Tres mariñanos, fundadores y directivos del banco de Galicia en Buenos Aires

La Voz

ARGENTINA

Marcelino Oucinde, de Ribadeo; García Olano, de Mondoñedo, y Pla Zubiri, de Viveiro

28 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A cien metros de la Plaza de Mayo, detrás de la Catedral de Buenos Aires, se levanta un gran rascacielos. En su cima destaca, bien visible, la Cruz de Santiago Apóstol y el nombre Galicia. Iguales iconos se ven en otras muchas calles y avenidas porteñas. No los paga el Estado, ni la Xunta ni el Xacobeo. Son el emblema del Banco de Galicia y Buenos Aires fundado por gallegos en 1905. Galicia no precisa consulados ?tiene 415 centros por el mundo, más que embajadas España- ni invertir en el prestigio de su marca. Ambas cosas se las dieron sus emigrantes. Tres de ellos, claves en lo que hoy es el segundo banco argentino, eran Marcelino Oucinde, de Ribadeo; García Olano, de Mondoñedo; y Pla Zubiri, de Viveiro.

El banco abrió sus puertas el 6 de noviembre de 1905, fundado por un grupo de emprendedores con un capital inicial de 1 millón de pesos. Al cabo de un año tenía ya 2.500 cuentas y un movimiento diario de 500 pesos. Su primer presidente fue Manuel Bares (Bueu 1855-Belgrano 1945), maestro, periodista y masón, que nombró como gerente a J. Ignacio Ares de Parga, un pedagogo ourensán que abanderó la enseñanza laica y experimental.

Hijo de un canteiro

A Ares de Parga le sucedió Francisco García Olano, síndico en la primera junta ?el cuidador de los intereses de los accionistas- y luego directivo en 1910, bajo la presidencia de Manuel Casal, cuando el banco tenía un capital de 10 millones y seis sucursales. Olano era hijo del canteiro Venancio García y de la vilalbesa Guadalupe Olano. Nació en 1870, emigró con 17 años y fue un comerciante de fortuna. Presidió el Centro Gallego de 1923 a 1926, una de sus etapas más luminosas y expansivas.

El Banco de Galicia cotizó en la Bolsa del Comercio de Buenos Aires desde 1907 y en la de Madrid desde 1914. En ese período, los gallegos eran mayoría en el consejo de administración y en los cargos directivos. En 1926, tras las dificultades derivadas de la primera Guerra Mundial, llegó a la presidencia Manuel Escasany ?un catalán dueño de joyerías y relojerías- que le dio una nueva orientación. Su hijo Eduardo se alió, a fines de los 60, con las familias Ayerza y Braum ?aristocráticas, cultas, ricas, la primera argentina y la segunda de origen chileno- y llevó a la entidad a liderar la banca privada del país austral.

Desde entonces, Banco de Galicia financió la construcción y venta de 36.000 viviendas ?2,4 millones de m2 capaces de albergar a 150.000 habitantes-, abrió sucursales en Londres y Nueva York, opera como depositario del FIMA (Fondo Común de Inversiones), creó Consolidar ?un fondo de jubilaciones y pensiones líder mundial con 700.000 titulares- y entró en negocios de autopistas, seguros, banca de inversión, etcétera.

Hoy, el banco está controlado por el citado grupo accionarial de las familias Escasany, Ayerza y Braum. 

Oucinde, la salida de los gallegos y el banco hoy

Los fundadores y primeros accionistas del Banco de Galicia y Buenos Aires fueron un grupo de gallegos con grandes fortunas. Muchos eran estancieros, con negocios de agroexportación, como los hermanos Moreno Ulloa, el cangués Félix Soage o Manuel Santamarina, de Ourense, que ?según Andrea Reguera en el libro Buenos Aires gallega- tenía, entre otras propiedades, 33 estancias que sumaban 447.665 hectáreas en Buenos Aires, Santiago del Estero y Río Negro, 26 solares urbanos en Tandil, 30 propiedades en Buenos Aires y varias casas-quintas. Además de estancieros, había industriales como Manuel Salgueiro, de Nigrán, y sus Bodegas La Soberana; el malpicán Anselmo Villar, concejal en Buenos Aires e industrial de fundición y laminado de hierro; o el ribadense Laureano Marcelino Oucinde Fernández.

Oucinde (Ribadeo 1846-Buenos Aires 1919) estudió en la Escuela de Náutica. Emigró recién casado y tuvo cuatro hijos: Laureano, Tomás, Juan y Arturo. Abrió una librería y luego un taller de encuadernación e imprenta que él y sus hijos convirtieron en los más modernos y exitosos talleres gráficos argentinos. A su muerte, uno de sus hijos, Laureano, fue director general de la famosa Editorial Peuser.

La presencia de los gallegos en el accionariado y en cargos directivos del Banco de Galicia y Buenos Aires fue muy alta hasta 1926, coincidiendo con la entrada de Escasany, y alta hasta finales de los 50. Uno de los últimos dirigentes gallegos fue el vilagarciano José Barrio que ingresó con 16 años en la firma, pasó por todos los departamentos y llegó a ser gerente general.

Según el informe bancario de 2020 de la República Argentina, el Banco de Galicia y Buenos Aires es hoy el segundo del país, por detrás del Banco de la Nación, y por delante del Banco Macro, el BBVA o el Banco Santander Río. Su patrimonio alcanza los 74.186.194 millones de pesos. Sus activos rondan los 597.911.540 millones y tiene 326 sucursales bancarias en todo el país en las que se ocupan más de 6.000 empleados.

Emilio Pla Zubiri, el hermano menos conocido de la saga, fue director de la sucursal de Avellaneda

Emilio Pla Zubiri fue, durante años, director del Banco de Galicia y Buenos Aires en Avellaneda, una ciudad de 350.000 habitantes llamada la Liverpool de América por su gran industria metalúrgica. La urbe fue uno de los principales núcleos donde se asentaron los gallegos que incluso fundaron allí el primer Centro Gallego de Argentina en 1899. Era una persona ?según dice Céltiga en 1926- muy apreciada por la colectividad por su inteligencia y vocación de servicio.

Era hijo de Juan Pla Sampedro ?farmacéutico y abogado de Viveiro que fue magistrado en varias audiencias y presidente de la de Logroño, donde falleció- y de Isabel Zubiri.

Estudió en Mondoñedo, en el antiguo Colegio de Ceballos al que se desplazaban desde Lugo los examinadores, pero debió de emigrar muy pronto a la Argentina pues su nombre raras veces aparece relacionado con los hermanos Pla Zubiri.

Uno de ellos, el mayor, fue Florencio, que era Coronel de Caballería; otro fue Juan, registrador de Pobra de Trives, A Garda, igualada y Manresa y autor de obras como La Cruz del Puente o A Tola de Covas en la que, con prólogo de Antonio Rey Soto, recrea el ambiente de Viveiro antes de la Guerra a través de los amores de dos jóvenes aldeanos; y un tercero fue José, farmacéutico en Viveiro y autor del extenso artículo que a la ciudad del Landro dedica el Diccionario Enciclopédico Espasa.

El cuarto hermano era Emilio, que tuvo alta consideración social y profesional en Buenos Aires. Fue directivo del Centro Gallego, entidad que, en 1926, le autorizó a comercializar entre sus socios, con descuento, el libro de su hermano A Tola de Covas…

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