Pilar Barreiro Fariña, que aún trabaja como guía turística a sus casi 90 años en Argentina, y es originaria de Zas

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

ARGENTINA

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Sus padres eran de la capital municipal y emigraron en los años 20. Tuvieron 8 hijos (7 eran varones) y solo queda ella

15 sep 2023 . Actualizado a las 08:24 h.

Cuesta creer que Pilar Barreiro Fariña, residente en Buenos Aires, tiene casi 90 años (en realidad los tendrá dentro de poco, en diciembre). No por su aspecto, ni por su voz, ni por su entusiasmo al hablar se le hecha por asomo esa edad. Pero si eso ya parece algo inaudito, más lo es al comprobar que sigue trabajando. «Ya no como antes, claro, ahora son viajes más cortos, y menos veces, no tan seguido. Antes sí eran muy largos, por ejemplo de diez horas a Córdoba, y así», explica. Lo hace porque le gusta y se lo puede permitir, ya que tanto de salud física como mental está perfectamente. «He trabajado mucho en turismo y aún lo hago, llevando a la gente a pasear», y en concreto en una agencia mayorista de casi treinta años, Noche y Día. En autobús, o en coche cama, en la mayoría de las ocasiones. Es una manera de mantenerse activa, hablar con la gente, y volver a ver lugares que ya conoce por buena parte del país.

Su vínculo con la Costa da Morte y con Soneira es total, ya que tanto su padre como su madre eran originarios de Zas, de la capital municipal. Curiosamente, su relación afectiva e interés con el lugar de origen es relativamente reciente, poco más de veinte años, y comenzó a través de la entidad Hijos de Zas. Una institución de la emigración en la capital argentina, pues acaba de cumplir cien años. Fue el 1 de febrero de 1923, bajo el nombre original de Hijos del Ayuntamiento de Zas.  

Hace un siglo

Justamente en la época en la que se marchó su padre, y como él decenas o centenares de vecinos en busca de una vida mejor. Llegó hasta Rosario, en la provincia de Santa Fe, en Argentina, donde trabajó en las cámaras frigoríficas, y unos dos años más tarde ya llamó a su mujer y a sus dos hijos mayores, de 4 y 5 años, los únicos nacidos en Zas. Los siguientes, ya todos en Argentina. Ocho en total, siete de ellos hombree, y la única mujer fue Pilar. Es además la única que sigue con vida. Y con mucha familia (su esposo falleció hace 28 años) de hijos, nietos y ya cuatro bisnietos, con parientes en México y, por supuesto, primos en Zas, con los que mantiene contacto.

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Vino a verlos en dos ocasiones. La primera, en un viaje organizado en el 2001 por la asociación, con un buen número de emigrantes que fueron recibidos por la corporación. Y la otra, en el 2014, ya con sus familiares directamente. La primera vez fue muy emocionante para todos, ya que muchos no habían vuelto a ver sus lugares de origen desde que se marcharon de niños o jóvenes, y para Pilar fue encontrarse de repente con esos espacios de los que le hablaban sus padres. Al menos, ella sí pudo descubrirlos, porque los padres ya no regresaron más.

Su vida ha estado en Buenos Aires, en los barrios de Floresta o Matadores, pero con una mirada al otro lado del Atlántico. «Soy argentina, pero el corazón lo tengo en Zas», reconoce. Y lo vive siempre que hay ocasión con las actividades de Hijos de Zas, a la que llegó casi de casualidad gracias a un matrimonio amigo. Es curioso, porque su propia familia no participaba en la asociación, que aprovecha fechas señaladas, como el día de la Virgen del Carmen (que se festeja en la localidad soneirana) para organizar actos especiales. «Para mí, es un orgullo comunicarme y mantener relación con la gente de allí. Y con la de Zas». Tanto, que insiste en que quede constancia de mandar «un abrazo» a sus primos «y a todo el pueblo de Zas», y enviado queda.