Un empresario rehabilitará la casa blasonada del Campo de San Antonio

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

CARLOS CORTÉS

La edificación fue adquirida por Evaristo Lemos, monfortino afincado en Barcelona

24 nov 2019 . Actualizado a las 21:23 h.

La casa de los Quiroga y Lago, fundada a comienzos del siglo XIX por descendientes de un antiguo secretario de los condes de Lemos, fue adquirida para su rehabilitación por Evaristo Lemos, empresario con raíces en Monforte afincado en Barcelona. Esta edificación blasonada del Campo de San Antonio, en la que se conservan elementos arquitectónicos del desaparecido monasterio franciscano, no solo servirá de vivienda para su nuevo propietario. También albergará cuadros de prestigiosos artistas -Laxeiro, Sucasas, Roberto González- y joyas bibliográficas que ha ido reuniendo en su faceta de coleccionista. Entre ellas figuran 1.200 ediciones en diferentes idiomas de las obras de Camilo José Cela, que incluyen 220 libros que le fueron dedicados personalmente por el Nobel.

Evaristo Lemos, a la izquierda, junto al escritor Camilo José Cela
Evaristo Lemos, a la izquierda, junto al escritor Camilo José Cela

«Mi idea no es hacer un museo, pero la colección estará abierta a los amigos y a otras personas que puedan estar interesadas en verla, dice Evaristo Lemos. Nacido en Monforte, su familia se desplazó a Barcelona cuando aún no había cumplido ocho años. En la actualidad es consejero delegado y presidente de la empresa logística Illaexport, que opera en la zona franca de la ciudad condal.

«Uno de mis abuelos era ferroviario y aún se conserva su casa en el barrio del Morín, pero necesitaba disponer de bastante más espacio. Mi casa de Barcelona se queda pequeña para todas las colecciones que he ido reuniendo y quiero llevarlas a Monforte», explica el empresario.

La edificación histórica que adquirió en el Campo de San Antonio dispone de 525 metros cuadrados habitables. El proyecto de rehabilitación está siendo redactado por un arquitecto sarriano afincado en A Coruña que participó en la redacción de la última propuesta del plan general de ordenación municipal de Monforte. «Son más de doscientas hojas de expediente», señala Evaristo Lemos, para ilustrar la complejidad de los trámites.

La casa blasonada del Campo de San Antonio conserva un arco de piedra del antiguo convento franciscano en su entrada principal. También se mantiene en pie la escalinata original que divide las distintas dependencias en que se divide. Según recoge el historiador local Felipe Aira en un estudio encargado por el empresario, en esta edificación llegaron a estar empadronadas en el año 1945 tres familias y un total de veintiún residentes .

Sede de una fábrica de gaseosas y garaje de una autoescuela en tiempos recientes

Evaristo Lemos siempre mantuvo vivos sus vínculos con Monforte. La casa blasonada del Campo de San Antonio le llamó la atención, según explica, por su emplazamiento y su carácter histórico. En la parte trasera existe un patio de cien metros cuadrados que linda con la finca del convento de Santa Clara. En esa parte de la vivienda pretende restaurar un corredor con arreglo a las pautas que establezca Patrimonio, al tratarse de una edificación catalogada.

La casa data de comienzos del siglo XIX y fue habitada en un primer momento por la familia de Francisco Quiroga y Rosa López de Lago, según los datos recogidos por Felipe Aira en archivos de Monforte y Lugo. Quiroga era descendiente del secretario del séptimo conde de Lemos, Pedro Fernández de Castro.

La edificación conserva la fachada en sillería en la planta principal y muros en tapial que serán preservados en las obras de rehabilitación. Los expertos que participaron en un congreso sobre esta técnica constructiva celebrado en el pazo de Tor recomendaron al empresario mantener esas paredes en tierra por su valor arquitectónico.

Un arco menos

En tiempos recientes, el bajo de la casa adquirida por Evaristo Lemos albergó la fábrica local de gaseosas Cao. Una parte de la planta inferior sirvió de garaje, por otrro lado, para la desaparecida autoescuela Celta. Las reformas que se realizaron entonces para permitir el acceso de los vehículos al interior se llevaron por delante otro arco similar al que todavía se conserva.