La santiaguesa a la que fichó la multinacional de moda de Oriente Medio y ya triunfa desde Kuwait con colecciones para el Ramadán

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

ASIA

Verónica Ouro trabaja desde el 2016 en la firma de moda Riva, donde lleva la línea de ropa para adolescentes. Diseños suyos se pueden encontrar en países como Emiratos Árabes, Omán, Catar, Baréin o Arabia Saudí

22 feb 2023 . Actualizado a las 19:30 h.

Admite que en el 2016, cuando un recruiter -un especialista en recursos humanos- le propuso irse a trabajar a Kuwait, sus nociones sobre ese país se reducían a unos escasos datos sobre la Guerra del Golfo. «Me acuerdo que una amiga me dijo: ‘'¿Pero no será Dubái?'' Lo situábamos vagamente en el mapa», evoca sonriendo Verónica Ouro, la santiaguesa nacida en el barrio de Conxo que, seis años y medio después, triunfa ya desde ese país con sus colecciones de moda para niños y adolescentes. «Si me lo llegan a decir antes no me lo creería. Al principio lo afronté como una experiencia, pero ahora estoy muy a gusto aquí. Es mi segundo hogar. Aquí crecí laboralmente», evalúa a sus 36 años, repasando una trayectoria que ya arrancó con futuro.

Tras estudiar en la Escuela Mestre Mateo de Santiago, primero un curso de estilismo e indumentaria y después el grado de Diseño de Moda, su nombre empezó a sonar en el 2012 al imponerse en la Galicia Fashion Week como mejor diseñadora emergente, con una propuesta que viajaba por varias décadas y distintas zonas del mundo. «A continuación participé en varios certámenes y ya entré a hacer prácticas en una empresa de accesorios en Arteixo. Después salté a un proveedor de Inditex, donde me quedé un año, un trabajo que debió valorarse a la hora de proponerme venir a Kuwait para trabajar en Riva, una empresa de moda modesta, pero de tendencia. En cierto modo se podría considerar el Zara de Oriente Medio. Ellos buscan diseñadores europeos para dar un toque diferente a la firma», encadena.

«Era un reto, también por el país, pero me lancé. Me pesaron más los aspectos positivos que los negativos», destaca, analizándolos. «En contra está el calor, que se mantiene durante nueve meses. En agosto aquí se alcanzan temperaturas de hasta 60 grados. Solo se puede ir de casa al trabajo, a centros comerciales y poco más. Es muy duro, al estar sobre todo acostumbrada a la lluvia. Hay que estar preparado», defiende la santiaguesa, afincada en la moderna ciudad de Salmiya. «Si lo comparamos con otros países de su entorno, Kuwait es mucho más abierto aunque todavía quedan restricciones. Aún así, si respetas su cultura y tradiciones, no hay problema. Yo visto más o menos como en Galicia y nunca encontré ninguna objeción», sostiene.

«A favor estaba cambiar de aires, aunque nunca había pensado en irme tan lejos», reflexiona divertida. «Empecé a ver también que era un país con bajo índice de criminalidad, seguro. El dinar kuwaití es, además, la moneda más poderosa del mundo… Sobre todo pensé en la oportunidad laboral y acepté», recuerda ahora con satisfacción.

«Fue un salto grande. Al principio entré como diseñadora júnior y después ya sénior, centrada siempre en moda infantil y para adolescentes. A día de hoy manejo yo sola una línea de ropa, la de teens. En la de infantil trabajo con otros dos compañeros», describe con orgullo, aclarando, que salvo con algunas limitaciones trabaja con «total libertad». «Si en la ropa infantil incluimos dibujos o diseños de animales, evitamos ciertos aspectos comprometidos o religiosos, al no estar bien visto en el Corán, pero salvo en esas cuestiones, se respeta la creatividad, mi punto de vista, mi gusto. Nunca me pusieron pegas», añade. «Es una ropa casual, del día a día, que veo moderna. La firma trabaja también con licencias y estampados de personajes como Looney Tunes, Chupa Chups o Cheetos», señala. «En ropa para adultos sí que habría que adaptarse a las costumbres de aquí, donde no se suele optar por escotes, faldas cortas o moda ajustada. Pero hay muchas opciones modestas, modernas y a la vez aptas para clientes más religiosos», analiza, volviendo al ámbito infantil.

«Cuando ves a muchas chicas llevando tu ropa es una alegría. No olvido eventos que hicimos, como uno con una colección de Barbie que tuvo mucho éxito. Tampoco, la primera vez que llegué a una tienda de la firma y vi a una mujer comprando dos vestidos para su hija que había diseñado yo. Hasta le di las gracias y le expliqué que eran míos. Fue un subidón», rememora feliz, aclarando que hasta ahora su comunicación siempre es en inglés. «Me da rabia reconocer que solo sé unas palabras en árabe pero, realmente, no me hizo falta. Hasta el 80 % de los habitantes somos expatriados. Todo el mundo habla inglés», remarca, ahondando en el modo de vida en Kuwait.

«Yo lo desconocía hasta llegar hasta aquí, pero el Ramadán, además de ser un mes de oración y ayuno, también es una época donde la comunidad musulmana hace hincapié en su forma de vestir. Para todo el mundo, también para los niños, se opta por ropa más elegante, con tejidos más especiales o elaborados. Esa época pide perlas, lentejuelas, brocados… los colores suelen ser el dorado, el plateado o los pasteles. Yo el año pasado hice una primera colección para el Ramadán, que supuso un reto para mí al abrir mi mente al gusto de ellos. Aún así, esa propuesta funcionó muy bien y este año ya se lanza la segunda. Solo falta un mes para el Ramadán, que este año comienza el día 23 de marzo», avanza con ilusión.

«Por ahora no me planteo volver a Galicia, salvo en vacaciones, cuando aprovecho para recuperar el tiempo con mi familia y amigos. Aquí disfruto mucho de mi trabajo. Aprendo y veo que la gente aprecia lo que hago. La ropa de Riva está ya, además de en Kuwait, en Emiratos Árabes, Omán, Catar, Baréin o Arabia Saudí. Ver que diseños tuyos llegan tan lejos es genial», afirma, sin negar nunca su morriña. «En alguna ropa sí hemos introducido palabras en español, como ‘hola' o ‘bonita'», desliza. «Cuando hablo aquí de Galicia asienten cuando aludo al Dépor o a Zara. Son apasionados del fútbol y la ropa, y de toda la cultura española», termina sonriendo. 

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