Kiko Rojo: «Levamos todo o que podemos»

f. Rodríguez / s. g. r. REDACCIÓN / LA VOZ

COOPERANTES

Jose Manuel Casal

La veterana expedición solidaria «Un niño, un lápiz» comenzó a final de año y terminará este fin de semana

03 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ya trece años, el fotógrafo carballés Kiko Rojo puso en marcha la campaña Un niño, un lápiz, consistente en el envío de material escolar a determinadas zonas de Marruecos para ayudar a las familias que necesitaban este material. La idea nació tras un viaje para cubrir la carrera Lisboa-Dakar, precisamente la última que se celebró en África, antes de dar al salto a América, donde continúa. Fue ahí donde conoció la realidad económica y las necesidades de muchos pueblos, y le quedaron «ganas de volver» para ayudar. En principio iba a ser a Mauritania, pero por temas políticos y de seguridad, finalmente la elegida fue Marruecos. Todo empezó así, de manera simple, pero con el tiempo se ha consolidado de tal manera que ya es una de las iniciativa solidarias gallegas más longevas en el norte de África, y además ha crecido con tiempo. Bajo el paraguas del material escolar, al final suman tres vehículos diferenciados. Los otros dos están comandados por el piloto de autocrós Sergio Cancela y por Rubén Rojo, y entre todos suman unas diez personas que se distribuyen por varias zonas, incluida una empresa como Suissetrans que trabaja todo el año llevando y trayendo gente y material de Suiza a Galicia, y viceversa.

La salida hacia el sur, desde Carballo, fue en Nochebuena, y el regreso está previsto entre este domingo y el lunes. El trabajo, día a día, es intenso, y no resulta complicado seguirlo, al menos en imágenes, en varias cuentas de Facebook. Ha crecido la gente que viaja para ayudar, pero también el material que se reparte, ya que del material escolar inicial se han ido añadiendo alimentos no perecederos, ropa de abrigo, bicicletas, calzado... Todo ello, donado por empresas y particulares de la zona, la mayoría de Carballo. «A xente é boa», indica Rojo, al agradecer la colaboración, que nunca falla a la hora de realizar las donaciones. «Ás veces cres que a xente vai desconfiar, que vai pensar que hai cousas raras, pero non, neste caso a verdade é que non hai queixa», indica Rojo. Explica que, tras embarcar en Algeciras y arribar a Tánger, recorrió unos 600 kilómetros hasta llegar al Alto Atlas, y en concreto a Ilmichil, una comuna rural de la provincia de Midelt, en la región de Drâa-Tafilalet, a más de dos mil metros de altitud. Son unas nueve mil personas repartidas por el valle de Assif Melloul. «Un sitio moi alto, e con moito frío», señala, en contraposición a lo que muchos piensan que se va a encontrar, solo desierto, pero en esta parte del país, y además en esta época, no hace precisamente mucho calor, más bien al contrario. También encuentran desierto, naturalmente, y además en estos años han ido cambiando de alguna zona, pero de primeras el ambiente natural es montañoso y gélido. «Por iso a roupa de abrigo fai moita falta, aquí hai sitios que están a dous graos baixo cero, e tamén a catro baixo cero», algo que congela a cualquiera, pero más lo hace ver las necesidades de la gente a la que ayudan.

CEDIDA POR SEBAS ROJO

Tres todoterrenos

Llevarlo todo es imposible: «Levamos todo o que podemos», resume. Son tres todoterrenos cargados «ata arriba, non colle nada máis». Y las entregas están aseguradas, «porque se reparte todo en man». Ahí no hay intermediarios ni manera de perder de vista las donaciones. Explica que van de aldea en aldea, muchas veces a sitios recónditos, y ese encargar de una entrega personalizada al máximo posible. Ha habido años (y no pocos) en los que incluso sus hijos pequeños lo han acompañado, pero esta vez solo va con él su mujer, y se mueven en una caravana. Gracias a la experiencia de tantos años, también tienen amigos y conocidos en lugares por los que pasan.

Esa veteranía también le ha permitido ir conociendo a la gente del país: «Hai que verse alí para aprender desta xente. Son moi bos, xente moi boa. Non teñen case nada, pero danche todo. Non che preguntan que quen es de onde es, que vas facer... O trato é excelente. Agradecen moito o que lles dás, o necesario, porque ademais failles moita falta», señala.

«Son moi boa xente. Non teñen case nada, pero danche todo»