Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger: «La verdad, me siento más respetado en Marruecos que en la Península»

Alfonso Andrade Lago
alfonso andrade REDACCIÓN / LA VOZ

AFRICA

PACO RODRÍGUEZ

Afirma que el yihadismo ofrece una idea destructiva y falsa del islam

10 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El desconocimiento lleva a identificar islam y yihadismo, lamenta Santiago Agrelo Martínez (Rianxo, 1942). El arzobispo de Tánger ofreció una charla en el colegio Franciscanos, de A Coruña, titulada Iglesia: una buena noticia para los pobres. Fue organizada por la parroquia de San Francisco y el grupo Boanoite y versó «sobre la necesidad de una mirada compasiva hacia los demás, sin prejuicios».

-Hablando de prejuicios, ¿cree que existe una simplificación en nuestra sociedad que equipara musulmán a terrorista?

-Así es, y es lamentable. He protestado -y no me importa decir esto aunque sea para publicar- por programas de alguna cadena de la Iglesia manifiestamente antimusulmanes, islamófobos de principio a fin. Y eso no es aceptable.

-¿Por qué tal simplificación?

-Por un fuerte desconocimiento, doloroso y penoso. Si viviese aquí y no conociese la realidad de Marruecos, es posible que pensase igual. Pero cuando tratas a las personas, se te caen la mayoría de los prejuicios. Hay gente normalísima y acogedora. Y la verdad, me siento más respetado en Marruecos que en la Península. Andar con el hábito aquí empieza a ser llamativo, y en Tánger me saludan personas que ni conozco.

-¿Qué opina de las detenciones yihadistas en Cataluña?

-El yihadismo es un peligro, sobre todo para el mundo musulmán porque ofrece una idea destructiva del islam, y no es así. Pero hay cosas de esas detenciones que me desconciertan. En política está todo como está y no me fío. Temo la manipulación, que se fomenten miedos sociales que no deberían existir.

-Le leo una frase suya: «El hambre no se contagia, pero mata a millones de personas sin que en la OMS suenen alarmas».

-Y nosotros, los que no padecemos hambre, somos responsables. La ignoramos, porque lo contrario significa renunciar a parte de nuestro exceso.

-Otra más: «El peligro para Europa no es el islam, son los europeos, que han perdido la alegría de serlo».

-Por intereses económicos nos hemos convertido en una sociedad que cree tener multitud de derechos pero olvida las necesidades de la Humanidad.

-¿Cree, como el papa, que nunca han estado tan perseguidos los cristianos como hoy?

-Es evidente. En determinados ambientes musulmanes, pero también en Europa. Aquí no te abofetean ni te matan, pero hay miradas que son peores que una bofetada. Esto es bueno para la Iglesia, nos obliga a ser coherentes con el mandato de amar incluso al que no te ama.

-¿Cambiaría algo en Ceuta y Melilla si los políticos se acercasen a ver el salto de las vallas?

-Más bien, a ver campamentos como los del Gurugú. Lo natural es preguntar a los emigrantes por qué vienen. Si no hablamos con ellos... He visto jóvenes aterrorizados, acurrucados en el suelo y sin voz por sufrimientos que no son capaces ni de describir. Este es un problema humanitario. Impermeabilizar las fronteras no es una solución.