Dos exchoqueiros a la aventura

Lorena García Calvo
LORENA GARCÍA CALVO VIGO / LA VOZ

DEPORTISTAS

Marquitos y Ricar dejaron el equipo de Redondela para incorporarse al fútbol maltés y al italiano

20 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ricardo Baz (Redondela, 1997) y Marcos Pérez (Nigrán, 1993) son dos exjugadores del Choco que este verano decidieron cambiar de aires y lanzarse a la aventura. Dejaron atrás el club de Redondela, hicieron las maletas y pusieron rumbo a otros mundos balompédicos. Ricar ha encontrado acomodo en un equipo de la región italiana de Pescara, mientras su excompañero Marquitos se dirigió a la pequeña isla de Gozo, al lado de Malta.

Estaba acabando la temporada en Tercera cuando Ricar recibió la llamada que le llevó a Italia. «Un amigo mío juega al fútbol sala aquí desde hace quince años, habló con un representante que me contactó, le mandé un vídeo y al poco tiempo estaba mandándome el contrato por fax», recuerda el delantero. Desde el minuto cero el redondelano tuvo claro que se trataba de vivir una nueva experiencia. «Me lo tomo como una aventura, le dije al representante que quería un nivel similar para no perder el ritmo con el fútbol gallego, aunque la idea es hacer un año bueno y demostrar que puedo jugar en categorías superiores aquí».

El caso de Marquitos es similar, aunque él tiene muy claro que su marcha a Gozo es con billete de ida y vuelta. «La liga acaba en mayo y ya saben que no continuaré, pero quería vivir esta experiencia». Su historia es similar a la de Ricar. Un amigo suyo que jugaba al fútbol sala en Malta se le ofreció para buscarle un representante que le abriese las puertas del balompié de la isla. «Me quería traer ya el año pasado, pero yo ya había firmado con el Choco. Le dije que esta temporada me venía seguro, estuvo pendiente de mí todo el año y en febrero ya sabía más o menos que tenía clubes interesados. Le dije que adelante, que un añito por ahí me apetecía mucho». Y puso rumbo a Gozo, una pequeña isla en la que lleva dos meses y en la que asegura que está muy contento.

El nivel futbolístico

Marquitos, mediocentro, juega en el Zebbug Rovers, un equipo que milita en la segunda categoría del fútbol de la isla, una división que, según el propio futbolista, tiene un nivel inferior. «Comparado con el nivel de ahí, es muy bajo, pero las condiciones son muy buenas». El cambio de la tercera gallega a la segunda de Gozo fue «muy brusco, he tenido que acoplarme yo a mis compañeros, no ha sido fácil entenderme con los demás», apunta.

En Italia Ricar se ha encontrado algo parecido. «La categoría es mucho menos que una Segunda B, dan mucha caña física y poca técnica, te machacas las piernas. Lo que más me costó fue adaptarme a los horarios porque se entrena a las tres y se come a las doce», de ahí que reconozca entre risas que, al menos a nivel futbolístico, «ya tengo morriña del Choco».

«Lo que más me sorprende es la tranquilidad con la que llevan la vida»

El fútbol fue lo que llevó a Marquitos y Ricar a Gozo y Pescara, donde se han tenido que habituar a otros idiomas y otras culturas. «La experiencia está resultando muy positiva, vivo con otro chico español y un napolitano y aunque al principio me costaba muchísimo entender el italiano, ahora ya lo llevo mejor, ¡y para Navidad espero volver a casa hablando italiano!», dice Ricar.

Aunque para muchos el hecho de vivir en el país de la pasta pueda parecer una bendición, para el jugador de Redondela no lo es tanto. «Lo llevo bien, pero se come todos los días pasta. ¡Y yo que peleaba con mi padre en casa para que no me diera pasta, imagínate!», dice entre risas.

Cuando a Marquitos se le pregunta qué es lo que más le ha llamado la atención de Gozo y su gente, lo tiene claro, la pausa. «Lo más sorprendente es la tranquilidaz con la que llevan la vida, es como que no tienen prisa para nada, les da igual que tengas que esperar por ellos. Para ellos todo es tranquilo», dice con voz de asombro. Tras dos meses viviendo en la isla -el último ya con su novia allí- asegura que se ha adaptado al tipo de vida maltés. En su mente está aprovechar este curso para vivir la experiencia y después regresar a casa. A poder ser, sin que su nivel futbolístico se resienta mucho. Por lo de pronto, ya se ha estrenado como bigoleador en su equipo.

En el caso de Ricar, la normativa futbolística italiana le está dificultando tener más protagonismo en el equipo -por la obligatoriedad de alinear a tres sub-20-, «pero la gente me dice que tengo que jugar». De calidad va sobrado.