El concello que más ataúdes exporta de toda Galicia tendrá su propio museo

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

Jose Luis González, alcalde de Piñor, en el taller donde su padre hacia los ataúdes
Jose Luis González, alcalde de Piñor, en el taller donde su padre hacia los ataúdes ALEJANDRO CAMBA

De las nueve empresas de Piñor salen más de 30.000 féretros al año

09 abr 2023 . Actualizado a las 20:03 h.

El concello de Piñor, que tiene 1.146 habitantes, exporta cada mes más de 2.500 ataúdes a toda España y parte de Portugal. Una cantidad que sale de las nueve empresas de este sector que existen actualmente, aunque llegaron a ser trece. No hay, según apunta el alcalde, José Luis González, ningún documento o estudio que pueda atestiguar cómo y cuándo comenzó la fabricación de féretros en el municipio, aunque señala que por lo menos la actividad se remonta a doscientos años. Hoy en día es el concello de Galicia que más féretros exporta. Aunque se desconozca esta realidad es fácil adivinarla cuando se llega al municipio. Cientos de maderas dibujan la entrada de varias empresas.

Esta actividad, que actualmente da trabajo a alrededor de medio centenar de vecinos y a trabajadores de otros concellos, contará antes de que acabe el año con un museo propio, el único de estas características en la comunidad. La idea es recopilar toda la historia y los utensilios que desde hace décadas se fueron usando para la fabricación de ataúdes. El inmueble donde se ubicará está tomando forma. Se trata de una casa rehabilitada que adquirió el Concello y el proyecto se financia con apoyo de la Diputación. La inversión sera de alrededor de 110.000 euros. El futuro museo se encuentra junto al albergue municipal, en plena Vía de la Plata, para que sea una atractivo más para visitar el municipio.

«Dende que levamos gobernando —es alcalde del PP— xa tiñamos en mente facelo. Todos os concellos tiñan un museo para mostrar as súas cousas. En Ribadavia o do viño, en Cea o do pan... Queriamos buscar un edificio que estivera na Ruta da Prata, para facelo atractivo», relata el regidor. Sobre el momento en el que pensó que sería viable dice: «Cando inauguramos un área de autocaravanas, o presidente de asociación de autocaravanistas organizou unhas excusións e foron ó mosteiro de Oseira, á fábrica de papel... Preguntounos que poderían ver aquí e díxenlles que podía ensinarlles a fábrica de ataúdes e alá foron. Encantoulles, levaron unha sorpresa e preguntaban de todo. Foi entón cando vin que podería ser unha oportunidade».

Pieza de un antiguo taller de ataudes en Piñor
Pieza de un antiguo taller de ataudes en Piñor ALEJANDRO CAMBA

El edificio está casi terminado, pero queda por darle contenido. En su interior irán muchas herramientas antiguas, algunas de ellas del padre del alcalde, José Manuel González, que durante años fabricó a mano los ataúdes. También material donado por otras empresas del municipio y particulares. «Farase un depósito coas pezas numeradas para que as familias non perdan as súas pertenzas. Seguramente hai veciños que as teñen nas súas casas e non saben para que son e algún día acabarán no lixo», puntualiza el alcalde.

También ha pensado en colocar tres ataúdes que muestren la evolución en su diseño: desde la cajas a medida a las de estilo inglés. Otra idea que tenía el regidor pero que, asegura, no podrá ser una realidad era la de colocar en la ronda de salida de la autovía una ataúd enorme metálico rotulado con el nombre del que concello de Piñor, para atraer a los conductores hasta el concello.

La llegada de las máquinas al sector cambió hace cuarenta años la manera de trabajar en Piñor, pasando de una actividad casi artesanal a una industrial. Esa también es una de las razones por las que el Concello no quiere perder parte de su historia. Esa que desaparecerá cuando los que todavía la recuerdan, porque la vivieron, fallezcan.

 La pandemia

«Este concello sempre foi boiante grazas ós ataúdes. Pero cambiou moito. Meu pai fabricaba as pezas de forma manual, recordo que facía unhas vinte ó mes. Con 16 anos era tallista e ás veces cando traballaba era de noite e tiña que usar luz de carburo. Agora todo, ou case todo, o fan as máquinas», cuenta.

Hubo años, recientes, en los que el mercado chino hizo sufrir a los empresarios ourensanos. Todo hacía presagiar que había llegado el momento de tomar otros caminos. Pero llegó la pandemia. Con las fronteras cerradas y la falta de material procedente del país asiático el trabajo en Piñor se multiplicó. La muerte de miles de personas en poco tiempo obligó a abastecerse en el menor tiempo posible de féretros. «Recuerdo perfectamente la Semana Santa de hace tres años. De repente todo se paralizó y nosotros no paramos de trabajar, sin parar, también de madrugada. Unos fabricaban, otros barnizaban y para el camión. Mi hijo recorrió toda Galicia llevando cajas de noche y de día», relata José Luis. Afirma que fueron ellos, los fabricantes locales, los que sacaron las castañas del fuego en un momento crítico. «Nadie tenía suficiente mano de obra, andábamos agobiados, Fue mucho esfuerzo de tiempo y no repercutió mucho económicamente. Eran ataúdes que se hacían rápido, casi como cuando hay una guerra, con cuatro maderas», explica. El Museo do Ataúd aglutinará la historia de un sector que dio de comer a todo un pueblo y que presume de estar muy vivo.