», bromea la carballesa. También recuerda que Chelo García Cortés le hizo entonces unas fotos que le encantaría recuperar: «Moito me gustaría conseguir o seu teléfono, porque me quedaron moitas fotos en Madrid que me gustaría conseguir!».

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Al final el amor quiso que su hijo decidiese quedarse por estos lares cuando estaba haciendo el servicio militar. No fue la decisión que a ella le habría gustado, pero al final logró tejerse una carrera que lo ha llevado por orquestas de la talla de la Compostela o la Mallo. «Agora estaba para formar a súa propia, pero veu todo isto e está todo parado», narra Celsa. A este respecto, asegura estar tremendamente apenada «por ver a xente que non ten nin para levar un bocado á boca. Espero que cando todo isto remate teñamos ganas aínda que sexa de cantar unha saeta e facer algo de festa», dice.

Siempre trató de colaborar en causas benéficas, e incluso estando en Suiza echó una mano a quienes emprendían el duro camino de la emigración. «Non levo pesar porque sempre axudei no que puiden e tratei de colaborar en galas e festivais para recadar para os que non tiñan», apunta la ex cantante.

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Ya en España tuvo una cafetería y se dedicó al negocio inmobiliario: «Tratei de buscar o pan como puiden», dice, «e se nalgún momento a alguén lle fixen mal, pídolle perdón». No todo fueron buenos momentos, y como errar es humano Elsa tuvo un encontronazo con la Justicia a finales de los ochenta. Agua pasada ya.

Le apena, cuenta, que no haya las mismas oportunidades en Carballo que en otras localidades; como también ve inaudito el panorama musical actual. «Como todo, a música en español está desaparecendo. Ves cantantes que dan pena e están triunfando, e outros bos están a dúas penas. Dende logo que hoxe é calquera cantante, coa de efectos que levan as cancións», concluye.