
Ariann Paules Aldrey ha sido becada por la Boise University. En el estado de Iowa le esperan cuatro años de formación a lado de los mejores.
02 may 2014 . Actualizado a las 10:21 h.Empezó practicando yudo, pero pronto se dio cuenta que lo suyo era el tenis. Arianna Paules Aldrey es una de las jóvenes promesas del panorama nacional. O Internacional, quién sabe. En el mes de agosto pondrá rumbo a Estados Unidos, concretamente a Iowa, donde ha sido becada por la Boise University por los próximos cuatro años. Allí no solamente jugará al tenis, sino que compatibilizará su pasión por este deporte con los estudios superiores que ella elija. De momento no lo tiene claro. «Algo de ciencias fijo, pero no sé si una ingeniería o algo así». Ahora que se va acercando el momento sabe que estará lejos de su familia durante una buena temporada pero el esfuerzo habrá merecido la pena. «Cuanto menos saldré con una carrera». Será la única española del centro, en el que compartirá habitación con una holandesa, y será seguida muy de cerca por su entrenador, que ya le avanzado que le dedicará especial atención dentro del equipo. «Aunque lo principal es trabajar para el equipo, me ha dicho que tratará de buscarme torneos o pruebas fuera de la residencia», explica Arianna, que reside en Bergondo junto a sus padres. Sus progenitores han sido su gran apoyo durante todos estos años, y los que más la han animado a que haga las maletas. De hecho ya lo hicieron hace poco más de un año cuando se desplazó a Valencia para entrenar en el mismo centro que lo hace, por ejemplo, David Ferrer, uno de los mejores tenistas del mundo. Sin embargo, no guarda un buen recuerdo de su experiencia por Levante. «No me salieron las cosas bien porque no me supe adaptar. Aprendí mucho, pero jugando me costaba competir». Fue a su regreso de Valencia cuando tanto ella como sus padres decidieron que tenía que buscar algo, y entonces surgió la oportunidad de solicitar esta beca que conceden a los deportistas con mejores resultados. Arianna era una de ellas. Cuando los niños se vuelven locos por los dibujos animados ella prefería ver un partido de tenis. Les pidió a sus padres que la llevaran a clase, y con solo 9 años empezó a jugar. Empezó entrenando un par de días a la semana, pero cada vez la cosa fue a más. Con 12 años acudía con frecuencia la Escuela de Canabal, en Oleiros, y posteriormente al Club de Tenis de A Coruña. «Empecé a hacerlo bien, era de las mejores de Galicia, luego participé en campeonatos de España y torneos profesionales». Con 15 años se proclamó ganadora del campeonato absoluto. Y «llegó un momento que no tenía gente con quien competir. Cuando iba a torneos profesionales me costaba adaptarme porque había una gran diferencia a nivel de exigencia, y decidimos que tenía que entrenar fuera». La única opción era moverse de Galicia, y así puso rumbo a Valencia.
Arianna acabó el bachillerato en abril. Un peso que se quitó de encima, porque desde segundo de la ESO tuvo que estudiar a distancia: una auténtica pesadilla. «Faltaba mucho y los profesores cada vez me ponían más problemas, así que no me quedó más remedio. Pero fue muy duro, ojalá pudiera haber ido al colegio, porque también pierdes el contacto con tus compañeros. Por suerte ya está, yo tengo compañeras que aún lo están acabando ahora». Esta bergondesa que aspira a llegar a lo más alto no siente un especial cariño por el actual número 1, Rafa Nadal. Reconoce sus méritos, pero se queda con Ferrer. «Es encantador y se le ve muy cercano». Eso sí, ella no se pierde un Federer-Djokovic.
«La universidad es como la de las películas, y me pagan todo lo que necesite»