Sofía Traba, ingeniera de Carballo y de Europa

lorena rey / s. g. CARBALLO / LA VOZ

ALEMANIA

Zaira Pallas

Sofía Traba ha desarrollado una impresionante carrera técnica a pesar de su juventud, pasando por varias universidades y empresas punteras como Airbus

04 sep 2019 . Actualizado a las 09:18 h.

Sofía Traba Méndez (Carballo, 25 años) residente en Aquisgrán (o Aachen), Alemania, es ingeniera de materiales. Así se define, pero es mucho más. Todo empezó al terminar el bachillerato. Su intención era irse a Vigo a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones. Todo cambió meses antes de terminar sus estudios. «Nos vino una chica a presentar una Universidad francesa que escogía a estudiantes de toda Europa para juntar con estudiantes franceses», explicó. Solo escogían a 50 alumnos europeos. «Siendo tan pocos pensaba que no me iban a coger porque tenía buenas notas, pero no matrículas de honor», declaró. Envió la solicitud a pesar de que su cabeza «ya estaba en Vigo». Semanas más tarde la llamaron diciéndole que la habían aceptado en Lyon, Francia. No se lo esperaba, y las primeras reacciones no fueron buenas. «No quería marchar, me convencieron mis padres».

La carballesa se trasladó a Francia en el verano de 2012 para estudiar Ingeniería Química e Ingeniería de Procesos en la INSA de Lyon. No hablaba francés y los primeros meses fueron muy difíciles para la joven. Las clases eran todas en francés y casi todo el mundo lo hablaba. «Fui aprendiendo a raíz de charlar con la gente, en clase, estudiando y leyendo muchos libros», dice. La carrera comprendía dos años comunes de matemáticas, física y química, y luego cada alumno se especializaba en algo en concreto. «Era muy complicado hacer amigos por la barrera lingüística».

Este primer año fue «más bien inmersión». No estaba muy contenta, por lo que continuó con sus estudios en la IUT Lyon 1. De esta manera estuvo dos años haciendo Ingeniería Química y de Procesos. En esta etapa realizó prácticas en la University of West of Scotland. Durante tres meses desarrolló un proceso para obtener biodiésel a partir de algas marinas, y al finalizarlo se graduó.

Posteriormente entró en la Politech Lyon para comenzar un máster en materiales e ingeniería de superficies.

Después de tres años se fue de prácticas de nuevo a Escocia, a la Universidad de Glasgow. Estuvo en el departamento de Química Inorgánica investigando en el desarrollo de un compuesto para hacer baterías sólidas para coches. «Era pura investigación académica pero aprendí mucho porque tuve la oportunidad de hacer yo misma los experimentos», señala. Al finalizar las prácticas, regresó a Francia para terminar el máster y al mismo tiempo se apuntó a un máster en Ingeniería de Materiales para el Transporte, la Energía y la Salud, ofrecido en la Ecole Centrale Lyon. El máster implicaba realizar unas prácticas y una tesis. «La escribí en Hamburgo seis meses antes de graduarme», indica. En estos meses realizó sus últimas prácticas académicas en Airbus, en el departamento de investigación, desarrollando materiales para hacer aviones más ligeros y más resistentes.

Pese a que ya pasaron siete años desde su primer viaje, Sofía sigue echando de menos a sus padres y amigos. «Las relaciones a distancia cambian y pierdes a mucha gente por el camino», dice. Sus padres están contentos y saben que ha sido una buena oportunidad. «Estoy acostumbrada, pero me sigue dando pena cuando me vengo de vacaciones y me tengo que ir», reconoce.

Con una multinacional

Ahora está instalada en Alemania, aprendiendo alemán y trabajando para una multinacional francesa en la investigación y desarrollo de cristales para grandes marcas automovilísticas. Pero no dejará atrás los estudios. En septiembre comenzará a estudiar Ingeniería Informática en la UNED. Su intención es quedarse en Alemania, ya que no ha encontrado ninguna oportunidad que le compense volver a su localidad natal. «Tal y como están las cosas aquí creo que voy a aprovechar un poco más el estar fuera, ya que lo peor está hecho y para volver siempre tengo tiempo», manifiesta.

Sofía Traba vive ahora sola en Alemania. Durante los primeros años sí compartió piso con gente extranjera para intentar aprender francés. «Los fines de semana voy a casa de mi novio alemán», señala.

Sus padres la fueron a visitar hace unos meses a Alemania. «Hicieron dos mil kilómetros coche porque mi padre le tiene pánico al avión», afirma entre risas.