El valor de la cooperación internacional

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

COOPERANTES

Adrián Álvarez con su abuelo Liso, que fue vendedor de la ONCE
Adrián Álvarez con su abuelo Liso, que fue vendedor de la ONCE BASILIO BELLO

La cantera del talento | Adrián Álvarez obtuvo el mejor expediente a nivel nacional de su titulación en el 2020. Ha estado en numerosos países, pero asegura que «cando un volve a casa sente que é rico»

12 feb 2023 . Actualizado a las 23:59 h.

Temporalmente, Adrián Álvarez (Carballo, 1996) trabaja en Praga para Microsoft, en el departamento de recursos humanos. Le queda el trabajo del fin de máster del segundo que hace en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada. Para el primero analizó el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, donde estuvo un par de meses, y ahora lo hace con la guerra de Bosnia, que sigue estando muy viva para la población.

Forma parte desde el 2021 de la Sociedad Española de Excelencia Académica. Por su expediente y méritos obtuvo el primer puesto entre los seleccionados como mejores graduados del país en su titulación. Para él se trata de un reconocimiento al esfuerzo de su familia, especialmente de su madre, y de toda la sociedad. «Emocionoume porque recoñecían a miña nai», dice. Y también le sirvió para agradecer el apoyo. «Sen as becas, as que axudamos todos a pagar, eu non tería un título, nin sequera a oportunidade de terme sentado unha facultade», dice.

Por dos meses no se ha podido aprovechar de la última que obtuvo, una del Ministerio de Asuntos Exteriores para la formación de expertos en cooperación. Era para América Latina y él eligió Uruguay porque había hecho prácticas en el consulado y después cubrió bajas allí durante la pandemia. «Pero a realidade impuxose e tiven de rexeitala. Dar o salto significaba perder cartos que acababa de desembolsar e non tiña esa posibilidade», explica.

Si los pisos de alquiler en Carballo están caros, en Praga es una locura y más con la inflación. Al principio de estar en la capital la República Checa vivía en Viena, en casa de una amiga carballesa. Eran cuatro horas de tren de ida y otras tantas de regreso, pero podía teletrabajar algunos días. Finalmente encontró una vivienda más cerca del trabajo, pero se vio obligado a amueblarla, lo que lo dejó sin dinero para emprender una nueva aventura, «comezar case de cero outra vez».

Lo ha hecho ya un montón de veces desde que se fue de Erasmus a Polonia. Después fue a Armenia, gracias a un convenio entre la USC y la Universidad Internacional de Eurasia y ha vivido en Granada, además de estancias en Bosnia y otros países. «Cando un volve a casa sente que é rico», dice. Reconoce que valora lo que ha aprendido, pero que hay muchas cosas de España que ha echado de menos estando fuera, como la sanidad, pero también el hecho de proceder de un país sin conflictos. «En Armenia tiña compañeiros iraquís. Cando tiñamos uns días libres aproveitabamos para facer excursións, pero eles non podían ir a moitos sitios. Pensamos de ir a Xeorxia, pero eles non tiñan o visado, non podían entrar. Agora valoro moito iso de non ter problemas para ir a calquera sitio», explica.

Reconoce Adrián Álvarez que durante todo este tiempo ha echado mucho de menos su pueblo. «Emocionábame cando vía un anuncio de conservas de Calvo en Armenia. Facía fotos e dicíalles que eran do meu pobo. Ademais sempre tiña algunha para quitarme un pouquiño a morriña», dice.

«Vendo Eurovisión de neno aprendín a dicir grazas e boas noites en todos os idiomas europeos»

Adrián Álvarez puede mantener una conversación fluida en inglés, francés, portugués y, por supuesto, gallego y castellano. Reconoce que tiene pasión por los idiomas y que lo que más le gusta es poder hablar con la gente, mantener contacto e intentar entender sus puntos de vista.

Esa querencia por las lenguas le viene de hace ya años. «Vendo Eurovisión de neno aprendín a dicir grazas e boas noites en todos os idiomas europeos», explica. Se reconoce un gran fan del festival y cree que fue el que le abrió la mente y las ganas de ir a conocer todos esos países. Eso y su primer viaje al extranjero. Su tío lo llevó a Londres y no se inmutó cuando su sobrino se puso a hablar en el metro con las personas que consideraba extranjeras para pedirles una moneda de sus respectivos países. «Estaba a facer unha colección», explica con toda naturalidad.