«En Turquía hai agora moitas Sofías e Evas polas persoas que as axudaron a nacer»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

COOPERANTES

Rubial, a la derecha, con algunos de los compañeros del equipo Start en Turquía.
Rubial, a la derecha, con algunos de los compañeros del equipo Start en Turquía. SERGAS

Félix Rubial, gerente del área sanitaria de Ourense, dirigió el hospital de campaña español en la zona del terremoto

24 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Agotado física y emocionalmente, pero cargado de energía después de comprobar en primera persona cómo el voluntariado puede mejorar la vida de quienes lo han perdido todo, o casi. El gerente del área sanitaria de Ourense, Verín y Valdeorras, Félix Rubial, se reincorpora hoy a su puesto — aunque ayer ya se pasó por su despacho en el CHUO— después de haber pasado dos semanas trabajando en Turquía como parte del equipo de emergencia español, Start, impulsado por el Gobierno e integrado por sanitarios del sistema público.

Rubial entró en Start hace un año. «Un nunca sabe cando pode ocorrer unha catástrofe e te poden mobilizar», señala. En cuanto supo que el gobierno turco pedía ayuda tras el terremoto del 6 de febrero y España respondía afirmativamente, solicitó permiso al Sergas para irse. Todo fueron facilidades, señala, para remarcar la implicación de la propia institución, ya que quien se marchaba dos semanas era un directivo. Rubial viajó en la tercera (y última) rotación del Start a Iskenderun —en la provincia de Hatay, a escasos kilómetros de la frontera con Siria — para encargarse de la dirección asistencial del hospital de campaña que habían montado los del primer turno en apenas 72 horas. Con el paso de los días se montaron hasta 36 más en la zona afectada por el seísmo.

No vio pacientes, sino que se encargó de las labores de dirección: coordinar la asistencia, interactuar con las autoridades asistenciales locales, gestionar derivaciones, registrar nacimientos, defunciones o vacunas... Dice que poco tiene que ver con el trabajo diario en Ourense, en parte porque allí todos se mueven con un único objetivo: «Axudar nunha catástrofe absoluta». En Turquía no había intereses personales (legítimos, por otra parte, resalta) ni cualquier otra tirantez o reivindicación que pueden surgir en el día a día.

Esa predisposición a «arrimar o ombreiro» llevó a que un grupo de 50 profesionales que no se conocían de nada formase de inmediato un equipo bien coordinado que dio una asistencia sanitaria de calidad y con una gestión fluida. «Mostra a capacidade de adaptación», destaca. Era un grupo mayoritariamente femenino, gente procedente de toda España y coordinado desde la Agencia Española para la Cooperación. Trabajaban en un hospital con toda la cartera de servicios de uno tradicional, quirófanos incluidos; que estaba dotado de esterilización, planta potabilizadora de agua o incineradora de residuos biológicos, entre otros.

Los integrantes del tercer rotatorio del grupo Start.
Los integrantes del tercer rotatorio del grupo Start. SERGAS

«Unha experiencia irrepetible»

La recién terminada fue la primera misión humanitaria de Rubial sobre el terreno. Sí había ayudado antes en tareas de consultoría o apoyo formativo, pero nunca había viajado fuera del país por ese motivo. «É unha experiencia irrepetible, probablemente non haxa outra comparable», señala. Y lo explica más allá de lo evidente —era su primera vez y eso siempre le confiere un carácter único—: no es lo mismo una misión en el tercer mundo que en el primero (tal y como sucedió esta vez), ni tampoco si es a raíz de una situación generada en cuestión de segundos, como es un terremoto, o que venga derivada de una coyuntura prolongada en el tiempo.

En Turquía la tierra tembló y en cuestión de minutos había miles de fallecidos y miles de heridos. Y todo en un escenario donde una parte importante de los edificios se habían venido abajo. «O sistema colapsa en segundos. E cómeno os locais», remarca. España fue el primer país en llegar con ayuda sanitaria y lo hizo siete días después del terremoto. Esa primera semana, la sociedad local tuvo que gestionar la tragedia con los medios que tenía, con muchos hospitales caídos y médicos muertos o heridos. Sin apenas medios. Eso provocó, por ejemplo, que muchos pacientes llegasen al hospital de campaña español para revisar la evolución de una fractura que en realidad no existía. Pero ellos tenían un yeso puesto y un diagnóstico, aunque era uno preventivo, más que real. Ante la imposibilidad de hacerles una prueba de rayos X y ante la existencia de un traumatismo, les habían inmovilizado evitar males mayores: llevar un brazo escayolado sin que esté roto es mucho mejor que que esté sin yeso en caso de fractura.

Entre los pacientes atendidos, gente que lo ha perdido todo. O a todos. Niños sin padres. Padres sin niños. Abuelos que ya solo pueden llorar a sus familiares muertos. Y muchos que volvían a quedarse sin nada después de haberlo perdido todo antes. Se refería al 30 % de las más de 7.800 personas atendidas en el hospital que son refugiados sirios y que vivían en un campamento. 

Imagen del hospital de campaña.
Imagen del hospital de campaña. SERGAS

Sin poder dormir a cubierto

Los sanitarios españoles curaron el dolor físico a muchos. Tuvieron que hacer frente a brotes de sarna provocados por las condiciones higiénicas poco favorables en las que viven muchos. También a infecciones respiratorias y a diabetes, enfermedades con alta incidencia entre la población turca. Las heridas psicológicas precisan más tiempo para cicatrizar, no fueron suficientes los 33 días que duró la misión del grupo Start. «Hai xente que non é capaz de durmir dentro dos edificios e de noite sae para meterse en tendas de campaña ou nos coches», señala. Una situación de estrés postraumático que se suma al dolor natural por el fallecimiento de familiares y amigos. Una situación dura para la población local pero también para quien va a echar una mano. De hecho, el personal sanitario tiene apoyo psicosocial a su disposición por si lo precisa. Cree que será más necesario para los traductores, voluntarios que acudieron para servir de interlocutores con la población local, ya que poca gente habla inglés. «O seu papel é absolutamente clave á hora de trasladar información nun sentido e noutro», destaca Rubial, que reconoce que tuvieron que escuchar historias muy duras de primera mano.

El gerente del área sanitaria de Ourense se queda con la resiliencia de la población turca, dispuesta a seguir adelante a pesar de la tragedia. Porque la vida sigue. Y precisamente por eso también hubo momentos para las buenas noticias, en forma de nacimientos. El paritorio del hospital de campaña acogió la llegada al mundo de muchos bebés. «En Turquía hai agora moitas Evas e Sofías polas persoas que as axudaron a nacer», cuenta Rubial sin esconder la emoción. «Hai unha pegada imborrable», dice. En ambas direcciones.

La misión en Turquía ya remató. «Vimos que se abrían hospitais e centros de saúde, que se recuperaba certo pulso, aínda que tardarán anos en volver á normalidade», resume Rubial, convertido ya en un chaleco rojo —por la prenda que usan los miembros de Start para identificarse—. De vuelta a casa, el máximo responsable del Sergas en la provincia de Ourense dice estar orgulloso de los mecanismos de solidaridad que hay en España y que pueden desplegarse con rapidez, tal y como nos gustaría, asegura, que ocurriese si fuésemos nosotros los que precisásemos ayuda.