«En mi barco tengo tres compañeros gallegos que también se han casado aquí»
AFRICA
Solo consta un gallego en el censo de residentes españoles en Madagascar, pero la realidad es bien distinta. Lo asegura Carlos Urgal, quien además no es nuevo en la isla africana. Allí desembarcó por primera vez en la década de 1980, y allí sigue, casi cuarenta años después, trabajando para la atunera vasca Albacora. Hace dos años se casó con una mujer de Antsiranana, así que la historia de este emigrante de Gondomar está ya unida a la de uno de los destinos más exóticos en los que hay emigrantes.
Y no está solo. El Consulado de España en la isla tiene constancia de un centenar de españoles presentes de forma permanente. «Sabemos que en Diego Suárez (actual Antsiranana) hay muchos marinos que pasan temporadas largas en la zona, vascos y gallegos en su mayoría». Uno de ellos es Carlos, quien, aunque pasa períodos en alta mar, tiene allí su casa. «Siempre venimos a descargar aquí, y hace tres años conocí a mi actual mujer». Aunque pasan tiempo navegando, en estos momentos se encuentran en tierra, trabajando en tareas de mantenimiento. «En mi barco tengo tres compañeros gallegos que también se han casado aquí», comenta. Pero explica que muchos no terminan de formalizar los papeles, lo que justifica la falta de datos oficiales. Él está tramitando el visado de su mujer para que pueda obtener la nacionalidad española.
Su régimen laboral consiste en cuatro meses de trabajo y cuatro de vacaciones, en los que aprovecha para viajar a Galicia para visitar a su madre y a sus dos hijas, fruto de un anterior matrimonio. Ahora también es más fácil salvar las distancias que hace años: «Antes solo podíamos hablar una vez a la semana, y ahora podemos llamar todos los días». De su nueva tierra destaca la amabilidad de la gente y la belleza de los paisajes, aunque reconoce que también se ve mucha pobreza: «Las carreteras no están muy bien, y hay muchas chabolas». En cualquier caso, no duda de que su destino seguirá entre Galicia y Madagascar.