«Trabajando con gallegos en un barco alemán me planteé saber de dónde venía»

Olga Suárez Chamorro
Olga Suárez REDACCIÓN / LA VOZ

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El argentino Osvaldo Mohíño culminó en el 2016, visitando Touro, un proceso de tres lustros bascando sus raíces al otro lado del Atlántico

06 sep 2019 . Actualizado a las 10:58 h.

«Mi caso fue dar la vuelta a la historia de 120 años gracias a Internet y a buenos amigos». Pero el mérito fue, sobre todo, suyo, de Osvaldo Mohíño, un argentino inquieto que pronto cumplirá los 68 años y que no se cansó hasta descubrir la historia de su familia. Durante más de 15 años removió cielo y tierra para dar con familiares y para descubrir que, no solo su abuelos maternos eran gallegos (del concello de Touro, emigraron para Argentina en 1920), sino que también lo eran los descendientes de su padre: dos hermanos apellidados Mohiño se trasladaron en 1850 de Portomarín a Andalucía y, de allí, a Pontevedra. 

El culmen de la búsqueda de sus raíces fue el resultado de un prueba de ADN que se hizo para participar en un estudio de National Geographic, aquel que determinó que Galicia presentaba un minifundismo genético único en el mundo. El 93 % del ADN de Osvaldo Mohiño es gallego.

«Mis abuelos maternos se conocieron en Buenos Aires, pero sus aldeas en Galicia (Basede y Santirso de Cornado) estaban muy cerca». Cuenta que ellos se conocieron en las reuniones que se hacían entre emigrantes. Nunca regresaron a Galicia, pero su nieto recuerda con cariño las fiestas en casa de sus abuelos, «que construyeron ellos mismos en un terreno de la capital». Lo que comprobó años más tarde, al visitar Touro, fue que aquella vivienda que seguía en la memoria de su infancia era una réplica de la que visitó en Galicia: «En aquel momento vinieron a la memoria todas las historias que me contaba mi tío Manuel, de los inviernos en Galicia, los zuecos, los juegos de cartas al lado de la lareira...».

Osvaldo cita con especial cariño a aquel pariente, Manuel Suárez Otero, superviviente de la batalla de Annual, en 1921, que también emigró a Argentina y cuyos recuerdos fueron claves para que él lograra encajar su puzle familiar.

El caso de los Mohíño es más curioso todavía. Él sabía que la familia paterna procedía de Andalucía. «Mi padre me contaba que su papá, Eduardo Fernando Mohíño, había nacido en la Línea y que su abuela era sevillana». Buscando a través de Facebook, contactó con todas las personas con su mismo apellido. No eran muchos.  «Tanto insistí que una de ellas me prometió preguntar a su padre por el origen familiar». Y fue quien le confirmó a través de una carta que en 1850 dos hermanos Mohíño oriundos de Portomarín se trasladaron a Andalucía con sus esposas en busca de trabajo. «Uno de ellos era mi abuelo». La familia se dividió y una parte se trasladó a Buenos Aires. «Ahora, los Mohíño nos hemos vuelto a poner en contacto, incluso mi hija quedó en Nueva York con su prima, que vive en Barcelona».

«Mis abuelos maternos se conocieron en Buenos Aires, aunque sus aldeas en Galicia estaban muy cerca»

La vida de Osvaldo Mohíño es un viaje de idas y venidas, desde los 19 años que emigró a Estados Unidos. Pasó después tiempo en Europa y el norte de África. Pero no fue hasta finales de los setenta cuando sintió la necesidad de rastrear en sus raíces. «Trabajaba entonces en un barco alemán, pero con tripulación gallega y fue en aquel viaje, con gente maravillosa, en el que por primera vez me planteé conocer de dónde venía». Tenía algo clave, que eran las partidas de nacimiento de sus abuelos, aunque desconocía si quedaban parientes en Galicia. Gracias a Internet, fue conectando con gente que le ayudó: «El primero, Carlos Cea Fuentes, estaba a 100 kilómetros de Basebe pero cogió su coche y me envió fotos de la aldea».

Poco a poco fue contactando y, aunque la gente mayor había fallecido, aún quedaban recuerdos y testimonios que confirmaban todos los datos que su abuela le había contado, «entre ellos lo del viejo oficio de fogueteiros, que tanto me llamaba la atención». Nunca pensó en tirar la toalla, sobre todo porque todos sus familiares en Argentina seguían con curiosidad el proceso. Y, llegado a ese punto, solo quedaba verlo con sus propios ojos: en el año 2016 viajó hasta Touro a conocer en persona sus raíces, esas que había logrado encadenar a lo largo de años a través de Internet.

Pero además, el cierre a esta búsqueda vino de la mano de National Geographic: «Mi hija se enteró de que estaban haciendo un estudio y me propuso participar». Fue ella quien tomó la muestra y la llevó a Nueva York, donde reside. Después de unos dos meses, el resultado demostraba lo que él ya había descubierto: 1,4 % neardental, «como todos los europeos»; 5 % de Asia menor, «cuna de la agricultura»; y 93% gallego. «Coincide con todo lo que yo había estado buscando… Del ayuntamiento de Touro a Portomarín, con un compás, y por escala no hay más de 40 o 60 kilómetros», subraya emocionado.