Lucas Mondelo: «Ahora estoy fondón, solo camino»

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Tras ganar la liga japonesa, el seleccionador español de baloncesto femenino ahora quiere el Eurobasket y las Olimpiadas

19 abr 2021 . Actualizado a las 11:33 h.

Tras pasar unos días en O Barco de Valdeorras para visitar a sus padres, Lucas Mondelo (Barcelona, 1965) está ya de vuelta en Japón. Confinado. Llegar con una PCR negativa al aeropuerto para someterse a otra prueba que confirme que está libre de coronavirus no es suficiente para poder moverse con libertad. Tiene que estar 14 días aislado en su casa, tras llegar desde el aeropuerto en su propio coche o en el de otra persona de su confianza (pero nunca en transporte público). Así que este año parte de sus vacaciones las pasará encerrado antes de reincorporarse a su trabajo como entrenador del equipo Toyota de baloncesto femenino, con el que acaba de ganar la liga japonesa. «Estoy feliz, no solo porque es la primera vez que Toyota Antelopes gana en los 21 años de historia de la liga, sino porque es la primera vez en once años que no la gana el Eneos Sunflowers», cuenta, unos días antes de la elección de Raquel Carrera en para la WNBA.

—¿Es muy diferente entrenar en Japón a hacerlo en España, China o Rusia?

—En Japón tengo un pabellón de tres pisos para entrenar. Y otro para jugar, solo para el equipo femenino. Y todo es propiedad de Toyota, porque en Japón las empresas no patrocinan equipos, sino que son dueñas. Tienen secciones de baloncesto, rugbi, béisbol... porque tiene ventajas fiscales y está bien visto, hacer deporte es bueno para la salud y da buena imagen corporativa.

—¿Sería bueno para aquí?

—No hay que copiar lo que funciona en otro sitio, sino estudiarlo y mirar la idiosincrasia del lugar. Aquí el fútbol ha dominado todo, genera mucho y también chupa mucho. Allí está más igualado. Creo que copiar el sistema de Japón aquí no resultaría, pero adaptarlo sí.

—Y en junio toca Eurobasket.

—El Eurobasket es la clave de todo, antes de la Olimpiada. Vamos a trabajar la parte física y técnica, e intentar medalla, que nos daría tranquilidad para afrontar la Olimpiada más sosegadas. Son dos grandes citas en unos meses. Las cargas físicas se pueden controlar, pero las de la cabeza... Las chicas vienen de un año complicado, dentro del ámbito deportivo, de tener que marchar a la mitad de un partido porque alguien ha dado positivo; y también fuera. Las cabezas me preocupan.

—¿La suya está preparada?

—Creo que sí. Tengo esa responsabilidad, de que no puedo dudar. Puedo equivocarme, pero dudar no.

—¿Seguirá en Japón?

—Si las condiciones motivan, económica y deportivamente... Ya este año tenía opciones de entrenar en Europa, que con lo que está pasando con el covid no está nada mal. Pero estoy muy bien en Japón y mi mujer es de allí.

—Entonces se queda...

—Soy un trotamundos y siempre tengo las maletas preparadas, Me gusta Japón, pero el trabajo es el trabajo.

—¿Un destino concreto?

—Uno que me motive, en el que pueda aportar. Cuando fusionas, tal y como pasa en la cocina, aprendes. Por competitividad elegiría Turquía, y también me gusta Praga, es un club potente para entrenar y una ciudad bonita para vivir. Pero por decir algo, tendrían que ser destinos que me motiven.

—¿Un entrenador tiene tiempo para practicar deporte?

—Ahora estoy fondón, que no hago casi nada. Estoy caminando, pero nada más. Antes hice baloncesto, running, fútbol 7, tenis... y mientras las rodillas me lo permitieron, jugaba al pádel. Pero ya no. Ahora solo lo veo por la tele.

—¿Y cuáles le gustan para ver?

—Todos los de pelota y disco me encantan, desde balonmano a vóley, hockey... Y también el ciclismo, que practiqué hace años, pero hace tanto tiempo que a veces tengo que pensar si fue real o lo soñé.

—No nombró el fútbol.

—Nunca tuve una atracción personal por el fútbol. Si siguiera en el barrio, probablemente acabaría jugando al fútbol, pero en el cole de curas el patio estaba lleno de canastas, así que empecé con el baloncesto. Es una pasión y una forma de vida, y si tienes la suerte, como yo, de vivir de ello, ni te cuento.

—¿Cuánto tiempo lleva ganándose la vida con el baloncesto?

—Como jugador primero, pero cuando pasé a entrenar, al principio me costaba dinero. He llevado equipos de todas las categorías, desde niños de 10 años. En el 86, todavía jugando, me saqué el título de entrenador y era entrenador, delegado... me pasaba el fin de semana ocupado. Llevo 35 años como entrenador, y 20 como profesional. Que ahora los nuevos ya quieren entrenar a un equipo de primera. Y hay pocos puestos para muchos buenos entrenadores en España. Ahora que he pasado por varios países, está claro que el nivel de España no se entiende solo porque haya buenos jugadores y buenos entrenadores, sino también por el nivel de árbitros, que es muy alto. Si alguna vez vuelvo a entrenar en España me será difícil protestar a un árbitro.

En corto

Con la vida puesta en Japón (tras pasar por China y Rusia desde que en el 2012 decidió seguir su carrera fuera de España), Mondelo viaja con frecuencia a Galicia. En O Barco viven sus padres, y tiene una gran vinculación con toda la familia, en la que los primos se cuentan por decenas.

—Esta semana ha sido nombrado embajador honorífico de la D.O. Valdeorras, con el papel de promocionar los vinos allá donde vaya.

—Estoy muy contento y orgulloso del ofrecimiento. Para mí no es ningún esfuerzo, porque estoy muy arraigado a la zona. Y el vino es fantástico, el godello es especialmente bueno. Ahora tendré que empezar a celebrar siempre con godello.

—La próxima celebración podría ser con la selección femenina. ¿Seguirá con el equipo después de las Olimpiadas?

—Llevo 9 años, 10 temporadas. En principio tengo contrato hasta las Olimpiadas del 2024, pero todo puede cambiar. Si algo nos demuestran el coronavirus y el cambio climático es que todo puede cambiar de repente, y hay que vivir al día. Y eso es lo que hago, vivir el día a día.

—¿Es muy distinta la gestión de la pandemia en Galicia y en Japón?

—Aquí hubo confinamiento puro y duro, y allí no. En Japón todo es condicional. Te dicen lo que no debes hacer, pero si lo haces, no te multan. Pero la gente es responsable. Intentan hacerte partícipe de la decisión que han tomado. Es un consejo, pero un consejo allí es una orden disfrazada, no como aquí, que un consejo lo tomas o lo dejas.