El queso con aceitunas fabricado en Castro de Rei por el que se pirran los japoneses

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

OSCAR CELA

La compañía de queso crema Quescrem está presente en 42 países y exporta cerca del 20 % de su producción a China

15 feb 2020 . Actualizado a las 22:45 h.

Del polígono industrial de Castro Riberas de Lea, situado en Castro de Rei, salen cada año unas 3.500 toneladas de queso crema y mascarpone elaborados por Quescrem, una empresa surgida hace solo 13 años y que hoy tiene presencia en 42 países de todo el mundo.

La fórmula de su éxito se basa en el esfuerzo y en la apuesta por la investigación y el desarrollo. También en no tener miedo a abrirse a nuevos mercados como el asiático, un territorio al que ya remiten buena parte de su producción. «La zona de exportación con mayor peso es Europa en su conjunto, pero si vamos a un país concreto, el segundo en volumen sería China, a donde exportamos entre el 15 y el 20 % de nuestra producción», es decir, unas 600 toneladas, describen en la compañía.

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Asia en su conjunto se ha convertido en un mercado especialmente interesante para la firma lucense, que el año pasado abrió una nueva veta: Japón. Hasta entonces habían tenido alguna tímida experiencia en cadenas de supermercados nipones, pero en los últimos tiempos lograron abrirse paso a nivel de industria y de hostelería. «Japón es un mercado muy grande y nos queda mucho por hacer todavía, pero estamos entrando», apunta Sergio Martínez, director de I+D de la firma y uno de los fundadores.

La estrategia

Implantarse en un nuevo mercado exige una estrategia bien definida, ya cada zona responde a unos gustos y unas necesidades específicas. Por ejemplo, en China no hay tradición de consumo de lácteos, por lo que apuestan por productos más sencillos, como puede ser el mascarpone; y en varios países de Asia perciben los alimentos europeos como muy salados, por lo que hay que rebajar su salinidad.

En el caso de Japón, por ejemplo, a nivel de sabores detectaron que productos como el queso crema con aceitunas para untar era de los que más les demandaban, y la explicación es sencilla: «A ellos les resultan atractivos los sabores de origen español. A nivel de supermercado el queso crema con aceitunas es el que más triunfa porque valoran mucho la procedencia del producto. Asocian aceituna con España y el vínculo Marca España, y por eso les resulta tan atractivo», describe Sergio.

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Pero incluso más allá de las cualidades organolépticas de los productos, a la hora de expandirse a nuevos mercados es necesario tener en cuenta otras cuestiones. En el caso de Japón, por ejemplo, adaptarse a la familias, más reducidas, y al espacio de almacenamiento de las viviendas, también menor, exigió reducir el envasado habitual y dejarlo en unos 150 gramos como máximo.

Una sociedad en China

La apuesta de Quescrem por el mercado asiático -tanto a nivel de industria como de hostelería y venta en cadenas de supermercados- es tan firme que en China han constituido una sociedad con personal propio para ampliar su estrategia de penetración. «Estamos presentes allí, pero entendemos que nuestra participación en un mercado tan grande es ínfima, que tenemos mucho margen de crecimiento, por eso hemos afrontado el reto», describe Sergio.

En plena crisis del coronavirus, Quescrem también está recibiendo algún coletazo a nivel de distribución. «Nuestro distribuidor en China necesita anticipar la demanda a tres meses, y con este problema no lo tiene claro. Por un lado necesita pedirlo para no quedarse sin él, pero por el otro no sabe qué cantidad». En todo caso, este obstáculo no va a frenar la invasión asiática del queso de Castro de Rei.

La producción para la industria y el sector de la hostelería supone el 85 % del negocio

Quescreme produce al año unas 3.500 toneladas de quesos crema y mascarpone. De ellas, el 85 % se destina a la industria alimentaria y a la hostelería, solo el 15 % llega a los supermercados para comercializarse con su propia marca. La firma cuenta con 50 familias de productos que suponen unas 250 referencias distintas, pero a nivel de venta directa al consumidor estas se reducen a 12.

La parte de innovación es clave en la empresa lucense, cuyo último lanzamiento al mercado fue un queso untable de kéfir. Llevaban cuatro años trabajando con esta gama de productos.

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A la hora de desarrollar sus alimentos, unas veces son ellos los que toman la iniciativa de crear un nuevo producto y otras lo hace a instancias de algún cliente. Esto explica que el 80 % de la innovación esté en el mercado profesional e industrial.

El ejemplo es el siguiente. No hace mucho, uno de sus clientes les demandó un queso con salmón ahumado para hacer relleno de empanadas. El departamento de innovación se puso manos a la obra y durante mes y medio trabajó para desarrollarlo de acuerdo con los requerimientos que necesitaba su cliente.

El proceso comienza con prototipos en laboratorio, remiten a la firma uno o dos kilos de tres o cuatro productos diferentes, el industrial comprueba cuál se ajusta e indica las correcciones pertinentes, y luego se hace una validación piloto. Luego avanza a la escala industrial, se hace una primera producción de unos 50 kilos para que el cliente lo teste también e su línea industrial, y cuando todo tiene el visto bueno, ya se puede desarrollar como un producto más.

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Un negocio con alfabeto global

La internacionalización de Quescrem ha llevado a la firma a implantarse en toda Europa -sus productos son especialmente apreciados en el norte del continente-, Arabia, Emiratos Árabes o en varios países asiáticos. En Corea, por ejemplo, están trabajando en su desembarco. En América Latina también están presentes en distintos territorios, mientras en Estados Unidos, la nueva política de aranceles impulsada por la administración de Donald Trump ha enfriado su proyecto. «Es algo que queremos recuperar, pero no está en nuestra mano», explican.