Miguel Méndez: «Por suerte, llegué al mejor equipo del mundo en el momento justo»

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

DEPORTISTAS

El técnico vigués renovó por dos temporadas más con el Ekaterimburgo ruso

20 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Martínez Méndez (Vigo, 1967) se convierte en el primer técnico español con tres Euroligas de baloncesto femenino, las tres con el Ekaterimburgo en otras tantas temporadas. El actual mejor equipo del mundo le acaba de renovar por dos años más y el vigués en absoluto sufre la presión de tener que ganar cada día. Desde joven, cuando comenzó en el Celta, sabía que lo suyo era la gestión de grupos y los retos.

-¿Qué significado le da a ganar estas tres Euroligas?

-La primera cuando llegas es muy chula y la satisfacción del deber cumplido, la segunda es la confirmación y esta tercera ha sido un reto desde el principio en un año de pandemia. Ha sido muy duro, un auténtico reto mental, además del esfuerzo físico y mental.

-¿Cuando se gana por sistema sigue sentando igual de bien o llega un momento que uno se acostumbra?

-No creo que ganemos por sistema. Cada año es diferente y cada año los rivales han sido diferentes. Este año Fenerbahce tenía una muy buena plantilla, nos lo encontramos compitiendo como locales en semifinales y fue un partido muy duro. Parece que siempre es igual, pero cada año es diferente.

-¿El reto es mantener el hambre por ganar en toda la plantilla?

-Por encima de todo está mantener el talento de las jugadoras al servicio del grupo. Que dentro de los egos que todos tenemos y las personalidades fuertes que tienen las grandes estrellas, las jugadoras estén convencidas de que siempre prevalece el equipo. Las jugadoras han entendido de que debemos ser un equipo con mayúsculas y la mejor jugadora del mundo en estos momentos, Breanna Stewart, que habitualmente juega en la posición de cuatro, con nosotros lo hace como tres para equilibrar el equipo aunque su rendimiento sea menor. En este club, la palabra equipo es el catecismo.

-¿Se imaginó en algún momento que iba a tener semejante currículo?

-No, pero siempre he querido dedicarme a esto de una manera profesional y este trabajo de entrenador, de formar y de gestionar grupos humanos, siempre me ha gustado, siempre ha sido lo mío. Estoy orgulloso y satisfecho y he tenido la suerte de ir dando pasos en la dirección justa. He estado muchos años en un gran club como el Celta, con muy buenos directivos, con mucha paciencia y con un gran grupo de jugadoras. Luego pude dar el siguiente paso para conocer la Euroliga de la mano de Rivas y después llegó la opción de Italia, de ir al extranjero a pelearse con otro idioma y otra mentalidad. A continuación tuve la suerte de llegar al mejor equipo del mundo en el momento justo. He tenido mucha suerte y estoy satisfecho de los pasos vales, de los sitios en donde dije no y en los que dije sí. Hay que seguir en la lucha, porque el pasado es pasado, incluso la final del domingo.

-¿Qué fue más complicado: la semifinal o la final?

-Los dos partidos fueron diferentes. La semifinal, con el Fenerbahce, nos exigió mucho porque tienen un equipo muy atlético y con muchas jugadoras NBA y en la final la motivación, las ganas y el nada que perder que tenía Salamanca también nos lo puso complicado, sobre todo en el inicio.

-Siempre dice que está en el puesto de entrenador más envidiado del mundo. ¿Cómo se mantiene ese puesto?

-Haciendo que las cosas salgan bien. En el mundo del deporte los resultados mandan. Cuando llevas una trayectoria, hay más confianza y más crédito en el trabajo y de hecho el club me ofreció la renovación mucho antes de llegar este momento y en febrero firmamos una ampliación de contrato por dos años sin esperar a los resultados. En este ámbito no es fácil este tipo de reconocimiento al trabajo. Me siento gratificado por estar en el mejor equipo del mundo y agradecido por la confianza que depositan en mí.

-No es habitual en un equipo de esta magnitud estar tanto tiempo.

-En el mundo del deporte todo cambia de un momento para otro. El mundo del deporte es muy exigente con los entrenadores porque hay que gestionar muchas cosas, y normalmente hay muy poca paciencia.

-¿Tiene miedo a morir de éxito?

-Eso me preocupa cero. Yo cuando llego a casa y me saco el traje de entrenador, el trabajo se acaba y comienza mi otra vida.

-¿Una vez que se acabe la aventura rusa a dónde le gustaría ir?

-He firmado un contrato de dos años y tengo muchísimo tiempo para pensarlo por delante. Mi trabajo, mi pasión y mi profesión depende de mi familia y mis hijos y mi mujer están haciendo un sacrificio muy importante, ellos en Vigo y yo muy lejos, y vamos año a año y veremos cómo va la vida.