Un camariñán que no descuidó su tierra

Luis Lamela

ARGENTINA

Leopoldo Miñones Noya emigró a los 18 años a Argentina. Con miedo, pero también con muchas ganas de comerse el mundo

14 mar 2019 . Actualizado a las 11:00 h.

Leopoldo Miñones Noya nació en A Ponte do Porto (Camariñas). Soltero y jornalero, emigró a la edad de 18 años para Argentina. Con miedo, pero también con muchas ganas de comerse el mundo.

Embarcó en A Coruña en el vapor Cap Polonio para arribar a Buenos Aires el 13 de noviembre de 1927, poco tiempo después del hundimiento del famoso buque mercante francés NIL, el 10 de octubre anterior, en aguas de Camariñas, precisamente en la ensenada de Arou, y del que Leopoldo fue testigo.

Tan pronto como arribó a la ciudad porteña se integró en la sociedad ABC del Partido Judicial de Corcubión, y junto con Antonio Díaz Novo, Antón Zapata y Gervasio Paz Lestón idearon y propusieron a la asamblea la creación de una escuela en cada uno de los municipios que componían el Partido Judicial, pero la sublevación militar de Francisco Franco interrumpió su proyecto una vez construidas las de Pasarela-Vimianzo, Nemiña-Muxía, Estorde-Cee y Suarriba-Fisterra.

Unos emigrantes que quisieron poner en valor su tierra para que en el país de destino también les valorase a ellos, construyendo una gran historia al otro lado del Atlántico, que perdura aún hoy en día.

Años después, en 1941, Leopoldo Miñones Noya fue elegido presidente de la Asociación ABC del Partido de Corcubión, y 20 años más tarde de su partida al país austral, volvió a su tierra en viaje de placer cuando tenía 38 años y aún seguía soltero, dedicado al comercio, una de las principales ocupaciones de los gallegos emigrantes.

Viaje de placer

Después de disfrutar de su familia y de sus numerosos amigos en A Ponte do Porte, regresó al país de adopción embarcando en Vigo en el vapor Entre Ríos y arribó a Buenos Aires el 28 de noviembre de 1947. Atrás quedó para siempre el volar y el trinar de los pájaros de su A Ponte do Porto natal...

Los últimos datos disponibles son los de noviembre de 1952, cuando presidía el gobierno argentino Juan Domingo Perón, año en el que aprobó la habilitación para los no videntes de la venta de tabaco en quioscos, con el fin de sustraerlos de la mendicidad callejera, arbitrando que los mayoristas del ramo facilitasen esta labor social, y designando entre otros a Leopoldo Miñones como representante de la Cámara de Grandes Tiendas y Anexos para el seguimiento y cumplimiento de lo aprobado por el legislativo.

Sin duda, Leopoldo Miñones Noya supo labrarse una holgada posición social, económica y empresarial en su país de destino.