La vida en Shanghái con la política de covid cero: «Por un caso encerráronnos a todo o bloque de trinta plantas»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

ASIA

Un oficial de policía distribuye a la gente en la zona confinada de Shanghái, al este del río Huangpu
Un oficial de policía distribuye a la gente en la zona confinada de Shanghái, al este del río Huangpu ALEX PLAVEVSKI

El malpicán Martín Puñal ilustra lo «aprensivos» que son los chinos con el virus y el temor «a verse sinalados» por contagiarse

01 jun 2022 . Actualizado a las 12:41 h.

A Martín Puñal todavía no le afecta este último confinamiento generalizado que se cierne sobre la ciudad china de Shanghái. Vive en el margen izquierdo del río Huangpu, que parte en dos esta gigantesca metrópolis de 26 millones de habitantes. De momento, los que no pueden salir de su casa son los del lado derecho, donde se concentran la mayor parte de los positivos por covid, pero a partir del viernes la cuarentena cambiará a la otra ribera. Es la fórmula para hacer frente al mayor brote desde el 2020 que han adoptado los nuevos gestores de la ciudad. Los anteriores fueron cesados de manera fulminante junto con su política de «cero covid dinámico» que no ha dado los exigentes resultados pedidos por el Gobierno chino.

En cualquier caso, Puñal, natural de Buño (Malpica), ya ha experimentado como se las gastan con los aislamientos porque se enfrentó a uno hace solo tres semanas. «Por unha rapaza que chegou doutra provincia e deu positivo encerráronnos a todo o edificio, máis de 1.000 persoas. Chegamos á casa un venres e estaba todo acordoado. Fixéronnos tres test e como demos todos negativos só foron dous días de confinamento. Se aparecese algún caso eran 12 días nunha urbanización que ten catro torres de 30 plantas cada unha, unhas 7.000 persoas», explica este arquitecto de Malpica, que lleva en el país desde el 2015 y ha podido experimentar todas las fases de la pandemia.

Martín Manuel Puñal Casal lleva en Shanghái desde el año 2015
Martín Manuel Puñal Casal lleva en Shanghái desde el año 2015 .

«Facemos vida normal dende marzo do 2020. Hoxe [por ayer] fun correr, facer a compra... pero xa levo tres semanas traballando dende a casa. Por exemplo, eu xogo ao fútbol e a moza xa me dixo: ‘non vas’ porque a xente aquí é moi aprensiva. Hai moito espírito colectivista e non queren verse sinalados en plan: ‘fun xogar ao fútbol, collín o virus e vanme mirar mal’. Hai medo a ese estigma», relata Martín, que percibe cierta ambivalencia en el clima social. Por un lado la gente está cansada de las medidas tan estrictas, pero por otro prima la responsabilidad y un miedo al virus muy superior a que en estos momentos se percibe en España. «Debátese moito se a corentena igual non chegan 14 días e terían que ser 21, o tema de que veñan estranxeiros, que os chinos que están fóra non volvan tampouco... porque con esa política tan estrita apenas houbo un par de brotes —que xa che digo, ao mellor é un caso que chegou de fóra—, pero agora tentaron outra estratexia. Co tema de que ómicron é menos letal relaxaron un pouco e parece ser que nun hotel [allí los contagiados se confinan obligatoriamente] se rompeu a cadea e a cousa fóiselle das mans. Teñen medo que se colapse o sistema sanitario e eu en certa maneira enténdoo porque hai máis de 25 millóns de persoas e se vas a un día normal a un hospital público xa ves que está practicamente colapsado», concluye Puñal, que, «iso si», destaca la exquisita organización con la que se lleva todo el protocolo cuando se produce un aislamiento: «Os voluntarios tráenche comida, sacan o lixo... todo moi ben organizado».

Con todo ese nivel de pulcritud, lo que para China es la situación más preocupante de la pandemia, en realidad se traduce en 1.629 positivos en las últimas 24 de horas (326 de ellos en Shanghái) para una población de 1.400 millones de personas.

Los cierres en China ponen en peligro la viabilidad de negocios en Vilagarcía 

Los efectos de la pandemia en China —y también de la crisis comercial de alcance mundial— no los sufren solo los gallegos que viven allí. El muxián Félix Pérez Sar regenta junto a su esposa las tiendas de hogar y decoración Flips en Vilagarcía, Vilanova, Cambados y Pontevedra desde hace tres décadas. Llegó a ir personalmente a China para gestionar las importaciones, aunque hace años que trabaja con intermediarios, que no lo están teniendo nada fácil. «Algún dos meus provedores non puideron ir alá aínda dende que comezou a pandemia. Todo o traballo se fai por internet e por teléfono. O porte dun contedor que andaba polos 1.000 euros está en 15.000-18.000 euros, os tempos de fabricación que eran de dous meses agora están en catro, cinco ou seis... todo así», cuenta Pérez Sar, que también percibe como ha cambiado la manera de hacer negocios con China en estos 30 años y teme que muchas pequeñas empresas como la suya no se sostengan. «Unha cousa que valía 50 euros agora tiñas que cobrala a 100. Cóbrala a 75 e asumes ti os outros 25, pero iso podes aguantalo un tempo, incluso cos aforros propios, pero non para sempre», concluye.