Gerardo Seoane: «En el Dépor me faltó creérmelo»

DEPORTISTAS

FABRICE COFFRINI

Triunfando como técnico del Young Boys suizo recuerda su pasado y cómo se quedó en un equipo lleno de estrellas

08 feb 2019 . Actualizado a las 12:34 h.

Finalizando los noventa, y tras la mala experiencia vivida en el vestuario a raíz de la entrada en vigor de la Ley Bosman y la llegada de un sinfín de futbolistas de diferentes culturas, el Deportivo dio un vuelco a su política de fichajes. Apostó por el producto nacional y, si el género prometía, el gallego. Siguiendo esta filosofía, la entidad blanquiazul le echó el ojo a un joven suizo hijo de emigrantes que, con apenas veinte años, ya había militado un par de temporadas en la máxima categoría del fútbol helvético, en concreto, en el Lucerna. Se llamaba Gerardo Seoane (Lucerna, 1978), jugaba de mediocentro y el Dépor puso sobre la mesa ciento cincuenta millones de las antiguas pesetas para ficharlo y, posteriormente, hacerle un contrato de larga duración con una cláusula de rescisión de 1.500 millones de pesetas. Vinculación y vía de escape revisables en el momento en el que jugara 22 partidos como titular en el primer equipo.

Veinte años después, aquel joven callado y de amable sonrisa disfruta como entrenador de la gloria que un Dépor plagado de estrellas no le permitió saborear. Es el entrenador del Young Boys, la cenicienta del grupo H de la Champions, en el que se enfrenta al Valencia, el Manchester United y el Juventus. Haber superado la previa y llegar a la fase de grupos ya es un premio para un hombre que, camino de los cuarenta, cada verano se acerca a Galicia para visitar a sus padres, que desde hace algunos años residen en Carballo.

-¿Cómo se llega a ser el entrenador de la gran sorpresa de la ronda previa de la Champions?

-Pues después del Deportivo continué jugando al fútbol hasta los 32 años. Estando en activo ya procuraba ir a los entrenamientos de los equipos sub-15 o sub-13 una vez a la semana. Al retirarme, comencé a prepararme como entrenador. En Suiza no es como en España, que puedes hacer de golpe todo. Tienes que aprobar un curso y coger experiencia un año en la categoría que te corresponde, luego otro curso y otra temporada de experiencia... Así hasta que llegué a entrenar al Lucerna de Primera. Quedamos terceros el año pasado y tras la marcha de Hütter al Frankfurt, pues surgió la posibilidad de fichar y aquí estoy.

-¿Qué queda de aquel joven que llegó al Dépor?

-La ilusión. Llegué con muchas ganas y las mantengo. Aquello no salió como esperaba, pero no me arrepiento. Después de que suceden las cosas es fácil decir que hubiera sido mejor otra cosa o no... Pero yo estoy feliz de lo que hice, de lo que viví en A Coruña y, aunque claro que me hubiera gustado triunfar, la experiencia me sirvió mucho.

-El Guardiola de Carballo.

-(Se ríe). No sé quién fue el que había dicho aquello, pero... Sí, los dos éramos delgados, con el pelo corto... Pero, futbolísticamente, no estuvo muy acertado el que hizo aquella comparación. Ya me gustaría a mí acercarme a Guardiola, antes como futbolista y ahora como entrenador.

-¿Aquel Dépor era mucho equipo para un joven como usted?

-Está claro. El club estaba muy arriba. Tenía un equipazo lleno de estrellas, con un enorme entrenador y el crecimiento cada año era vertiginoso. Tenías que estar muy arriba para poder hacerte sitio. Yo era joven, me ficharon como proyecto de futuro, pero no llegué. Solo en los entrenamientos ya había un nivel enorme. Y yo era muy joven. Para mí fue un desafío, pero quizá me faltó algo de personalidad, cierta seguridad en mí mismo por la juventud. En el Dépor me faltó creérmelo. Que luego sería igual imposible llegar a jugar, pero sí quizá hubiera tenido más participación. No obstante, fui feliz. Conocí una de las ciudades más bonitas del mundo y estuve muy contento en el Fabril, en donde coincidí con grandes personas.

-Han pasado muchos años y los métodos de trabajo de cuando usted estaba aquí han variado mucho, pero ¿se quedó con algo que luego le sirviera como entrenador?

-Todo lo que viví en A Coruña me ha servido para formarme como entrenador. Luego, a nivel particular, de fijarme en detalles de un técnico u otro, siempre se aprende de todos. Resulta un tópico pero es cierto. Pero claro, las experiencias me han servido. Fueron cuatro años intensos, se ganó la Liga, llegamos a Champions... (parece que finalizó la respuesta, pero la reinicia). ¿Sabe algo que me sirve y que le comento yo mucho a mis jugadores? Que aunque llegar a Primera es difícil, mantenerse lo es mucho más. Que hace falta mucho sacrificio y trabajo. Porque durante los años que yo pasé en el Dépor, por allí llegaron auténticas estrellas que al segundo año ya ni jugaban. Llegaban otros, que los relegaban al banquillo y acababan pareciendo jugadores normalitos, lo que provocaba que se fueran. En el fútbol, sin trabajo no eres nada.

«Lo que estamos viviendo en la Champions es tan bonito que ni una goleada lo fastidia»

Asume con naturalidad que el Young Boys es la cenicienta de su grupo, pero hasta de lo negativo es capaz de obtener conclusiones positivas: «Nuestro club viene de jugar siempre previa de la Europa League y ver al Basilea en Champions. El año pasado se consiguió la Liga y este, superar la previa. Ahora, esta participación nos tiene que servir para tomar experiencia. Claro que nos gustaría sumar puntos, incluso ganar, pero lo más importante es coger experiencia para el año que viene intentar volver y marcarnos metas superiores», reflexiona Seoane, que actualmente tiene a su equipo líder de la Superliga suiza con once puntos de ventaja sobre el Zúrich y el Basilea, sus perseguidores.

-¿Qué tipo de entrenador es Seoane?

-De los que les gusta ganar (se ríe). Hay que tener en cuenta la realidad del fútbol suizo. Vivimos de vender jugadores, por eso cada año hay traspasos y hay que estar mirando continuamente a la cantera. Eso me gusta. Creo que hay que ser formador. El entrenador no puede centrarse solo en temas de táctica. Hay que ser líder. Motivador. Saber transmitir. Ponerte en la piel del jugador. Yo, por ejemplo, al margen del fútbol, he hecho algún curso de liderazgo. Lo veo fundamental. En el aspecto futbolístico, me gusta sacar el balón desde atrás, tratarlo bien, divertir a la gente. Y en Suiza procuramos hacerlo. Estamos casi obligados. Pero en Champions... Ahí, hay momentos en los que hay que ser valientes, pero otros en los que tienes que guardarte un poquito más, porque el nivel es enorme

-¿Frustra mucho a un entrenador ver que su equipo es tan inferior al resto?

-Frustra ya desde el momento en el que ves los vídeos de los rivales y tratas de encontrar puntos débiles y por dónde hacer daño. Te das cuenta de que seguro que le haces muy poquito daño. Pero, bueno, es también un desafío que nos marcamos todo el cuerpo técnico. De todos modos, le diré que lo que estamos viviendo en la Champions es tan bonito, que ni una goleada lo fastidia. Somos conscientes, tanto los jugadores como nosotros, de dónde estamos y a dónde podemos llegar. Aprendamos, hagámoslo bien en la Liga y volvamos el año que viene con más experiencia, a ver qué pasa.