
En su primera visita al pueblo natal de Andrea ha querido honrar a su tío abuelo, el nadador Abelardo López Montovio
10 ago 2015 . Actualizado a las 09:00 h.Cuando tenía 17 o 18 años, su abuela materna, Andrea Sampedro Montovio (Cariño, 1903-Argentina, 1996) le dijo que iba a pedirle «una sola cosa en la vida». Volver a Cariño. Pero, cómo regresar si él nunca había pisado este pueblo. «Porque cuando tú mires yo voy a verlo a través de tus ojos». Movido por la energía que durante tantos años le transmitió su abuela, Reinaldo José Enríquez Babio -argentino de 70 años, que se reconoce gallego y ha empezado a tramitar la nacionalidad española-, viajó a mediados de junio a la tierra natal de aquella mujer que escapó del hambre con 15 años. Retornó solo una vez, en 1952, con su marido, Francisco Babio, originario de Cortiñán (Bergondo), que había emigrado en 1911. «Estuvieron cinco meses y a la vuelta tuvieron que renovar el vestuario porque habían engordado 25 kilos», ríe el nieto, que no gana peso ni con los exquisitos platos de Rosendo Quiza López, a quien conoció a través de Internet y que le ha acogido en su casa.
La gimnasia y la natación explican su buena forma. «Vamos a tener otro nadador en la familia», comentó su abuela cuando, de niño, se inició en este deporte, a raíz de un problema de espalda. «Y me trajo un recorte del diario Marca del 17 de marzo de 1956, que hablaba de Abelardo López Montovio, condecorado con la medalla al mérito deportivo en Ferrol». Aquel atleta olímpico era primo hermano de Andrea y ahora, por iniciativa de Reinaldo, da nombre a la piscina municipal de su pueblo natal, como ha acordado la corporación.
Este gallego, socio del Atlético Independiente de Avellaneda desde que nació, por decisión de su abuelo materno, se mueve por Cariño guiado por el amor y los ojos de Andrea. «Contaba que de chica iba a nadar a O Peiral y que en bajamar había una pileta natural... Fui hace unos días y vi la pileta. Volveré el año que viene y tiraré allí sus cenizas», relata, con la misma emoción de cuando vio pasar la Virgen del Carmen. «Mi abuela me dijo: ?Es tan linda que cuando la veas te vas a enamorar de ella?». En su memoria atesora las filloas (trajo la filloeira de Andrea y una vecina le ha sorprendido con este manjar) y las chaolas de aquella mujer que siempre estaba sonriente.