Pillado, un viveirense que combatió la tiranía de Rosas en Argentina y aportó a la cultura

MARTÍN FERNÁNDEZ

ARGENTINA

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Fue hecho prisionero en la batalla de Chascomús, fue a la cárcel en Buenos Aires y huyó a Montevideo

11 nov 2019 . Actualizado a las 15:45 h.

En Virrey del Reino, localidad de La Matanza próxima a Buenos Aires, existe la evidencia de que nunca se acaba lo que acaba: se queda a vivir en la memoria. La calle Antonio Pillado, de 2.779 metros de largo, es vecina de la de Juan Manuel de Rosas, el caudillo que tiranizó Argentina a mediados del siglo XIX. Pillado, oriundo de Viveiro, dedicó gran parte de su vida a combatir a Rosas, sufrió cárcel y exilio por ello y sin embargo hoy sus calles se entrelazan, como abrazando un rencor que diría el tango. El viveirense fue comerciante, político y escritor. Y tuvo un hijo, José Antonio, que ocupa lugar de honor en el Archivo General de la Nación por la valiosa documentación que donó y que es inexcusable fuente y referencia de la historia argentina.

Antonio Pillado (1809-1879) era hijo del viveirense José Pillado, según constata Alberto Vilanova en su Gallegos en la Argentina. Era comerciante, como su padre, pero las circunstancias y su sentido cívico hicieron que consumiera media vida luchando contra Rosas, el dictador que gobernó Argentina a sangre y fuego, de modo arbitrario y despótico, entre 1835 y 1852.

Pillado fue hecho prisionero en la batalla de Chascomús y encarcelado en Buenos Aires. Pero huyó a Montevideo tras ser perseguido por una partida rosista que dio muerte a dos de sus compañeros. Allí fundó La Gaceta del Comercio y El Conservador, fue comisario y jefe interino de policía y no olvidó su compromiso en la lucha para derrocar al dictador argentino. Fue el responsable de proporcionar y transportar armas a quienes lo combatían. Y arriesgó su vida muchas veces a bordo de un buque mercante, como contrabandista en la frontera o en sus incursiones al territorio hostil. Su trabajo fue fundamental para la campaña militar que terminó en la batalla de Caseros con la derrota y la huida de Rosas a Inglaterra.

Le cambió la vida

Ahí comenzó una nueva vida para Antonio Pillado. Fue nombrado Jefe de la Policía y secretario tesorero de la Municipalidad de Buenos Aires y administrador del Asilo de Mendigos de La Recoleta. Fundó el Club del Progreso, el Instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata y la Asociación de Amigos de la Historia Natural. Y escribió un exitoso Diccionario de Buenos Aires y otras obras sobre su tiempo.

En 1904, Pillado ya era considerado un héroe nacional. Y, desde entonces, una calle lleva su nombre en Virrey del Reino justo al lado de la de su odiado Rosas, el sátrapa del que José Manuel Estrada dijo que «tiranizó por tiranizar, por deleite, por vocación». Un Rosas al que el Estado Argentino sometió a un proceso criminal, resuelto en 1956, en el que se le calificaba de «reo de lesa patria, por la tiranía sangrienta que ejerció sobre el pueblo y por haber traicionado la independencia de su patria».

Gerente del ferrocarril, director de la biblioteca de Buenos Aires, notable erudito y prolífico autor

Antonio Pillado se casó con Guillermina Manuela Díaz y tuvo seis hijos: José Antonio, Ricardo, Emilio, Eugenia, Roberto y Jorge. El mayor, José Antonio (1845-1914) fue un distinguido literato e historiador que heredó de su padre muchas de sus aptitudes e inquietudes culturales que pudo compatibilizar con su profesión de funcionario del Museo Histórico-Nacional, Gerente del Ferrocarril Central Entrerriano y director de la Biblioteca Popular de Buenos Aires.

Dirigió la Revista Nacional y El Arlequín y publicó numerosos trabajos y libros. Entre estos, destacan el Diccionario biográfico argentino, en colaboración con Juan José Biedma; obras literarias como El junco y la onda, Penélope, La senda del deber, Viva Lavalle o Historia de la medicina en el Río de la Plata; y la que, sin duda, es su publicación más conocida y elogiada: Buenos Aires colonial, edificios de la Municipalidad de Buenos Aires.

Pero, tal vez, la gran importancia del nieto del viveirense José Pillado radicó en la donación que hizo de su archivo y de sus fondos bibliográficos y documentales al Archivo General de la Nación y que hoy pueden consultarse en el departamento de Biblioteca y Difusión (Biblioteca Biedma y Pillado) pues constituyen aportaciones fundamentales para el estudio y el conocimiento de la historia de la nación.

Son 600 documentos y libros agotados, folletos, cartas, informes, memorias, discursos y otras manifestaciones que abarcan una prolongada etapa de la historia de la nación. Piezas que echan luz sobre episodios y hechos claves en la historia argentina.

Escribió la biografía del abuelo de Borges que se dejó matar

José Antonio Pillado, el hijo de Antonio, escribió en 1875 la primera biografía del coronel Francisco Borges, cuya vida y cuya muerte tanto marcaron a su nieto, el escritor argentino Jorge Luis Borges. Su abuelo militar se dirigió a caballo ?desarmado, con un poncho blanco visible como diana- hacia los enemigos para que lo mataran.

La historia comenzara años antes. Durante la última etapa del gobierno de Sarmiento y habiendo sido ya elegido nuevo presidente Avellaneda, el general Mitre encabezó una revolución contra él con la excusa de que cometiera fraude. El coronel Borges puso como condición que el levantamiento se produjera cuando Sarmiento ?de quien era amigo- dejara el cargo. Pero la asunción por parte de éste de medidas tendentes a evitar el alzamiento provocó que éste se adelantara. Entonces, el coronel Borges entregó las tropas a su mando ?como ordenara Sarmiento- y se sumó a la revolución.

Esa caballerosa actitud hizo que se quedara solo en medio de la plaza… Para el gobierno era un rebelde y los revolucionarios lo miraban con desconfianza. Así que le dieron una tropa mínima y sin experiencia. Y durante la batalla de La Verde, con el ejército de Mitre destrozado y la batalla perdida, cargó sólo, separándose de sus soldados, contra los enemigos a lomos de su caballo y con un poncho blanco bien visible. Se dejó matar por la incomprensión de los dos bandos...

Su nieto, el genial Borges, quedó marcado por los hechos y le dedicó varios poemas. El titulado Alusión a la muerte del Coronel Borges dice así: «Lo dejo en el caballo, en esa hora/ crepuscular en que buscó la muerte/ que de todas las horas de su suerte/ ésta perdure, amarga y vencedora./ Avanza por el campo la blancura/ del caballo y del poncho. La paciente/ muerte acecha en los rifles. Tristemente/ Francisco Borges va por la llanura./ Esto que lo cercaba, la metralla,/ esto que ve, la pampa desmedida,/ es lo que vio y oyó toda la vida./ Está en lo cotidiano, en la batalla./ Alto lo dejo en su épico universo/ y casi no tocado por el verso…».

martinfvizoso@gmail.com FOTOS: Archivo Martín Fdez.