«Os rusos e os galegos somos moi parecidos, desconfiados, de gardar a roupa, cariñosos e hospitalarios»

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

ASIA

Rosana Murias vive en San Petersburgo desde el 2009.
Rosana Murias vive en San Petersburgo desde el 2009.

La ourensana Rosana Murias reside en San Petersburgo desde el 2009

13 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde niña, Rosana Murias Carracedo (A Veiga, 1979) sintió fascinación por la lectura. Su vida siempre fue entre páginas de cuentos y novelas, leyendo lo que otros escribían y fantaseando con hacerlo ella misma. Y a través de esos libros soñaba con vivir lejos del rural, «nun sitio grande», cuenta. Sus primeras ideas fueron París y Nueva York, pero pronto apareció Rusia en el horizonte. No fue inmediato pero ahora, a sus 44 años, puede decir que ha cumplido sus metas infantiles. Es profesora de español en San Petersburgo desde el 2009 y acaba de publicar su primera novela, Pel de Crocodilo.

Murias estudió Filología Hispánica en Santiago y pronto tuvo claro que su vocación profesional era dar clases de español a extranjeros. Tras una estancia de un año en Inglaterra (después de pasar otro en Madrid), pidió una beca del Ministerio de Educación para ser lectora de español. No logró entonces el pase a Rusia, sino que acabó en Bulgaria. Allí vivió cuatro años hasta que finalmente consiguió su tan anhelado destino. Llegó a San Petersburgo con una beca para tres años. Y ya nunca más se fue. El país con el que soñaba desde niña es muy distinto al que se imaginaba, pero todas sus expectativas se vieron ampliamente mejoradas. En la antigua capital creó su propia familia (está casada con un ruso y tienen una niña de siete años), trabaja en la universidad y tiene pasaporte del país. Encontró su sitio a 4.140 kilómetros de su A Veiga natal, a la que regresa con frecuencia. «Pasamos aquí todo o mes de xaneiro, porque na universidade non hai clases, só exames; e tamén os dous meses de verán», relata. Eso le permite desconectar. «Estar aquí é outro mundo», relata. Cambia una ciudad de cinco millones de habitantes por un municipio de 925 vecinos. El ritmo de vida es otro.

A ella le gusta volver, pero a su hija todavía más. «Prefire A Veiga porque aquí só estamos cando fai bo tempo», señala Murias, porque incluso con frío y nieve el clima ourensano es mucho más agradable que el de la ciudad en la que vive. «San Petersburgo é para Rusia o que Santiago para Galicia, que sempre fai mal tempo... É coma Compostela, pero para mal. En inverno estamos a entre menos 10 e menos 15 grados e neste tempo hai catro horas de luz cada día. Pasas dous meses sen ver o sol», señala. Dice que no todo el mundo lo soporta. De hecho, cuenta que ha tenido compañeros del sur de España que no aguantaron tanta oscuridad y acabaron regresando. Ella no. Es feliz. «Síntome ben alí», señala. Sobre todo ahora que la población ha vuelto a una situación de estabilidad tras el inicio de la guerra con Ucrania. «No momento en que o país se afundía, a xente estaba moi deprimida. Ninguén debería ter que pasar algo así. Agora é algo que amarga, pero non asusta», señala. Habla de una situación triste: «É traumático para os rusos porque son familia cos ucraínos».

En todo caso, Murias rechaza hablar de política. Prefiere centrarse en lo que siente el pueblo. «Os rusos e os galegos somos moi parecidos», asegura. Algo que desde el desconocimiento semeja raro por la imagen «distorsionada» del país que hay en Europa. «Son moi coma nós: desconfiados, de gardar a roupa, non lle gusta moito entrar en conflito nin discutir e son moi cariñosos e hospitalarios», señala. Los define también como muy conservadores y tradicionales. «Teñen os seus tempos. Que se pretendan impoñer os tempos de Europa é un erro», remarca. Eso sí, asegura que entre los jóvenes los avances en derechos sociales han calado más y no tienen los mismos prejuicios que los mayores en cuestiones de género o derechos LGTBI. Y sobre San Petersburgo destaca que es una ciudad preciosa, muy moderna, llena de teatros. «O acceso á cultura e á educación son moi democráticos», señala.

Murias está en Galicia desde Nochevieja. Llegar fue toda una odisea, dice. Desde el estallido de la guerra de Ucrania y la cancelación de los vuelos directos a Europa la familia viajaba en bus hasta Helsinki para allí coger un avión; pero tras el cierre de la frontera por parte de Finlandia, el viaje se complicó. «Viñemos dando unha volta incrible por Azerbaiyán», relata. Dice que los rusos más adinerados salen por Turquía, pero supone un incremento importante en el precio. Y aún con escalas, el viaje no es barato: «Antes un voo directo de San Petersburgo a Barcelona custaba uns 300 euros. Agora vir sae por 800».

En Rusia es feliz. Eso no significa que no eche de menos algunas cosas de aquí. Más allá de las personas (que también, por supuesto), lamenta no tener con quien hablar en la lengua de Rosalía. Aunque eso espera que eso cambie a partir del próximo curso, ya que empezará a impartir clases de gallego. Además, también extraña poder ir al teatro, sobre todo a ver una comedia. Los giros lingüísticos se le escapan y no entiende de qué se ríen los demás. «Eu deféndome en ruso, pero non é o mesmo. Teño que estar facendo un esforzo todo o tempo e non sempre entendo», relata. Si piensa en gastronomía, echa en falta el pan y «todo o que veña do mar». No se ve volviendo pronto, pero cree que lo hará cuando se jubile. «Alí os invernos son moi duros», remata.

Una novela con pinceladas autobiográficas

Rosana Murias es una ávida lectora desde niña y llevaba tiempo con el runrún de escribir. En los últimos años publicó algunos libros y artículos, pero en el ámbito científico, nada de ficción. Hasta ahora. Tras más de un año buscando una oportunidad, acaba de sacar al mercado Pel de Crocodilo, con Medulia Editorial.

«É a historia dunha muller nova, Olga, que vive no Santiago dos anos 90. A súa vida, algo aburrida, vese trastocada por un suceso familiar. No seu camiño pasa por varias aventuras para rexurdir e volver sendo outra persoa», relata. No es una autobiografía, aunque sí tiene partes de ella misma, según confiesa Rosana. Dice que aunque la novela está escrita desde el yo, el protagonismo no está en ella, sino en su entorno. «Neste século de exaltación do eu, no que parece que o fin é coñecerse a un mesmo, o interesante está no mundo que te rodea, porque é o que te fai interesante a ti», señala. Y añade: «O mundo é fóra. O individuo é importante, pero na súa relación cos demais. Se non, caes no narcisismo».

Pel de Crocodilo mezcla novela con la biografía de Julia Pastrana —«que viviu a mediados do século XIV e era chamada muller simio porque estaba cuberta de pelo», explica—. Tiene también teatro e incluso pinceladas de un libro de viajes. «Nada sucedeu tal e como aparece na novela, pero todo ocorreu dalgún xeito», explica. Son situaciones que Rosana vivió en primera persona o que le contaron sus protagonistas. «Eu non son Olga, pero Olga ten moitas cousas de min», reconoce.

Ahora está en el proceso de presentación del libro. Hoy mismo (12.00 horas) hablará sobre la novela en Espazo Lector Nobel en Ourense (rúa Santo Domingo) y el jueves (19.00 horas) estará en la Libraría Couceiro de Santiago de Compostela.