Oro al talento gallego en Corea

Roi Palmás
roi palmás PONTEVEDRA / LA VOZ

DEPORTISTAS

Quique Fernández abandonó Galicia obligado por los recortes y ahora entrena a la selección surcoreana de piragüismo, campeona en los Juegos Asiáticos tras 24 años

17 nov 2014 . Actualizado a las 09:41 h.

Quique Fernández es un viejo conocedor de los secretos de las aguas y las embarcaciones de Galicia. Piragüista y entrenador de talentos, era el encargado de llevar las riendas del equipo nacional de canoa sub-23 y del combinado gallego júnior y cadete de la misma disciplina en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. De pronto, un recorte en los presupuestos arranca de cuajo el sueño de seguir moldeando campeones porque ya no había fondos ni para afrontar el alquiler del piso de los piragüistas (350 euros mensuales) y mucho menos el sueldo del entrenador.

Encontró entonces un anuncio en Internet: Corea del Sur buscaba un seleccionador nacional. Le dio a responder y tras dos meses, en los que casi había abandonado la idea de la aventura asiática, llegó la respuesta, hizo las maletas y aterrizó en otra realidad.

El invierno coreano es más duro que el peor de los desafíos. Lagos congelados, temperaturas bajo cero y una lengua y una cultura diametralmente opuestas a la nuestra. El objetivo marcado por la federación surcoreana no dejaba lugar a errores de interpretación en la traducción: «Me pidieron el oro en los Juegos Asiáticos. No querían cinco platas, querían un oro», relata Quique, estos días de vacaciones en Galicia.

A base de mucho trabajar y mucho explicar que para lograr la victoria era imprescindible modificar la forma de trabajo, llegó a convencer a los máximos responsables nacionales de este deporte de que «los deportistas tienen que comer carne roja tres veces por semana y no solo arroz y algo de cerdo», según cuenta el técnico, que finalmente logró imponer sus métodos.

Conquistando pequeños logros día a día formó un equipo competitivo en el que Cho Guan Hee, su palista en K-1, fue el alumno más aventajado y el que devolvió la gloria nacional a Corea del Sur 24 años después. El ansiado oro de los Juegos Asiáticos llegó al fin de la mano de Quique y supuso «el primer abrazo que he visto dar a un coreano en todo un año». Y es que seis ciclos de los juegos sin alcanzar el cajón más alto del podio bien merecen un exceso como ese en una cultura tan cohibida, en la que la edad prima siempre por encima de la experiencia o el currículo. «Hasta que gané el oro tenía compañeros que no me tomaban en serio, simplemente porque era más joven que ellos», reconoce el entrenador vigués.

En los largos meses de trabajo previo a la gran cita asiática, logró llevarse a sus pupilos a Portugal para realizar un entrenamiento intensivo. «Me pidieron si podían ver el Camp Nou y les tuve que explicar que quedaba mucho más lejos de lo que pensaban. Lo que más conocen de España son los toros, el Real Madrid y el Barcelona», recuerda un sonriente Quique, que destaca también que «a quien conocen realmente allí es a David Cal». Ser el mejor canoísta de todos los tiempos traspasa fronteras y el flamante seleccionador de Corea reconoce que «los éxitos de los deportistas gallegos me han ayudado». De hecho, los paralelismos de su historia con la del propio Cal y Suso Morlán son tan evidentes como alarmantes para el deporte de esta comunidad.

Ahora, con el oro en el bolsillo, regresa a Corea, ya con vuelos directos -privilegios de ser una personalidad importante en el país asiático- para negociar su próximo contrato. «El siguiente reto será ir a los Juegos de Río 2016 y el próximo, ser uno de los nueve primeros de Brasil», según confiesa. El técnico ve «factible» el primer encargo pero tilda de «palabras mayores» el segundo. El tiempo dará o quitará razones. De momento, ya tiene su primera gesta.

«El siguiente reto será ir a Río 2016, y el próximo, ser uno de los nueve primeros», dice