El hijo del Pelé de A Fonsagrada triunfa como pichichi del Real Madrid

M. FERNÁNDEZ / U. CARRERA LUGO / LA VOZ

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De izquierda a derecha, el alcalde de A Fonsagrada, Carlos López, el jugador del Real Madrid, Paulo Iago y Xosé Álvarez, en el campo de A Fonsagrada con la equipación local
De izquierda a derecha, el alcalde de A Fonsagrada, Carlos López, el jugador del Real Madrid, Paulo Iago y Xosé Álvarez, en el campo de A Fonsagrada con la equipación local foto manuel

Paulo Iago Álvarez, de 14 años, es el máximo goleador de la cantera madridista y continúa la pasión por el fútbol de su padre, exjugador de equipos lucenses

18 ago 2021 . Actualizado a las 14:33 h.

La pasión por el fútbol del joven Paulo Iago Álvarez dicen que es algo innato — «desde los dos años solo quería jugar con el balón» —, pero seguramente también lo haya heredado de familia. Es el hijo del conocido como «Pelé» de A Fonsagrada, Xosé Álvarez, y lleva años destacando en la cantera del Real Madrid. Xosé, nacido en la aldea de Cerdeira, se mudó a la capital dejando atrás una trayectoria en el fútbol local que desearía haber ido a más y ahora ve sobresalir a su hijo en el equipo blanco.

Paulo Iago nació en Madrid «con el balón en los pies». A los dos años ya se juntaba en el parque con el resto de niños para jugar y quería meterse en un equipo, pero por su cortísima edad, no pudo. Aun así, consiguió que a los tres le dejaran entrenar, pero sin competir. «A los cuatro años, justo cuando me dijeron que lo querían para un equipo, se partió la tibia y el peroné y no pudo ser», cuenta Xosé. La lesión solo supuso un pequeño parón para el joven, que un año más tarde consiguió entrar en un equipo prebenjamín federado. Durante esa temporada, con solo cinco añitos, fue el mayor goleador de su categoría de la Comunidad de Madrid. Un nivel que lo acompañaría durante el resto de su corta carrera.

Máximo goleador de la cantera

Las cualidades de Paulo Iago sobresalían entre las del resto de jugadores de su edad, así que solo con cinco años fue seleccionado por ojeadores, una edad poco común para despertar tanto interés. Profesionales del Atlético de Madrid, de Rayo Vallecano y del Real Madrid se acercaron a verlo jugar, pero finalmente fue el exjugador del último equipo, Roberto Rojas, el que se lo llevó para probarlo en el equipo. Desde entonces, el jugador de raíces fonsagradinas destaca notablemente entre los canteranos madridistas.

Actualmente es el máximo goleador de la cantera del Real Madrid, con más de 150 goles. De hecho, este verano firmó contrato con una de las agencias de representantes de futbolistas más importante del mundo, que sigue las carreras de figuras como Cristiano Ronaldo.

El reto de brillar en la aldea

El gran éxito de Paulo Iago es una alegría a la que todavía están acostumbrándose. El mercado del fútbol no para de crecer y cada vez va más rápido y se profesionaliza a edades más tempranas. De hecho, los compañeros de equipo de Paulo Iago, en cadete, ya tienen todos representante. Es una realidad paralela al fútbol que recuerda Xosé Álvarez y a la que le gustaría haber tenido la oportunidad de acceder. El fonsagradino jugó en A Pontenova, Meira y Baleira, aunque la mayor ilusión de su vida habría sido jugar en el equipo de A Fonsagrada, pero no había. «En aquellos tiempos, en los campos de las aldeas no había ojeadores ni la misma competitividad. Tenías que ser el mismo Pelé para poder llegar a lo profesional», bromea. Álvarez asegura que en los campos regionales vio «jugadores muy buenos, con calidades técnicas iguales o mejores que los de Valdebebas», pero nunca tuvieron la oportunidad de ser observados. «Para que se fijaran en ti tenías que hablar con algún conocido que te llevara a hacer alguna prueba», cuenta.

Pachangas en A Fonsagrada

Aunque a Pepe le hubiera gustado dedicarse profesionalmente al fútbol, ahora vive ese sueño a través de la prometedora carrera de su hijo. Además, no pierden las viejas costumbres, y asiduamente vuelven a Fonsagrada para reunirse con la familia y visitan el campo de fútbol local. No importa que no sea la ciudad deportiva del Real Madrid porque padre e hijo pueden disfrutar al máximo de su deporte favorito en cualquier sitio.