El presidente del Centro Gallego de La Plata: «Los que estamos aquí sentimos un amor por Galicia tan grande como por Argentina»

Cecilia Valdez BUENOS AIRES / E. LA VOZ

ARGENTINA

Diego Pérez en la playa de Covas, durante una visita a Viveiro.
Diego Pérez en la playa de Covas, durante una visita a Viveiro. .

La institución ubicada en Buenos Aires está a punto de cumplir 75 años y cuenta con 400 socios, la mitad de ellos gallegos

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo 10 de agosto, el Centro Gallego de La Plata, en Buenos Aires, cumple 75 años. La institución ofrece actividades de todo tipo y sirve de refugio para quienes buscan reencontrarse con sus orígenes o se sienten atraídos por la cultura gallega, en un país en el que los relacionado con España tienen un peso específico, y en el que el genérico de español es gallego. O lo que es lo mismo, en Argentina, sí eres español, por extensión, eres gallego, aunque hayas nacido en Sevilla, Soria o Barcelona. Diego Pérez (46 años) es presidente del Centro Gallego de La Plata desde hace ocho años y es gerente de recursos humanos de una empresa de servicios petroleros y energéticos. Está casado y tiene dos hijos, y en esta charla con La Voz relata su experiencia personal, su largo recorrido en el centro y la relación tan estrecha que tiene con Galicia.

—¿Cuál es la historia del Centro Gallego de La Plata?

—El centro lo fundó un grupo de gallegos que vivían por esta zona, el 10 de agosto de 1949, y en 1956 ya se pudo comprar la sede. En su momento, tuvo más de 1.500 socios y se hacían carnavales que convocaban a unas 700 personas. Hoy hay 400 socios, de los cuales unos 200 son gallegos o descendientes. La Xunta, para reconocerlo como centro, exige que el 40 % de los socios sean gallegos.

—¿Y cuál es su historia con esta institución?

—Mis padres, cuando se casaron, hicieron la fiesta aquí, así que yo ya venía de pequeño porque mi abuelo era el cocinero. Tengo tres abuelos gallegos y una asturiana. Los paternos eran de Celanova, y los maternos, de Viveiro y de Boal (Asturias). Mi abuelo Darío, el cocinero, falleció joven, y mi familia después de eso dejó de venir al centro, pero cerca del año 2000 llamaron a mi papá para que volviera porque necesitaban socios, y ahí empezamos a venir de nuevo. En el 2005 me trajo a mí como vocal de la comisión directiva y, desde el 2016 soy el presidente y el cocinero. Cocinó empanada gallega, callos, tortillas, y antes, cuando se podía por el precio, hacía bacalao.

—¿Cómo son sus vínculos con Galicia?

—Tengo varios primos hermanos en Galicia. Estuve en septiembre para participar en el pleno del Consello de Comunidades Galegas do Mundo, y también fui a llevar los restos mortales de mi abuela, tal como se lo había prometido. En el 2016 ya había llevado los de mi abuelo a Viveiro. Del pleno participamos 24 centros de Argentina y 57 del resto del mundo, porque unos 34 están en Argentina.

—¿Qué actividades organiza la institución que preside?

—Las principales actividades son el Coro Polifónico Cantaruxeiros y el baile, pero también hay muchas otras relacionadas con la cultura gallega. En los últimos años sumamos clases de dibujo que ya trabajaron según mitos y leyendas, que luego se expusieron en una romería, y ahora van a trabajar con el Camino de Santiago. Las clases de patín también son de las actividades que más convocatoria tienen, junto al coro, en el que participan unas 40 o 45 personas, con un repertorio fundamentalmente gallego.

—¿Sigue usted la política española?

—Leo La Voz de Galicia y todo lo que me llega, y estoy muy al tanto de todo lo que pasa en España. En el mes de septiembre, cuando fui, me dijeron que estaban preocupados por lo que había subido la gasolina, y les dije: “Bueno, vengan a la Argentina un rato, y después hablamos de inflación”. Sobre la política gallega también estoy informado porque me interesa y trato de estar siempre al día.

—¿Cómo ve la situación argentina con la llegada de Milei?

—Te puedo dar mi opinión personal. Creo que la situación es complicada y que en un momento tan crítico como el que estamos atravesando, son imprescindibles el diálogo y el consenso, y la realidad es que no parece que este Gobierno haya empezado de ese modo, pero deseo de todo corazón que se pueda revertir este camino.

—¿Cree que la situación empujará a algunos a emigrar?

—Conozco a mucha gente que emigró en los últimos años, y hay otra tanta que está valorando ahora tomar esa decisión, viendo cuáles son las ventajas y los inconvenientes. En el mes de marzo pasado vinieron de la Fundación Venancio Salcines y de Nortempo para asesorar sobre el programa Retorna Cualifica Emprego de la Xunta de Galicia, que promueve la vuelta de gallegos, o descendientes de gallegos, a Galicia con un contrato de trabajo.

—¿Por qué considera que es importante mantener las tradiciones culturales gallegas en la emigración?

—Todas las personas que estamos aquí sentimos un amor por Galicia que es tan grande como el que podamos sentir por Argentina. Hay una frase en el pasillo de la escalera, que yo la tengo tatuada en el brazo, y que dice: «Saber de dónde vengo, me ayuda a saber adónde voy». Está escrita en gallego y pertenece a Rosalía de Castro. Yo creo que conocer cuáles son tus raíces y mantener ese vínculo con ellas, te une a tus antepasados, porque uno viene de esos lugares, y cuando vas a visitarlos, la sensación que tienes es la de volver a estar en casa.