Roberto Vázquez: La conexión de Zidane con Viana do Bolo en el Real Madrid

DEPORTISTAS

De padre vianés y madre trivesa, se ha convertido en uno de los hombres claves del entrenador francés en el Real Madrid

03 feb 2020 . Actualizado a las 18:20 h.

Real Madrid y Barcelona son dos marcas que trascienden de sus circunscripciones. Dos equipos que han enseñado a apañárselas a sus miles de aficionados en la diáspora para vivir la pasión del fútbol de la manera más cercana posible. En Viana do Bolo hay un Bernabéu y un Camp Nou. No cabe tanta gente, pero estos dos bares concentran los fines de semana a los seguidores de uno y otro club, algo que les ha valido el apodo. En el pequeño Chamartín ourensano viven desde hace un tiempo con más intensidad si cabe los encuentros de los blancos. Lo sienten más cerca gracias a Roberto Vázquez, entrenador de porteros del Real Madrid, hijo de vianés y de madre trivesa. José y Fina son un equipo. «José y Josefa», dice él mientras ríe. Ella está muy pendiente de la conversación y apunta los detalles del relato que se le escapan a José. Roberto es el mediano de tres hermanos y nació en Madrid en 1983. Otro hijo de la emigración. Al niño le gustaba el fútbol y con nueve años sus padres le alistaron en el Racing de Argüelles, un club de barrio. De portero, claro. De ahí al Gigante de Pirámides, otro equipo de la capital desde el que llamó la atención de un entrenador del Atlético de Madrid que se lo llevó a la cantera colchonera con 12 años. Roberto paso a compartir equipo con Fernando Torres o Gabi, fue campeón de la Copa de juveniles y del campeonato de Europa en Italia en esa categoría, pero se lesionó con 19 años y sus padres, que no se fiaban del aleatorio sustento que da el fútbol, vieron la oportunidad. «Le hemos comido mucho el coco durante los siete años que pasó en el Atlético para que dejara el fútbol, porque ese club exige mucho, como todos los grandes, y compaginar los estudios y el entrenamiento era muy duro. Queríamos que estudiara una carrera, pero no hubo manera de quitarle del fútbol», confiesa José.

Efectivamente, iría a la universidad para estudiar ciencias del deporte. Pero como la voluntad mueve el mundo, desde la esfera académica encontró otra puerta a su pasión. Tras foguearse en el San Fernando de Henares, le llamó el Getafe de Bernd Schuster para formar parte de su cuerpo técnico. El sueño podría estar colmado, pero Luis Llopis, exentrenador de porteros del Real Madrid y ahora encargado de ese área en la Real Sociedad, le había echado el ojo a aquel alumno aventajado. Aquí es donde entra en juego otro ourensano, Miguel Ángel González, exportero de los blancos durante 18 temporadas y ganador del trofeo Zamora en el curso 1975-1976. El exguardameta iniciaba entonces un proceso de captación de talento bajo palos para la cantera madridista y trató de reclutarlo basándose en los informes de Llopis, su profesor en la facultad.

No fue fácil. La primera vez dijo que no, arriesgándose a perder un tren de esos de los que nunca vuelven por cumplir su compromiso con el Getafe. «Bueno, estas cosas que tiene él», dice su padre. Pero el tren volvió y fue imposible negarse. Llopis, encandilado, se lo presentó a Miguel Ángel. Al excancerbero ourensano y entonces responsable en la cantera blanca, le pasó lo mismo. «Era un chico con una gran ilusión, de los entrenadores avanzados de su época, con unas dotes extraordinarias para relacionarse con los porteros. Empezó desde abajo y ahora está en el primer equipo. Creo es uno de los mejores que tenemos en España», sentencia González.

Llopis, que había ocupado el puesto de preparador de porteros en la primera etapa de Zidane, se fue a la Real cuando el francés renunció. A Solari le llegó su oportunidad en el banquillo del primer equipo, y ascendió con él a Roberto desde el Castilla. Zidane, de vuelta, saca ahora partido a la herencia que dejó el argentino tras ser cesado. Y funciona. Courtois y Zidane se acordaron de él en rueda de prensa tras ser decisivo en la tanda de penaltis de la Supercopa. Un premio público a un trabajo constante en la sombra.