La moda más «Chula» tiene sello ferrolano y se fabrica en Vietnam

beatriz antón FERROL / LA VOZ

ASIA

Laura Fontán, en las instalaciones de Chula
Laura Fontán, en las instalaciones de Chula

Laura Fontán es la cofundadora de una firma con conciencia, que da empleo a mujeres discapacitadas y crea puentes entre la cultura asiática y occidental

02 oct 2023 . Actualizado a las 10:11 h.

«A pesar de la distancia, estamos unidísimos a Galicia. No hay verano que no volvamos a Ares y Pontedeume, donde hemos veraneado toda la vida». A más de 10.000 kilómetros de la tierra que la vio nacer, Laura Fontán —ferrolana de 48 años—, no se olvida de reivindicar sus raíces y los lazos que la unen a Galicia. «Este verano organizamos una pop-up y un desfile muy especial en Ares y ya estoy pensando en hacer otro en Ferrol en cuanto pueda», comenta entusiasmada al otro lado del teléfono sobre la espectacular pasarela que montó el pasado mes de agosto en el puerto aresano.

En torno a su faro las modelos desfilaron con diseños alegres, de estampados llamativos, llenos de color y fabricados de manera artesanal. Es la marca de la casa de Chula, la firma que Laura y su marido, el leonés de raíces ferrolanas Diego del Valle Cortizas, fallecido hace dos años, fundaron en Hanói en el 2005, solo un año después de establecerse en Vietnam. Tras dieciocho años de andadura, la firma se ha convertido en un referente de moda en el país asiático, donde también funciona como catalizador de un sinfín de iniciativas culturales y sociales, crea puentes entre la cultura vietnamita y la occidental y da empleo a 23 mujeres discapacitadas, la mayoría de ellas sordomudas o con cojeras y otros problemas de movilidad como consecuencia de la polio. «La moda es la excusa, lo que más nos interesa es la parte social, cultural y creativa», resume Laura.

Imagen del desfile de Chula en el faro del puerto de Ares el pasado verano
Imagen del desfile de Chula en el faro del puerto de Ares el pasado verano

Pero para contar bien esta historia hay que viajar en el tiempo veinte años atrás, cuando la pareja, que por aquel entonces vivía en Santiago, viajó a Vietnam para asistir a la boda del hermano de Laura. «Era nuestra primera vez en Asia y nos quedamos enamorados y fascinados por este país. Fue entonces cuando surgió la idea de venirnos a vivir aquí», rememora.

Los dos ya habían vivido en el extranjero, todavía sentían el gusanillo de la vida nómada y no dudaron en dejar sus trabajos en Santiago (Laura en Panrico y Diego en una empresa de ingeniería) para asentarse en Hanói. «La idea inicial era quedarnos solo por un año, pero al final surgió el proyecto de Chula y el próximo 1 de mayo hará ya veinte años que vivimos aquí», relata.

Laura Fontán, en el centro (de rojo), con sus tres hijos en un desfile celebrado el año pasado en Vietnam
Laura Fontán, en el centro (de rojo), con sus tres hijos en un desfile celebrado el año pasado en Vietnam

Chula se puso en marcha en el 2005 —«cuando también nació nuestra primera hija, Carmen»—, y al tiempo que la familia fue creciendo y se amplió con dos niños más, la empresa amplió miras y asumió nuevos retos y desafíos. Actualmente cuenta con dos tiendas en Hanói y Ho Chi Minh (la antigua Saigón), vende a todo el mundo a través de su web y ha mostrado sus creaciones en pasarelas de París, Berlín, Roma... Y hasta en el Festival de Cine de Venecia, donde la actriz principal y la directora de la película Flapping in the Middle of Nowhere recogieron el premio especial del público vestidas con vestidos de la marca en el 2014.

«La ropa de Chula es muy original, alegre, distinta, tiene un sello propio y está hecha de forma artesanal», dice Laura. Pero, más allá de la moda, Chula también es un escaparate para el arte y la música: «En Hanói tenemos una tienda muy especial que funciona como un pequeño centro cultural con exposiciones y conciertos todos los meses».

Laura y Diego, en una imagen tomada hace años con algunos diseños de Chula
Laura y Diego, en una imagen tomada hace años con algunos diseños de Chula

Aunque ahora ya no está, Laura cuenta que el legado de su marido sigue muy vivo, porque «Diego nos dejó muchísimos diseños, y sobre todo, nos legó su visión de la moda, que era una visión altruista, generosa, de hacer las cosas con responsabilidad y a favor de la comunidad».

Arquitecto de formación, él era una «hombre del Renacimiento», «muy culto», interesado por la pintura y la música y que encontró en la moda el canal ideal para dar rienda suelta a su enorme creatividad. «Todo su legado y todo lo que construyó a lo largo de tantos años sigue adelante, no se ha parado, y eso me da mucha fuerza para seguir», dice Laura. ¿Su próximo proyecto? «Somos una firma sobre todo de moda femenina, pero tenemos una línea de hombre y la vamos a ampliar porque está teniendo mucho éxito».