«Margaride y Bendoiro me evocan/provocan emociones»

Olimpio Pelayo Arca Camba
O. P. Arca LALIN / LA VOZ

ARGENTINA

MARCOS MÍGUEZ

Los padres del actor Eduardo Blanco emigraron a Argentina desde Silleda y Lalín

08 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Siempre es un gusto cada vez que algo me vincula con Galicia», despide Eduardo Blanco (Buenos Aires, 1958) la conversación desde Argentina. La madre del actor emigró desde Silleda y su padre desde Lalín al país austral. 

-¿Qué le evoca escuchar Margaride y Bendoiro?

-Emociones, emociones ... La tierra de mis padres; de mi padre, de mis abuelos que ya no están, la gente que falta; historias de la construcción de mi persona en un punto. Porque yo soy primera generación tanto por la familia de mi padre de Bendoiro y de mi madre de Costela, de San Fiz [de Margaride] nacido en Argentina. El primero de ambas familias nacido aquí, donde mis padres se conocieron, en el club de Lalín, Silleda y Agolada, pese a vivir tan cerca allí. Me evoca todo eso, una abuela materna que solo conocí por los cuentos de mi madre, y que cuando estuve por primera vez en Galicia, en la pequeña iglesia de Costela donde está enterrada al igual que otra gente de mi familia, no me preguntes por qué, no pude evitar la congoja, el llanto, como si la hubiera conocido. Así que digo, más allá de cualquier reflexión intelectual que pueda hacer, que esos nombres me evocan/provocan emociones.

-¿Cuándo fue esa primera visita?

-En la década de los 90, aún no se había dado ninguna película en que yo haya participado en España. Fui un viaje personal, que hice solo. Dormí en el último domicilio de mi madre en San Fiz ?donde tengo algún vínculo familiar con el pintor Colmeiro?, conocí los lugares donde habían vivido mis padres, donde estaba enterrada mi abuela ... Cuando fue mi hermana también tuvo una movilización interna importante, lo que puede pasar a todo el mundo que es inmigrante, que vive las historias y las añoranzas de su familia y cuando puede volver al reencuentro de todas esas historias contadas, de pronto te moviliza. En los 2000 [2007] fue muy emocionante para mí un homenaje en Lalín y Silleda, por el conocimiento que tuvieron de mí por las películas.

-Una vuelta al punto de partida.

-Yo tengo la sensación de que mi abuelo paterno, pese a la cantidad de años que vivió acá, nunca se pudo ir de Galicia. Trato de imaginar a un hombre de unos 45 años, con su mujer y cuatro hijos en un barco sin saber dónde terminas yendo, debe haber sido difícil de afrontar. Y está el carácter. Mi abuela era tan positiva, tan de aceptar las cosas como vienen que era una maravilla, nunca le escuché una queja. Mi abuelo, todo lo contrario. Yo creo que nunca se pudo ir de Galicia porque a lo mejor nunca hubiera elegido irse de Galicia. La vida, qué te voy a andar contando.

-¿Mantiene el contacto con su familia de aquí?.

-Mi madre vive, con 89 años, pero otras primas hermanas de ella que yo he conocido ahí han muerto. Sigo con vínculos con alguna gente de las nuevas generaciones, pero la verdad en San Fiz y Bendoiro ya no me queda familia, se han ido repartiendo, por Vigo, A Coruña, Madrid, Barcelona, Buenos Aires ... qué sé yo.

-Ya en el ámbito profesional, ¿qué proyectos tiene?.

-(Risas) Es una pregunta un poco particular en estos momentos, porque para darte una idea en Argentina todavía los cines no abrieron desde marzo del año pasado. Yo tenía una película para abril del 2020, una coproducción argentina con los vascos, y el pasado marzo se suspendió para septiembre. Se filma tanto allá como acá, en un par de provincias, complicado porque son grupos de gente moviéndose por varios lados. Cuando se pasó a septiembre yo dije ‘uhhhh’, y todavía no la hicimos. ¿Qué quiero decir? Tengo fecha ahora para este año para esta película postergada, pero la tomo más como una expresión de deseos que como algo cierto. Parece que las vacunas iban a salvar este 2021 y está habiendo dificultades con la producción y distribución en el mundo. Así que tengo proyectos de un par de películas, también de teatro ... Pero lo tomo así, como tomaba las cosas de la vida mi abuela, como venían. En ese sentido yo siento que era muy sabia, a diferencia de mi abuelo que se peleaba con ellas. Yo me podría pelear con la pandemia, con cómo modificó mi vida y la de los habitantes de este mundo, pero qué sentido tiene. Esperando la vacuna, que se pueda vencer este virus y entonces volver a la vida normal.