Los policías que mataron a Marcio Pérez en Brasil siguen trabajando en oficinas

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

BRASIL

Óscar Vázquez

Pese a que uno de los fiscales del caso no cree su versión y habla de homicidio, lo único que les prohibieron fue patrullar en la calle

28 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Salvador de Bahía, la ciudad brasileña en la que mataron al emigrante de Ponte Caldelas Marcio Pérez, tiene tres millones de habitantes. Además, basta con leer alguno de los periódicos de la urbe un día cualquiera para ver que los sucesos, sobre todo las muertes violentas, están a la orden del día. Sin embargo, la muerte de Marcio Pérez ha calado hondo en los medios de comunicación y en la sociedad. ¿Por qué? La familia de la víctima lo tiene claro: «Porque era una persona muy conocida y apreciada en la colonia española. Y porque lo mató a tiros la policía militar, y eso es un desprestigio muy grande para el cuerpo».

Sea como fuere, los medios brasileños siguen el caso y han logrado que uno de los fiscales que investiga la muerte hable claro y dijese que se trata de un homicidio cualificado, en el que la víctima no se pudo defender. Dijo también que la versión de los agentes implicados, que afirmaron que Marcio se saltó un control policial con su vehículo y lo acabaron matando por error, no se sostiene. Pese a ello, pese a que el fiscal habla de «ejecución», los policías no están detenidos, tal y como confirmaron ayer a La Voz distintos medios brasileños. Los apartaron de las patrullas de las calles, pero siguen en el cuerpo, haciendo labores en las oficinas. Este extremo resulta terriblemente doloroso para la familia de Marcio, que señala que «se pueden fugar o destruir pruebas».

El informe policial

Lo cierto es que la actuación del cuerpo de policía militar provoca una perplejidad tremenda. Primero se hizo un informe en el que se decía que la muerte había sido debida a un accidente. Pero había cosas extrañas, como que el coche policial no tuviese encendidas las luces, que solo fuesen dos agentes de patrulla -lo habitual son tres- y que los policías actuasen fuera de su zona de trabajo. Todas esas incoherencias que los amigos y la familia de Marcio manejan desde el primer día las puso de relieve el fiscal. Pese a ello, no hubo un nuevo comunicado del cuerpo policial. Eso sí, la Secretaría de Seguridad Pública le confirmó ayer al Correio que sigue investigando. A los medios brasileños no les sorprende que los agentes no estén detenidos y que ni siquiera hayan sido apartados del todo del cuerpo policial. «Desgraciadamente, esto funciona así aquí, la sensación de impunidad es tremenda. Los procesos duran años...», decía con pesadumbre un avezado periodista de sucesos de la ciudad de Bahía. 

La familia del fallecido pide ayuda para las dos huérfanas, «que quedan sin sustento»

Tras haber repatriado el cadáver y haber enterrado a Marcio en Anceu, la parroquia de Ponte Caldelas a la que el economista tiroteado en Brasil volvía cada cierto tiempo y a la que regresaron sus padres tras la emigración, la familia trata de recomponer su vida. Los progenitores están rotos tras la muerte, a los 41 años y en tan extrañas circunstancias, de su único hijo. Así que está siendo José Antonio, tío materno de Marcio, el que se está encargando de los trámites y de hacer las veces de portavoz familiar. Él tiene muy clara su prioridad: «Por supuesto que queremos justicia, claro que sí. Que paguen por lo que hicieron, por haber matado a mi sobrino. Pero hay algo que nos preocupa todavía más. Marcio era hijo único y mi hermana y mi cuñado ya nunca más lo tendrán con ellos. Pero todavía hay algo de Marcio en este mundo por lo que todos tenemos que luchar. Son sus hijas, que tienen 9 y 13 años y que se quedaron sin sustento. Su padre corría con su manutención, con la educación, la sanidad...».

Marcio, que estaba separado, tenía dos hijas. La mayor está ahora con los abuelos en Ponte Caldelas. José Antonio explicó que viajó desde Brasil porque ella quería acompañar el cuerpo de su padre y ver a su abuelo, que por cuestiones de salud no pudo viajar a Bahía con ellos para repatriar el cuerpo. La otra menor está en Brasil.

Llamamiento a las autoridades

José Antonio hace un llamamiento a las autoridades brasileñas, pero también a las gallegas, para que velen por el futuro de estas jóvenes: «Ellas son lo que nos queda de Marcio y nos da mucho miedo su futuro en un país en el que la sanidad cuesta mucho y en el que su padre era una figura vital a todos los niveles, pero también en el económico. Yo pido que tengan una indemnización por la muerte, que se la dé el Estado de Brasil, pero que también desde Galicia, como hijas de un emigrante que son, se mire por estas dos niñas».

El familiar habla también de que de momento no tienen novedades de la investigación de la muerte de su sobrino, a lo sumo lo que van leyendo en la prensa brasileña. Confía en que un primo suyo, abogado criminalista en Bahía, logre avances y que se aclare todo. Indica que dentro de la policía militar, la implicada en la muerte, «hay muchos hijos de españoles emigrados» y que ellos intentan que internamente se muevan las cosas. «Pero no estamos en España, es otro mundo y sabemos que no va a ser fácil».