Casada con un senegalés que emigró a España en cayuco, ahora vive y trabaja junto a él en el país africano, donde comandan una oenegé volcada en los jóvenes
20 sep 2021 . Actualizado a las 11:50 h.En Ferrol es Laura, pero en Senegal también tiene otro nombre: Cumba. «Me lo pusieron para que me sintiese arropada. Es solo una de las muchas muestras de la teranga, la famosa hospitalidad de los senegaleses. Allí puedes ir a comer a cualquier casa, porque es seguro que te van a poner un plato de comida en la mesa. Son muy abiertos», explica Laura Feal Sánchez (Ferrol, 1981) frente a un café en el Avenida de la plaza de España.
Ahora está disfrutando de los últimos días de una estancia de dos meses en su tierra natal, pero desde hace ya casi diez años la vida de esta cooperante y periodista ferrolana está en Gandiol, una de las comunidades rurales más grandes de Senegal. Allí trabaja en Hahatay, la oenegé que fundó su marido, Mamadou Dia, después de pasar varios años como emigrante en España y publicar 3.052. Persiguiendo un sueño, su primer libro, en el que narraba la dura travesía que hizo en cayuco desde África hasta las costas de Canarias, y desde allí, hasta Murcia, donde tuvo que reconstruir su vida de la nada.
Su historia de amor bien podría inspirar el guion de una película. Cuando lo conoció, Laura vivía en Senegal, donde trabajaba para la Fundación Habitáfrica, pero en ese momento Mamadou Dia aún residía en España. «Me puse en contacto con él porque quería conseguir su libro, y en un viaje que hizo a Senegal, me lo trajo», explica Laura. Tras ese primer encuentro, llegaron muchos más... Y surgió el flechazo. «De mi marido me enamoró su valentía y su sentido de la justicia. Es una persona muy osada. Un soñador. Cuando tiene un proyecto, no espera, se lanza y hace lo que sea por llevarlo adelante», explica con admiración hacia su pareja, con el que tiene dos niños: Xadi, de seis años, y Gora, de tres.
Sus vidas confluyeron en un momento en el que ambos se cuestionaban los mecanismos de la cooperación institucional y buscaban otras fórmulas para colaborar. Fue así como Mamadou decidió fundar Hahatay, una asociación sin ánimo de lucro que opera a nivel local y sobre el terreno por el desarrollo de Gandiol, su pueblo natal. «Trabajamos en proyectos de salud, educación infantil, construcción sostenible.... Pero nuestro principal objetivo es cambiar el imaginario de los jóvenes, la visión que tienen de Europa y hacerles ver que emigrar no es la única solución a sus problemas, sino que ellos también pueden cambiar la realidad y construir el futuro en su propio país», explica Laura. «Pero eso no quiere decir que estemos en contra de la emigración. Igual que yo he podido asentarme en Senegal y tener una vida allí, ellos también tienen el derecho de viajar a otros países, pero no a cualquier precio ni poniendo en riesgo sus vidas», expone.
Comunicación y cultura
Da envidia (sana) escuchar a Laura hablar de su trabajo en Gandiol. Una chispa se enciende en sus ojos cuando explica la fórmula que han encontrado en Hahatay para cambiar esa imagen desdibujada que tienen los jóvenes senegaleses sobre la emigración a Europa. «Lo hacemos a través de la cultura y la comunicación y por eso contamos con una radio, una productora audiovisual, un centro cultural que tiene aula de cine, una compañía de teatro y una biblioteca revolucionaria», explica la ferrolana, al tiempo que apunta que la mayoría de los proyectos se financian con fondos procedentes de la cooperación vasca.
Licenciada en Xornalismo por la Universidade de Santiago, Laura no ha abandonado su vocación. Escribe para medios nacionales, y desde Hahatay, tiende la mano a los periodistas extranjeros que visitan el país proporcionándoles «fixers» nativos que les ayudan en la realización de sus reportajes. «Cuando estudiaba la carrera ya soñaba son ser reportera en el extranjero. Al final la vida me llevó al mundo de la cooperación, pero de alguna manera he conseguido cumplir aquel sueño», reflexiona.
Y aunque ama África, no se olvida de sus raíces. «Me encanta volver a Ferrol para estar con la familia y los amigos y disfrutar del paisaje. Senegal es muy seco y todo tiene un tono marrón. Echo de menos la explosión del verde de Galicia y sus acantilados».