«Fue un privilegio ver la estatua de mi tatarabuelo y saber más sobre su historia»

b. a. FERROL / LA VOZ

AMÉRICA

A la izquierda, Ramón Harvey Plá delante de la estatua de su tatarabuelo, y a la dercha, con su padre, Felipe Plá, bisnieto del marqués de Amboage
A la izquierda, Ramón Harvey Plá delante de la estatua de su tatarabuelo, y a la dercha, con su padre, Felipe Plá, bisnieto del marqués de Amboage

Ramón Harvey Plá, tataranieto del marqués de Amboage, visitó la ciudad natal del filántropo ferrolano y se quedó impresionado con la huella que dejó

27 nov 2021 . Actualizado a las 10:56 h.

Más de seis mil kilómetros separan Trujillo (Puerto Rico) de Ferrol, pero Ramón Harvey Plá —de 41 años, nacido en Colorado— está deseando volver a recorrerlos para mostrar a su mujer y a sus dos hijos gemelos la ciudad natal de su famoso tatarabuelo. Nada más y nada menos que Ramón Plá y Monge, el marqués de Amboage.

Él ha tenido la oportunidad de visitarla por primera vez a principios de esta misma semana, cuando, por carambolas del destino, pudo hacer un paréntesis dentro de un viaje de trabajo a Europa y acercarse hasta Ferrol para conocer la tierra de sus antepasados. Ahora ya está de vuelta en casa, pero desde la distancia cuenta que la visita lo dejó gratamente impresionado. «Fue un honor y un privilegio ver la estatua de mi tatarabuelo y saber más sobre su historia. Además, me alegró mucho saber que su fundación todavía funciona y ayuda a la comunidad», comenta este ingeniero informático nacido en Estados Unidos, pero cuyo hogar está ahora en Puerto Rico.

Ramón Harvey Plá cuenta que no conoció la historia del filántropo ferrolano hasta hace poco más de una década, cuando se reencontró con su padre, Felipe Plá —bisnieto del marqués—, tras toda una vida separados. «Mis padres se divorciaron cuando yo tenía un año y no volví a tener contacto con él hasta el 2009, cuando me contactó a través de Facebook. Ambos vivíamos en Nueva York en ese momento, pero no lo sabíamos», explica.

Hasta su fallecimiento en el 2014 a causa de un cáncer, padre e hijo tuvieron cinco años para recuperar el tiempo perdido y conocerse mejor. Y fue entonces cuando Ramón descubrió la fascinante historia de su tatarabuelo y supo también que su abuelo Ramón, nieto del marqués, había emigrado a Cuba, donde nació su padre. «Lo que más me impresiona de mi tatarabuelo es su espíritu emprendedor y su gran dedicación a Ferrol», dice Ramón con admiración hacia el marqués de Amboage. Asegura que volverá a Ferrol en cuento pueda, y a poder ser «en agosto», para ver los fuegos de San Ramón.