Un ourensano coordina la compra de obras de arte de los museos de Abu Dabi

Olga Suárez Chamorro
olga suárez chamorro REDACCIÓN / LA VOZ

ASIA

Daniel Suárez, segundo por la izquierda, durante las obras del Louvre Abu Dhabi
Daniel Suárez, segundo por la izquierda, durante las obras del Louvre Abu Dhabi

Daniel Suárez lleva diez años trabajando para el Ministerio de Cultura del emirato, en el que coordinó la creación de las delegaciones del Louvre, el Zayed o el Guggenheim

15 oct 2018 . Actualizado a las 13:02 h.

Abu Dabi se sitúa entre los diez mayores compradores de obras de arte y antigüedades de todo el mundo y el país está haciendo una apuesta fuerte por la cultura. El pasado noviembre abría sus puertas su Museo Louvre y en los próximos años lo harán el Zayed National Museum, en colaboración con el British de Londres; y el Guggenheim, así como tres museos nacionales. De todos estos proyectos tiene mucho que contar el gallego Daniel Suárez, que dirige la sección de conservación de obras de arte del Ministerio de Cultura de este país, en el que vive desde el año 2010.

Su trabajo se centra precisamente en la adquisición de las obras de arte para todas estas pinacotecas: «A pesar de la rutina que se impone tras realizar unas 1.200 transacciones, destaco por emocionante la compra de Salvatore Mundi, un Leonardo Da Vinci que se vendió por 450 millones de dólares, a fecha de hoy el precio más alto nunca pagado por una obra de arte». Pronto lucirá en una pared del Louvre Abu Dabi.

Emigrantes retornados

Daniel Suárez se tituló en 1998 en la facultad de Restauración de Pontevedra. Hijo de emigrantes ourensanos retornados de Francia, llegó a Galicia a los 17 años y, hasta su actual destino, ha vivido en Vigo, Pontevedra, A Coruña y en As Regadas, parroquia de Beade donde nació su madre y con la que se identifica mucho. Sus primeros pasos laborales los dio como funcionario interino en la Diputación de A Coruña: «Ahí entendí el lado institucional de mi profesión, cuyo mercado depende en su gran mayoría de fondos públicos». Después pasó al sector privado, hasta el 2010, cuando pasó a formar parte del Ministerio de Cultura de Abu Dabi. Además de la ya citada adquisición de una obra de Da Vinci, destaca el haber participado en los aspectos arquitectónicos de los nuevos museos del país, diseñados por Frank Gehry, Norman Foster y Jean Nouvel. «Trabajar con estos estudios me ha permitido beber de su experiencia en el diseño de instituciones museísticas», cuenta. Y también recuerda con especial emoción la creación del Fondo Internacional para la Salvaguarda del Patrimonio en zonas de Conflicto Armado, una organización formada de la mano de la Unesco para luchar contra el tráfico de bienes culturales.

Daniel no dramatiza sobre el choque cultural entre su país de origen y de acogida, «habiendo oído las duras experiencias de emigración de mis padres, lo último que puedo hacer es quejarme». Todo le parecía extraño, pero no recuerda ningún aspecto de su proceso de integración al que le haya costado adaptarse. Confiesa, eso sí, que llegó lleno de prejuicios acerca de la vida en los países islámicos, «tras unos años viviendo aquí, considero que para nada tienen la dimensión que se les otorga». En el ministerio donde trabaja conviven cada día unas 30 nacionalidades y él es el único español.

De forma paralela, según pasan los años también ha cambiado su idea de España, un viraje que él denomina «síndrome de polarización»: «Lo bueno me parece espectacular y lo malo desastroso». Cree que el hecho de haber pasado buena parte de la crisis económica fuera y en un lugar en el que el impacto fue menor, hizo que tuviera una visión distorsionada de la situación que se vivió en España. A nivel laboral es consciente del lugar que ocupa y de que es una labor que no podría hacer en su país. Reconoce que, después de la compleja experiencia de la Ciudad de la Cultura, es difícil que se vuelva a plantear el desarrollo de un proyecto museístico de cierta envergadura en Galicia. Ideas no le faltan y cree que, teniendo la infraestructura construida y habiendo tantos grandes museos deseando ofrecer parte de sus colecciones actualmente almacenadas, «me pregunto si la Consellería de Cultura ha explorado la posibilidad de una alianza estratégica». Y cita como ejemplo el Pompidou que ha conseguido Málaga por poco más de 2,5 millones de euros. «Como ves, hay campo para la negociación».

Expandir horizontes para evitar caer en el anquilosamiento

La posición actual y los orígenes de Suárez le permiten una visión de la situación de la cultura internacional bastante amplia; de un lado ve distritos emergentes -cita Abu Dabi o Hong Kong- que han decidido apostar por la cultura a gran escala, «ambos carecen de un ecosistema museístico, por lo que toca crearlo». Y del otro cita a Europa, que trabaja en mantener sus museos históricos. «Nadie lleva a cabo una política de adquisiciones tan feroz como la nuestra, porque Europa tiene sus colecciones ya estructuradas».

Ante esta perspectiva, cree que en su profesión es «saludable expandir horizontes frente a una situación de anquilosamiento». Las informaciones que recibe de colegas no son alentadoras, porque el mercado privado de coleccionistas es muy limitado «y se sigue dependiendo de los exiguos fondos públicos». Y se queja de que la profesión de conservador o restaurador está escasamente reconocida, lo que deja abierta la puerta al intrusismo. «No existe marco legal que nos ampare del modo en que Francia, Gran Bretaña o Suiza mismo regulan los aspectos operativos de la protección de su patrimonio».

Su trabajo le facilita venir a menudo a Europa y, siempre que puede, aprovecha para hacer una escapada a Galicia. «Una vez, en lugar del vuelo directo acabé cogiendo cinco para poder estar unas horas con mi familia». Y vuelve a hablar de su infancia y de la morriña de sus padres para valorar lo que las nuevas tecnologías facilitan hoy a los que viven lejos de los suyos. «Como todo buen emigrante, pienso con cierta frecuencia en el día de mi vuelta a casa, pero para nada me plantearía volver a no ser por razones puramente familiares». Lo bueno es que, si eso ocurriera, los ámbitos de actuación de su profesión abarcan otros campos todavía muy presentes en Galicia. Y experiencia no le falta.