Los españoles que hacen ciencia en Sudáfrica

La Voz NEREA GONZÁLEZ | EFE

AFRICA

Ana Moyano lleva cuatro años en Sudáfrica
Ana Moyano lleva cuatro años en Sudáfrica Africa Health Research Institute | EFE

Medio centenar de investigadores se unen para formar ACE Sudáfrica, la primera filial de la asociación Raicex en el continente africano

23 ene 2020 . Actualizado a las 12:23 h.

Aunque no sea el destino más obvio del mundo para mudarse a hacer ciencia, más de medio centenar de investigadores españoles han encontrado en Sudáfrica oportunidades punteras que no surgían en casa, en ramas que van de la astronomía a la reproducción de leones o la medicina.

Son mayoritariamente investigadores jóvenes, de entre 25 y 40 años, que llegaron a Sudáfrica -a veces casi por casualidad- para hacer doctorados o estancias posdoctorales. «No fue algo planeado. Pensaba irme a Alemania y acabé en Sudáfrica», explica Ana Moyano, una estudiante de doctorado de 28 años que lleva cuatro en Durban (este) investigando sobre la prevención del contagio por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y sobre los factores que favorecen el control natural de la infección en ausencia de tratamiento. Como ella, en Sudáfrica hay geólogos españoles, pediatras, politólogas, biólogos, arqueólogas, veterinarias y otros muchos tipos distintos de investigadores emigrados.

A finales de 2019, con apoyo de la Embajada de España, medio centenar de ellos se unieron oficialmente para formar la primera filial de la asociación Raicex (Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior) que se creaba en África, bautizada ACE Sudáfrica.

No son probablemente todos los investigadores españoles que viven en Sudáfrica -y son solo una fracción muy pequeña de los entre 15.000 y 20.000 científicos españoles que se estima que viven en el extranjero-, pero asociarse era un primer paso para combatir el aislamiento y visibilizar su trabajo en la distancia.

Paralelamente, también es una forma de dar a conocer las oportunidades ocultas que ofrece esta nación austral, lastradas muchas veces por los prejuicios con los que Europa mira a África y muy desconocidas, en el caso de España, por los escasos lazos históricos que comparten las dos naciones.

Más valorados que en España

En Sudáfrica, la nación más desarrollada del continente africano y hogar de un puñado de universidades muy bien posicionadas en los ranking internacionales, estos investigadores españoles han encontrado contratos más largos y mejor pagados que los que podrían haber conseguido en España y un sistema en el que, según cuentan, se ven más valorados.

«En mi caso, no es tanto por el salario, que también, sino la posibilidad de tener tu propio grupo de investigación, tus propios colaboradores, organizar congresos, viajar...También liderar proyectos que en otras plantillas más envejecidas estarían encabezados por personas con cerca de 60 años», explica Álvaro de la Cruz-Dombriz, un cosmólogo de 40 años natural de Aranjuez (Madrid).

Actualmente trabaja en la Universidad de Ciudad del Cabo (suroeste), donde los cielos oscuros y australes de Sudáfrica le ofrecen una de las mejores materias primas del mundo para su disciplina.

Es también el presidente de la recién nacida ACE Sudáfrica y trabaja en el proyecto internacional SKA (Square Kilometre Array, al que también se unió recientemente España), el mayor radiotelescopio jamás creado por el hombre.

Con esa herramienta, situada en los desiertos de Sudáfrica, se están tomando imágenes del universo como nunca se habían logrado, que ayudarán, por ejemplo, a explicar la naturaleza de la materia oscura o profundizar en las teorías gravitacionales. Pero no es el único de esta comunidad de expatriados españoles con un trabajo «fuera de lo común».

Cuando el pasado noviembre Sudáfrica se proclamó campeona del mundo de rugby, Jan-Lukas Menzel, vasco de padre alemán y madre zaragozana, estaba en un barco sudafricano en aguas de la Antártida. La actividad se paralizó a bordo del buque para que todo el mundo pudiera ver la final y luego, por supuesto, hubo un clásico «braai» (barbacoa) de celebración en cubierta, sin importar la nieve o el frío.

Menzel, especializado en biología marina, estaba allí porque trabaja con los flujos de metales que se congelan en invierno y que en primavera se derriten y se liberan en las aguas alrededor de la Antártida. Así, el fitoplancton, clave en la captura del CO2 de la atmósfera, tiene acceso a nutrientes que de otra manera no le llegarían.

«Si no hay producción de hielo en invierno y luego derretimiento, no hay ese mecanismo con los metales. Es un gran problema que viene pasando en el Ártico en los últimos treinta años, la cantidad de hielo ha disminuido gradualmente. Pero en los últimos tres ó cuatro años en la Antártida también ha habido una pérdida de hielo igual a los últimos treinta años en el Ártico», explica este investigador.

No menos curioso es el trabajo de Isabel Callealta, una veterinaria que acaba de completar su doctorado en la Universidad de Pretoria. Gracias a su trabajo, a finales de 2018 nacieron en Sudáfrica Víctor e Isa, los primeros cachorros de león del mundo concebidos por inseminación artificial. «Aquí los investigadores están muy bien valorados, se promociona mucho la investigación. Incluso mientras estás en la carrera te animan a unirte a grupos de trabajo y a pasar temporadas con investigadores para que la gente sepa qué es lo que hacemos», comenta esta especialista en reproducción animal centrada en ayudar a la conservación de los grandes felinos salvajes.

Quieren volver, pero España supondría un paso atrás

A pesar de las oportunidades profesionales y de la aventura personal que supone pasar una temporada en el extremo sur de África, la mayoría piensa en regresar a casa como una meta ideal. ¿Los motivos? Normalmente la lejanía de la familia o la gran calidad de vida que ofrece España, sumado también a los desafíos propios que plantea la vida en Sudáfrica (por ejemplo, la inseguridad o los constantes cortes de luz). Sin embargo, apenas ven en la España actual verdaderas opciones para continuar su carrera.

«Sinceramente, y me da un poco de pena, a día de hoy creo que es muy complicado que los científicos españoles que estamos trabajando fuera queramos volver si comparamos las condiciones laborales que tenemos en otros sitios y las que nos íbamos a encontrar en España», expresa Callealta. «Creo que van a hacer falta unos cuantos años antes de que podamos volver», coincide Ana Moyano desde Durban. «Llevamos años fuera con contratos más largos, con contratos que nos dan más dinero, el dinero que nos merecemos para trabajar, y volver a España es volver con un contrato temporal, muchas veces para hacer ciencia que luego no puedes hacer porque no tienes dinero para llevar a cabo tus proyectos...Básicamente es dar un paso atrás», lamenta la especialista en VIH. Así que, por el momento, Sudáfrica -y no España- se seguirá beneficiando del talento de estos jóvenes investigadores.