«Probé con Médicos sin Fronteras y me enamoré; al final creo que soy de África»

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

AFRICA

Ruth Conde trabaja ahora en la creación de una unidad de pediatría en Guinea Bissau.
Ruth Conde trabaja ahora en la creación de una unidad de pediatría en Guinea Bissau.

Tras cuatro años en el Tercer Mundo, su perspectiva cambió: «Estoy enganchada»

30 mar 2016 . Actualizado a las 11:09 h.

En Teo tiene a sus padres, su hermana, un sobrino e incluso pareja. Pero aunque los echa de menos, sabe que cuando acabe el trabajo que realiza en la actualidad en Guinea Bissau, volverá a África. «Me enamoré; al final creo que soy de África». Lo afirma con conocimiento de causa, ya que en los últimos cuatro años estuvo en cuatro países, primero como voluntaria y después con Médicos sin Fronteras. Pero el contacto con las verdaderas necesidades, con la malnutrición, con la mortalidad infantil le cambió el chip. No piensa en un futuro con una vida convencional. «No tengo planes de casarme ni de nada de eso establecido; esto te da otra perspectiva, tengo la suerte de poder elegir lo que quiero hacer y lo hago». A la pregunta de qué tal lo lleva su novio, Ruth Conde responde que bien. «Ya me conoció con esta tara», dice bromeando.

Su currículo es intenso y ella lo cuenta con pasión. Todo empezó cuando, trabajando ya de enfermera en Santiago, tuvo oportunidad de colaborar como voluntaria con la organización Nayanagar, con la que estuvo tres meses en la India, en el año 2009. «Si trabajas en sanidad siempre te ronda por la cabeza, tengo compañeros que se arrepienten de no haberlo hecho».

No fue su peor destino. Allí estuvo en un colegio ofreciendo atención sanitaria para los niños e informando sobre salud. Había necesidades, pero nada que ver con su siguiente cometido, en Níger. «Ya fui trabajando con Médicos sin Fronteras. Fui en el 2012 y pasé cinco meses. La experiencia fue muy dura. La malaria, la desnutrición infantil y un índice de mortalidad en los niños que triplicaba la media».

Pero allí fue donde se enganchó. «Las tres primeras semanas fueron impactantes, cuando ves que se mueren de diez a quince niños cada día... Pero aprendes a ver el otro lado, porque dábamos noventa o cien altas diarias de niños que llegaban muy malitos y se iban sanos. Ahí fue cuando me enamoré hasta el tuétano».

Ruth ya no pudo parar. Al regresar de Níger volvió a la India. «Después de haber conocido la desnutrición en Níger, Médicos sin Fronteras me dio la oportunidad de ver la otra cara en la India. En Níger es algo cíclico, se da todos los años porque el precio de los productos que se cosechan sube muchísimo y la gente no lo puede pagar, aunque luego también hay la desnutrición crónica, la de los niños con la barriguita hinchada que vemos en la tele. En la India era algo distinto, un problema de alimentación de los niños que dejaban la lactancia materna y no se adaptaban a la comida normal, también por falta de recursos».

De allí, a Colombia, siete meses en una Gestora de Asistencia Sanitaria, clínicas móviles con las que atendían a la población que vivía en zonas controladas por las FARC. «Había muchos problemas de acceso por el conflicto armado, pero nosotros entrábamos con el permiso de las guerrillas, no nos hacían nada».

Pero quería volver a África y lo consiguió. Tras dos meses en la República Centroafricana, su actual destino está en Guinea Bissau, en la puesta en marcha de un proyecto de pediatría. Los resultados fueron casi inmediatos: «Cuando llegamos había una mortalidad del 73 % y en solo un mes la hemos reducido casi a la mitad», dice entusiasmada. «Estaremos un par de meses más».

Está encantada en Médicos sin Fronteras. «Una organización muy seria que se sufraga con el dinero de los socios, y Galicia es de las regiones que más colaboran».

Sabe que volverá, y lo sabe porque «me flipa llegar al hospital y que las madres me llamen por mi nombre; das mucho, pero recibes mucho más. Y eso que yo no soy valiente, soy una llorona, pero todo esto vale la pena».

Ruth Conde. Enfermera de Teo, trabajó en la India, Níger, Colombia, República Centroafricana y Guinea Bissau, donde está en la actualidad.

Medicina tradicional. Valora el calor humano, el contacto con la gente y la medicina «a la antigua usanza» que se aplica por necesidad: «El paciente huele a... tiene cara de...»