Savia estradense para medio mundo

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

miguel souto

La cooperativa Estelas da Terra cultiva 100.000 árboles ornamentales que decoran jardines de toda Europa

20 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Estelas da Terra es una cooperativa gallega que gestiona unas veintes hectáreas de viveros de árboles ornamentales en A Estrada, Lugo y las localidades coruñesas de Touro, Santiago y Teo.

El presidente es Ignacio Taboada Suárez, un coruñés que hace años que volvió la vista al rural y regresó a la patria de su abuelo José Taboada Quintáns en Codeseda (A Estrada). Hace una docena de años Ignacio decidió aprovechar las tierras abandonadas para poner en marcha un negocio de venta en exclusiva de árboles ornamentales. «Para que esto funcione hay que ofrecer mucha variedad de árboles distintos y la maquinaria para trabajar con ellos es cara, por eso decidimos montar una cooperativa en la que fue habiendo altas y bajas y, a día de hoy, somos nueve socios», explica.

Taboada cuenta con tres fincas en Codeseda, en Nigoi y en Parada que suman tres hectáreas. En ellas cultiva magnolios, camelios, liquidámbares, cerezos péndulo, acebos, sorbus, photinias, cedros del Himalaya, perales de flor o abedules de corteza blanca. Otros socios cultivan cornejos floridos, tilias o variedades distintas de las mismas especies que crecen en A Estrada. En conjunto, la cooperativa ofrece un catálogo de más de cincuenta variedades de árboles ornamentales de calidad contrastada.

Según indica Ignacio Taboada, la crianza mínima del árbol para poder colocarlo en el mercado es de cinco años. A partir de ahí, cuánto más grueso, más se paga por él. «Los árboles se venden por calibre, no por altura. El calibre es el diámetro del tronco a un metro de altura de la tierra», explica. No obstante, cuanto más calibre, más difícil resulta de manejar el árbol y más maquinaria sofisticada se necesita. La cooperativa comparte una arrancadora de tecnología italiana que ha costado 60.000 euros y que sirve para extraer de la tierra los árboles, que se venden con su cepellón envuelto en tela de yuta y en una malla. Así viajan miles de kilómetros para ser trasplantados directamente en jardines de medio mundo.

La sociedad tiene en cultivo alrededor de 100.000 árboles. «Aunque por desgracia muchos van para leña porque la gente los quiere rectos y bien formados», dice Ignacio. De momento, vende al año hasta un millar de unidades por las que se pagan entre 100 y 150 euros, dependiendo del ejemplar. La cooperativa vende a centros de jardinería de toda España y a algunos Concellos, como los de A Coruña o Santiago, por ejemplo. En A Estrada, hay árboles de estos viveros en la Praza da Música o el parque canino. Sin embargo, curiosamente cerca del 90 % de la producción arbórea va a parar a las grandes centrales de compra de Bélgica y Holanda, que monopolizan el mercado mundial de los árboles ornamentales.

Árboles que son como hijos

«Desde allí pueden ir a parar a cualquier rincón del mundo. Incluso pueden volver a Galicia. En la Cidade da Cultura, por ejemplo, se plantaron árboles nuestros vendidos a estas centrales. Los reconozco como un padre reconoce a sus hijos», dice Ignacio.

En Galicia solo existen dos viveros específicos de árboles ornamentales, además de las empresas mixtas de plantas y árboles. No les va mal, pero les podría ir mejor si en la obra pública se tuviese en cuenta su criterio. Tanto la cooperativa Estelas da Terra como la Asociación de Empresas de Jardinería de Galicia y la Asociación de Viveristas de Galicia reivindican que en los concursos de grandes obras se licite por separado el apartado de jardinería y se valore en los pliegos la procedencia y calidad de las plantas. Según Taboada, las grandes obras suelen llevárselas grandes constructoras que apuestan más por el cemento y solucionan la jardinería con contrataciones en precario o comprando árboles a miles de kilómetros de distancia.