De nadador profesional y campeón mundial a querer salvar vidas en el Mediterráneo

L. cancela REDACCIÓN / LA VOZ

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Eduardo Blasco
Eduardo Blasco

Eduardo Blasco se enfrenta al mayor reto de su vida: acudir con una oenegé a una misión de rescate en mar abierto

27 mar 2023 . Actualizado a las 08:43 h.

Eduardo Blasco entrena unas nueve horas al día. No es cuestión de estética. Todo lo contrario. Es más, reconoce que está agotado. Con 28 años es nadador profesional y campeón del mundo en la modalidad de rescate y socorrismo. Sin embargo, esta primavera se enfrentará al mayor reto de su vida. Acompañar a una oenegé, cuyo nombre prefiere mantener oculto para proteger la acción, en una misión de rescate de inmigrantes en el Mar Mediterráneo.

La pasión por nadar le viene de familia. Este vasco, criado en Canarias, se mueve en el mar como pez en el agua desde pequeño. «Mi abuelo materno era un gran nadador de Guipúzcoa que llegó a ser mundialista en pesca submarina. Al criarme con él fue quién me lo transmitió», cuenta Blasco. Fue internacional a los 17 años, acumula medallas a todos los niveles y en diferentes modalidades de natación. El interés por el rescate le llegó mientras estudiaba la carrera de Derecho. «El tema de rescates y salvoconductos va creciendo en mí hasta que me contacta un club de salvamento para que me una». Era rápido en la piscina y esta nueva disciplina podría beneficiarle aún más. Así lo hizo, «vi una oportunidad para crear un nexo entre lo que hacía, que era la natación, y mi pasión, que es la parte humanitaria».

El nadador profesional Eduardo Blasco
El nadador profesional Eduardo Blasco

Una vez se lleva el oro en el campeonato de salvamento, las llamadas de las oenegés no tardan en llegar. «Fue una coincidencia muy curiosa. Primero porque acabo primero en el campeonato del mundo, lo cual era algo que nadie esperaba, y segundo, porque justo era un momento de autocrítica, un etapa en la que, a pesar de haber conseguido muchas cosas, me seguía faltando poder aplicar mis habilidades a la vida real», reconoce Blasco. No pretende quitarle valor al deporte, pues sabe el sacrificio que supone, pero las medallas no le eran suficientes. «Se ponen en contacto conmigo distintas organizaciones y aunque la idea me rondaba la cabeza, no me decido hasta que recibo la llamada de un capitán de una organización, que me dice que conmigo se podría garantizar la supervivencia de todas las personas». Las palabras consiguieron hacer mella en él y, finalmente, confirmó su asistencia. Se convierte así en el primer nadador profesional que acudirá a una misión de este tipo.

Con todo, no le sale gratis. «Empiezo a pensar cómo podría afectarme a nivel deportivo, qué piensa el entrenador o el seleccionador. La gente me dice que es mejor no ir, que no me involucre y que para qué me voy a meter en este fregado». A él no solo le da igual, sino que se propone, también, preparar el clasificatorio para el europeo de natación que se celebrará en mayo.

Jurista de formación, especializado en Derecho Deportivo, Blasco considera que sus opiniones son muy diferentes al activismo clásico. «Debo ser el único rescatador que está a favor de regular la inmigración porque pienso que es fundamental para poder proteger a la persona que viene. Sin embargo, también estoy a favor de defender los derechos humanos y estoy dispuesto a jugarme la vida por ellos», apunta.

Sabe que al mar se va con respeto. Ha visitado casi todas las aguas del mundo, «desde Canadá a Australia», por ello reconoce la suerte que también «que tengo que tener para que no me pase nada». El nadador tiene la experiencia, la formación y el físico, y pese a ello, apunta: «Nadie me puede librar de que algo se tuerza. Poco tiene que ver un entorno deportivo con una situación real, en la que mi vida y la de otras personas pueden estar en peligro». Llegado a este punto, las medallas son nimiedades.