Seis días de infierno en el Mediterráneo: «Hemos vivido con covid, poca comida, muchos menores y unas olas terribles»

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

COOPERANTES

Migrantes a la espera de puerto en el Mediterráneo central, cerca de Sicilia
Migrantes a la espera de puerto en el Mediterráneo central, cerca de Sicilia Alfonso Novo

Un gallego en el buque Aita Mari relata el fin de una semana de infierno

25 oct 2021 . Actualizado a las 09:21 h.

Fueron seis días de infierno en el mar, a los que puso fin este domingo por la tarde una notificación de Roma. Tras la negativa de Malta y el silencio de España, Italia dijo finalmente sí a la petición de atracar en algún puerto que llevaba haciendo desde la madrugada del martes el buque español Aita Mari, de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, tras el rescate de 105 personas en el Mediterráneo central. «Esa noticia de Roma fue una explosión de alegría en el barco», decía ayer emocionado a La Voz uno de los dos gallegos a bordo del buque guipuzcoano, que ofrece, desde el anonimato, en nombre de los 13 miembros de la tripulación, este testimonio de la situación de emergencia que han afrontado.

Muchos de los auxiliados por el Aita Mari, que se dirigía anoche ya al puerto siciliano de Trapani, siguiendo las indicaciones del centro de coordinación de Roma, son menores, según contó el rescatista a La Voz de Galicia, y han convivido a bordo con seis casos positivos de covid, «imposibles de aislar» en el barco. Salvo un chico de Gambia, el resto de los migrantes son egipcios, ciudadanos que ven en la costa de Libia la manera de alcanzar la promesa de un futuro en Europa.

«Estaban en carne viva»

De Libia salen a diario varias pateras con cientos de personas en dirección a Italia, un flujo migratorio constante sin visos de acabar y que sigue sin tener una respuesta coordinada de los países de la UE. La española Salvamento Marítimo Humanitario es una de las organizaciones que rescatan a estas personas que abandonan su país a la procura de un modo de vida mejor y asisten los naufragios en la zona. «Ha sido así: hemos encontrado una embarcación de madera a la que se le estropeó el motor. Hacía cuatro días que habían salido de la costa de Libia. 105 personas a la deriva, sin agua ni comida. Llevaban cuatro días perdidos, dando vueltas y vueltas», cuenta uno de esos gallegos a bordo del buque.

Fue un pesquero tunecino el que emitió la señal de socorro para auxiliar a la patera. «Nosotros estábamos cerca. La patera estaba en aguas cuya responsabilidad de rescate correspondía a Malta. Así que se contacta con Malta, pero Malta no contesta». Es la noche del lunes al martes. «Como Malta hace caso omiso, contactamos con Italia, pero tampoco contesta». El capitán del Aita Mari toma, ante este silencio por parte de los Gobiernos, «la determinación de llevar a cabo el rescate de los migrantes».

Muchos «estaban muertos de frío, algunos con quemaduras, debido a que la barca llevaba bidones de combustible. Y con las pérdidas de combustible del motor, iban sentados en una mezcla de agua de mar con combustible. Eso les produjo quemaduras en las piernas, en las nalgas, en todo el cuerpo. Estaban en carne viva», asegura el tripulante.

Como el buque de rescate es de bandera española, se intenta el contacto con España. «Pero España no responde. España no dio ningún tipo de comunicación en cinco días. Aquí hay, aparte de la tripulación, 105 personas en riesgo, muchos menores, varios casos de covid, escasez de agua y alimentos y estamos en medio de unas olas terribles. Es vergonzosa la dejadez por parte de Malta y, sobre todo, de España. Porque somos españoles», subraya.

Rumbo a Sicilia esta noche

«Esta no es la historia de un gallego en un barco de rescate. Es una denuncia —asegura—. Es terrible estar dando vueltas y vueltas sin que haya respuesta. El sábado, Malta les instó incluso a que salieran de sus aguas, donde se había refugiado del oleaje. «Eso implicó entrar en zonas donde el oleaje era todavía más fuerte. No había forma de dormir. Lo único era intentar mantener el equilibrio para no darte golpes».

La embarcación Aita Mari preveía llegar a Trapani en las próximas horas. «El capitán dice que llegaremos a puerto por la mañana», concretó al final de la tarde de ayer a La Voz uno de los gallegos que pondrán fin a este infierno de seis días a la intemperie entre Malta y Sicilia.

Chicos víctimas de torturas y de palizas diarias

Según el testimonio de este tripulante coruñés, que documenta el drama del Mediterráneo a bordo, todos los migrantes asistidos por el Aita Mari han pasado por la cárcel de Libia, no por comisión de delitos, sino porque «la cárcel funciona allí como un negocio. Libia es la forma que tienen esos chicos egipcios de llegar a Europa. Allí los meten en prisión y les dan palizas a diario. Un chico de 16 años me contaba ayer... Tengo que coger aire... —dice roto por el dolor, entre lágrimas— que recibía todos los días descargas eléctricas. Están llenos de cicatrices y heridas de esas palizas que les dan. Duele ver sus cuerpos. Les dan esas palizas para que contacten con sus familias y ellas les envíen dinero, y con eso, pagando, es como les dejan salir de la cárcel. Están todos masacrados. Si ves cómo lo cuentan los niños... Es terrible, es algo insoportable». 

 

 

El papa pide una solución duradera para los flujos migratorios en el Mediterráneo

El papa Francisco pidió ayer que la comunidad internacional alcance un acuerdo compartido y duradero para gestionar los flujos migratorios que están llegando a Europa por el mar Mediterráneo y que ponga fin a la devolución de estas personas a países no seguros. Este fin de semana, además de los 105 migrantes rescatados por el Aita Mari, otras 296 personas fueron socorridas por el barco Barents, de la organización Médicos Sin Fronteras, que estaban, al cierre de esta edición, a la espera de puerto para desembarcar. El servicio telefónico de ayuda a los migrantes en el Mediterráneo Alarm Phone comunicó ayer la pérdida de contacto con unas sesenta personas que iban a bordo de una lancha hinchable que se encontraba a la deriva en el Mediterráneo.

Por su parte, las fuerzas de seguridad de Alemania detuvieron ayer en la frontera con Polonia a medio centenar de neonazis armados con bates de béisbol y machetes que pretendían atacar a inmigrantes afganos, iraquíes y de otros países. Según informa Der Spiegel, son miembros del grupo ultraderechista Der III Weg.

El ministro del Interior alemán, Horst Seehofer, aseguró este domingo al diario Bild que la Policía alemana podría incrementar su presencia en la frontera con un despliegue adicional, ante la presión migratoria sobre Alemania y Europa.