Un siglo abriendo Vigo al comercio exterior

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

M.MORALEJO

Alonso y Fábregas es la agencia de aduanas con más historia de la ciudad. Fundada en 1934, comenzaron su singladura con clientes de la automoción, el granito o la madera y este siglo abrazaron la pesca

22 abr 2023 . Actualizado a las 02:20 h.

En 1934, Eladio Fábregas Montero fue un captador de oportunidades que supo anticipar el futuro internacional del puerto de Vigo. Puso en marcha la consignataria Alonso y Fábregas, asociada con la familia de Álvaro Alonso durante la gerencia de su hijo, Eladio Fábregas Vázquez, que tomó las riendas de la empresa en 1965. El camino que trazaron juntos se disolvió con la entrada de España en el mercado común, cuando el negocio se contrajo con el mercado libre. Pese a la separación, «mantuvimos el nombre porque a nivel nacional ya nos reconocían con esta marca», cuenta el nieto, también Eladio, y ahora al frente del negocio transformado en agencia de aduanas junto con sus hermanos Ligia y Yago. Con casi un siglo de actividad, son los agentes con más historia del ya globalizado puerto vigués.

Como Alonso y Fábregas, apenas quedan otras cuatro operadores más en la ciudad. La disposición de sus responsables les llevó a comprobar qué pasaría si iban un paso más allá de la consignación de barcos. Así reformaron la sociedad y asumieron la tramitación aduanera de todas las mercancías que entran y salen de sus clientes en el territorio nacional. «Ante la aduana, muchas veces adelantamos el pago de los impuestos y financiamos las operaciones de los importadores», indica Eladio. Con esta decisión, decidieron confiar en compañías de Vigo, «que hoy en día son número uno en lo suyo», añade. La compañía tuvo olfato para distinguir su capacidad de emprendimiento. «De hecho, muchas de ellas nos recuerdan hoy en día que crecieron, en parte, gracias a nosotros», comentan los gerentes. Para generar valor añadido, también ofrecen en la actualidad servicios financieros fiscales y asesoramiento.

Pese a la hegemonía de la industria pesquera en el tejido económico de la ciudad, la singladura de Alonso y Fábregas no comenzó apoyándose en este sector. «Fuimos un poco atípicos», consideran. Otros sectores con músculo como el granito, la automoción, el maderero o el textil fueron su fuente de trabajo desde que se fundó en los años treinta. «Mi padre, con muy buen criterio, se especializó en envíos que la competencia no ejecutaba con frecuencia», apunta Eladio Fábregas. Pero con el paso de los años, la influencia del pescado congelado también les cautivó. Entraron por el aro hace unos veinte años. «Estando en Vigo, no debíamos mirar hacia otro lado», mantienen.

El gran taller asiático se ha convertido en el principal mercado con el que operan los clientes de esta agencia que mantiene su sede en Vigo desde su fundación hace ya noventa años. «China y su entorno», precisan. Los flujos comerciales derivados de la pesca ha colocado a Latinoamérica como otro punto importante de envíos. «Y Marruecos, que recoge el envío de mercancías de buena parte del continente africano para exportarlos a Europa, también es un territorio importante en el ámbito de la automoción», relatan. «A veces, no somos conscientes de lo importante que es esta última industria para Vigo y lo mucho que deberíamos cuidarla», sostiene Ligia. Los envíos marítimos y terrestres son mayoría, pero también han atendido urgencias de clientes que aterrizan en Peinador.

De confianza

Alonso y Fábregas es un operador de confianza. «Tras los atentados del 11 de septiembre, crearon la figura del Operador Económico Autorizado (OEA)» para fomentar la seguridad a todos los niveles de la cadena logística. Obtuvieron el distintivo tras una «extensa auditoría, de más de un año» y que implica que evalúen periódicamente su situación financiera.

Hoy en día, la plantilla de Alonso y Fábregas la conforman 26 trabajadores. Con la experiencia de casi un siglo de rodaje, en la compañía palpan las exigencias de un mercado cada vez más globalizado. «Algeciras trabaja hasta las doce de la noche y los fines de semana. Si alguno de nuestros clientes pasa por ahí, debemos estar pendientes. Hemos organizado turnos», cuentan. La burocracia también ha hecho mella. «Cada ejercicio debemos elaborar más estadísticas, más documentación, más papeleo», lamentan sobre las complicaciones en las fronteras. Ellos mismos archivan durante cinco años los expedientes aduaneros.