Manolo González, técnico gallego del Espanyol: «He tenido que picar mucha piedra»

LUIS CONDE MONFORTE / LA VOZ

DEPORTISTAS

Abraldes

El técnico de O Courel trabajó de conductor de buses antes de llegar a la élite

02 jul 2024 . Actualizado a las 13:35 h.

El mes de marzo del 2024 supone un antes y un después en la carrera como entrenador de Manolo González (O Courel, 1979). Este gran apasionado del fútbol se convirtió en técnico del RCD Espanyol tras la destitución de Ramis. Asumió el reto más importante de su periplo deportivo: reconducir la trayectoria en la liga del equipo perico y ascenderlo a Primera División. Y cumplió. En 16 partidos en Segunda logró 6 victorias, 9 empates y tan solo encajó una derrota. Estos registros llevaron al Espanyol a dar el salto a Primera División. Y la guinda al pastel lo puso el consejo de administración del club blanquiazul, que lo renovó. O Courel tendrá por primera vez un entrenador en Primera División.

—¿Cómo fue su reacción cuándo le propusieron entrenar al Espanyol?

—Esto sucedió tras el empate del Espanyol contra el Alcorcón. Un directivo me llamó y me preguntó si me veía capacitado para coger al primer equipo. Le dije que sí. Yo estaba en el filial, equipo que hacía un gran fútbol y que estaba cerca del play off de ascenso. Supuso cumplir el sueño de mi vida como entrenador, porque yo desde que llegué a Barcelona cuando era pequeño siempre simpaticé con el Espanyol. Una persona que se dedica a entrenar siempre tiene como objetivo llegar a un club profesional, y yo lo he cumplido.

—De usted se puede decir que representa al gremio de entrenadores que vienen de abajo.

—Así es. Para llegar hasta aquí he tenido que picar mucha piedra. Entrené en todas las categorías del fútbol español. Y si estoy en Primera es a base de trabajo, perseverancia y conseguir buenos resultados todas las temporadas. Estoy muy orgulloso de haber comenzado en el fútbol modesto.

—¿No le impuso el hecho de tomar las riendas de un histórico del fútbol español?

—Para nada. Estoy acostumbrado a este tipo de retos, porque cuando empiezas algo nuevo ya es todo un reto. Ya sabía a lo que me exponía y a lo que venía. Había que ascender al Espanyol. Sabía que dar el salto de categoría era el objetivo aunque no me comentaran nada. El único resultado válido era subir. Y lo logramos, porque fuimos capaces de hacer un equipo, un grupo cohesionado y conseguir que los futbolistas creyeran en nosotros y en nuestra idea.

—¿Cuál fue el momento más delicado?

—La racha de cinco empates consecutivos. Pero reaccionamos bien. Además, hay una cosa clara, y es que no construimos las cosas a través de resultados, sino que lo hicimos a través del juego y del convencimiento. Y eso fue determinante para el ascenso. Ascender no fue fácil, porque el nivel de esta Segunda era muy alto y había mucha igualdad.

—¿Qué es lo que más le molestó de las críticas?

—Lo que más me molestó y peor me sentó fue que me llamaran «mediocre». Es muy despectivo y algo que yo jamás diría a nadie. Y usaron este término por el hecho de que yo soy un entrenador que llegó de abajo.

—¿Le dio muchos dolores de cabeza la prensa?

—No, porque ni leo periódicos, ni escucho la radio ni tengo redes sociales. Durante estos tres meses incluso dije en mi casa que no me comentaran nada de lo que se decía de mí.

—¿Le enfadó que se dijera de usted que no tenía experiencia?

—No. Unai Emery y Marcelino vienen de abajo. Cualquier equipo ficharía hoy con los ojos cerrado a Emery, aunque cuando comenzó no pasaba eso. Estas cosas no pasan ni en Alemania ni en Inglaterra. Pero, por desgracia, España es un país de estereotipos, y en fútbol también ocurre.

—Usted también fue jugador e incluso vistió la elástica de la selección catalana.

—Sí, fue una etapa bonita. Allí coincidí con futbolistas de la talla de Gerard López, Gavi y De Lucas. Sufrí una lesión muy grave con 21 años y tuve que dejar el fútbol. A partir de ahí me dediqué en cuerpo y alma a la faceta de entrenador.

—Después del ascenso mucho se habló de su futuro e incluso desde algunos sectores se dijo que usted no sería el entrenador en Primera, ¿le sorprendió que lo eligieran finalmente?

—El director deportivo fue el que me trajo y el que ha apostado por mí, y todo por el trabajo que hemos hecho. Estoy contento e ilusionado.

—Vaya reto le espera. ¿No le da vértigo llevar este trasatlántico en Primera División?

—Para nada. El reto es apasionante e ilusionante. No me asusta entrenar en Primera División. Cuando empiezas en cualquier categoría ya es un reto.

—Hay que entender que la permanencia es el objetivo.

—Así es. La permanencia es la prioridad para dar estabilidad al club. Pero hemos de ser ambiciosos, porque la ambición siempre ayuda. Ya estamos preparando la temporada.

En corto

Manolo González es una persona que destaca por su humildad y sencillez. Su pasión es el fútbol, pero no descuida a la familia, que es su soporte. Y no olvida O Courel, la tierra que lo vio nacer. Le gusta viajar, aunque este verano no tendrá tiempo para el ocio. Tiene mucho trabajo por hacer en su RCD Espanyol. Y no renuncia a cumplir otro de sus sueños: entrenar al Lugo.

—¿Sigue presente en su mente entrenar al Lugo?

—Fue un sueño y un deseo que tuve siempre, pero a estas alturas veo que no sucederá. Es casi imposible. No quieren que vaya ahí, porque nunca hablaron conmigo. Pero entrenar al Lugo y en Galicia sería bonito.

—¿Qué recuerdos tiene de aquellos veranos en O Courel?

—Muchos y bonitos. Recuerdo lo bien que lo pasábamos cuándo íbamos a las fiestas o jugábamos al fútbol entre parroquias. Aquellos veranos en plena naturaleza, inolvidables.

—¿Hace tiempo que no va a O Courel?

—Sí. Y me gustaría, pero cada vez es más complicado. Ahí tengo amigos y familia.

—¿Qué recuerdos le quedan de su etapa conduciendo autobuses?

—Una etapa de mi vida bonita. Ahí dejé y tengo buenos amigos. Orgulloso de haber estado ahí.

—¿Qué deportes le gusta ver?

—Baloncesto y tenis.

—¿Qué series y películas lo marcaron?

—Gladiator, Braveheart y Prison Break.

—¿Que felicitación le hizo más ilusión?

—Las de Gerard Moreno y Unai Emery.