Granito de A Bailadora para el mundo

INTERNACIONALIZACIÓN

José Pardo

La cantera de la carretera de Covas está lejos de las cifras de antaño, pero los dueños confían en recuperarse con las exportaciones

18 may 2018 . Actualizado a las 10:52 h.

En el kilómetro 4 de la carretera de Covas, en plena subida de A Bailadora, los ojos de los conductores siempre se van a uno de los costados. Allí está, desde 1957, la que hoy en día es la única cantera de grandes dimensiones de la zona. Desde fuera solo se aprecian montones de áridos, pero no se ve prácticamente nada de su extensión. Ocupa unas 60 hectáreas, aunque, eso sí, la actividad está lejos de los picos de producción derivados de la burbuja inmobiliaria, que en los primeros años de este siglo llevó a la empresa, Canteiras Ferrolana, S. A., a facturar más de dos millones de euros, mientras la previsión para este año es de unos 400.000, un 75 % menos de aquellas cifras.

Sin embargo, la vía de la exportación parece ser una ventana más que interesante para los propietarios, que ya comercializan el granito de Covas en Francia, Rusia, los Países Bajos, Sudamérica y, posiblemente dentro de poco, también África.

«En este momento no hay oferta pública ni privada y eso lleva consigo que la venta haya bajado un montón», valora Roberto Rodríguez (Ferrol, 74 años), que lleva como dueño desde 1982. Ocho personas «representativas» de Ferrol, explica, fueron los fundadores hace 61 años. Más adelante entrarían los hermanos Cobelo y su familia, que finalmente acabaría quedándose con todo.

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A finales del último año, los tres hijos de Roberto -uno con su mismo nombre, Fernando y Marianela- pasaron a ser copropietarios, con un 5 % cada uno, y serán los que busquen dar continuidad al negocio. «Siempre me gustó el mundo de la construcción. Tenemos ganas de coger el relevo para poder sacar adelante la empresa y darle una vida larga», expresa Fernando, el más implicado en la compañía, que se toma con optimismo el futuro. «Hay posibilidades y las primeras experiencias internacionales han sido positivas», comenta.

Envíos por vía marítima

Los áridos y la escollera de Covas se encuentran, dice, en una situación privilegiada para su envío a otras partes del mundo por vía marítima. Por un lado, porque la ciudad está en una esquina bien ubicada y, a nivel interno, porque tienen cerca el puerto exterior, desde donde parten la mayoría de los pedidos. Además, pronto se añadirá el acceso ferroviario. «Intentar abrir nuevos mercados es fundamental para poder mantener este tipo de industria», añade Fernando.

Los pedidos se dirigen sobre todo al sector marítimo, para protección de costas y de puentes, seguridad submarina, eólica offshore y un largo etcétera. «Es una materia primera muy necesaria, siempre va a hacer falta», señala Fernando. Mientras antes la cantera producía más áridos -piedra pequeña-, ahora la especialidad, por la demanda, es la escollera, que va de los 5 kilogramos a más de 10 toneladas por pieza.

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«Pesamos piedra a piedra para llenar barcos de hasta 40.000 toneladas. Por la exigencia que piden en el producto, a veces parece que producimos oro», agrega el dueño. El material de la ensenada de A Malata o de la carretera de la Trinchera provino, por ejemplo, de aquí.

Nueve empleados

En la cantera, además de los dueños, hay en la actualidad nueve empleados. En los mejores tiempos, la plantilla rozaba la treintena. «Nos encantaría no echar a la gente, pero es mejor que trabajen nueve que que no lo haga ninguno», dice Roberto, que echa sobre todo la culpa a las administraciones. Al año pagan unos 700.000 euros de gastos fijos, unas cifras «que obligan a colaborar a que esto cierre».

De hecho, cuando antes se realizaban cuatro voladuras al mes, ahora esa cifra es al año, y a veces ni eso: desde hace ocho meses no se escucha una explosión en el frente de la cantera -cada altura tiene unos 15 metros-. Allí es donde comienza el proceso. A continuación, se transporta al molino primario, uno de los más grandes de Galicia, de 25 metros de altura. De allí cae, sale por unas cintas y el granito gris biotípico se divide por medidas. Después va pasando por más molinos y por las cribas, hasta que va acabando en los diferentes montones. El encargado, Iván Gómez, con 17 años de experiencia, cree que lo más duro es la meteorología, al trabajar en el exterior. «Y la maquinaria pesada, que esto no es una relojería», bromea. Según Roberto, hay cantera «para 5.000 años más».

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