Más de cien tudenses viven en la ciudad alemana de Versmold: «Aquí se come marisco gallego»

Monica Torres
mÓNICA TORRES TUI / LA VOZ

ALEMANIA

La mayoría trabaja en el sector cárnico, pero también han abierto negocios

12 abr 2023 . Actualizado a las 07:26 h.

Tui y Versmold celebran esta semana el décimo aniversario de su hermanamiento oficial. Se selló el 6 de abril del 2013 «como reconocimiento a una amistad de años», según explicaban entonces los alcaldes que formalizaron esta relación, Moisés Rodríguez y el burgomaestre Thorsten Klute. Ambas administraciones comparten actividades como la visita institucional que se edita cada año durante las fiestas de San Telmo o el partido que lleva a la ciudad germana cada junio a los alevines del club de fútbol Tyde.

En Versmold, que tiene 21.300 habitantes, hay a día de hoy más de un centenar de tudenses o descendientes. Lo confirma María Esther Paz Barreiro, presidenta de la asociación de hermanamiento en el municipio alemán. Casi la mitad de la población de esta ciudad en edad laboral trabaja en las empresas cárnicas. Por su gran número de fábricas de salchichas se la conoce como «la mancha de grasa de Alemania». El lema del municipio es Versmold abre el apetito y, aunque el salami es protagonista, hay muchos tudenses que han contribuido a introducir en sus hábitos alimentarios platos de la dieta galaico-mediterránea.

La tienda de especialidades españolas de Jesús Vieites Oliveira y su mujer María Fernández Muñiz, de Paramos, acaba de cumplir 50 años. Es un negocio de referencia en varios kilómetros a la redonda, un veterano que ha conseguido sobrevivir a las grandes superficies.

«En los 70 no había un solo alemán que comprara una lata de mejillones y hoy les encantan», confirma Jesús.

Ambos emigraron en la década de los 60, se conocieron allí e inauguraron la tienda aconsejados por su padre, Alejandro, que ya tenía varias en el norte del país en 1972.

«En los años 70 y 80, el 80 % de la clientela era española y el 20 % alemana. Ahora el porcentaje es al revés porque la colonia ha bajado mucho, pero también porque los lugareños han viajado y les gusta nuestra comida», indica. Los productos gallegos triunfan en Versmold. «Cuando abrimos, lo que más se vendía eran las conservas de pescados. No había chorizo ni jamón porque estaba prohibida la importación», recuerda. El negocio está ahora en manos de su hija Eva, pero Jesús conoce de primera mano el día a día.

«Lo que más gusta es el jamón serrano, el de jabugo, el pulpo y las conservas de mejillón, sardina y atún de Valcárcel, en Bouzas. En primavera y verano también se hacen paellas, llevamos de Galicia el marisco congelado», explica.

Recuerda una simpática anécdota: «Hace unos años, un cliente vino molesto a devolver una lata de calamares porque al abrirla estaban todos negros. Cogí un palillo y me los tomé yo explicándoles que eran en tinta y acabó pidiéndolos siempre así». En estos 59 años calcula que habrá ayudado a más de cien españoles a encontrar trabajo en Versmold, «el 90 % en industrias cárnicas».

Tanto Vieites como Oswaldo Fernández Muñiz, otro vecino de Paramos que se asentó en el lugar hace más de 50 años, destacan la calidad de vida en el país germano. No obstante, pasan parte del año en Galicia con sus esposas ahora que están jubilados. «Allá hay muchas medidas de conciliación. Por cada hijo se reciben 208 euros al mes hasta los 25 años si está estudiando y, si se hace carrera, como mi nieta que estudia Enfermería, al acabar el primer año y medio ya trabaja también y cobra por ello otros 1.000 euros», indica Oswaldo.

Óscar González Alén, también de Paramos, hizo las maletas hace nueve años. Ya conocía el lugar y decidió irse «porque la vida en España era muy difícil y tener un trabajo seguro no era fácil». «No me arrepiento. Abrí un restaurante hace siete años, tengo un trabajo decente y me siento bastante feliz», confirma.

Otro de los vecinos tudenses de Versmold es Adrián González Álvarez, de 36 años y natural de Randufe. «Vine en busca de trabajo y porque me animaron los amigos. Es un lugar muy bonito con cercanía a ciudades grandes y oportunidades», apunta.

Teresa fue a visitar a su hermano en octubre de 1994 y se quedó «porque me gustó mucho la manera de vivir aquí. Vi que todos tenían trabajo y una vida muy estable, así que aquí sigo, aunque procuro ir a Tui un par de veces al año a ver a la familia», apunta.