Un documental de la época recoge la acción de los bomberos portugueses tratando de salvar a más de 200 pasajeros
12 feb 2024 . Actualizado a las 08:53 h.Fue un naufragio dramático, como todos, pero con el agravante de que la operación de salvamento duró dos días interminables en unas condiciones heroicas. Parte de esa acción fue filmada por un documentalista portugués y se puede ver en el canal Youtube. El barco se llamaba Veronese, hacía la ruta Liverpool-América del Sur y pertenecía a la compañía británica Lamport y Holt. El 15 de enero de 1913, el vapor realizó una escala en Vigo para recoger 120 pasajeros, en su mayor parte emigrantes gallegos, asturianos y castellanos. Partió de la ría ya con la noche caída y entrando una borrasca importante, que el capitán, Charles Turner, no supo ver hasta que ya estaba cerca de Oporto. Cuando vio el alcance real de la situación, trató de alcanzar el puerto de Leixões, pero unos bajos, a algo más de doscientos metros de la costa, se lo impidieron y el barco embarrancó. A partir de ahí empieza el drama.
Los avisos de auxilio fueron recibidos por dos vapores que estaban cerca debido a que se dirigían a Vigo, pero nada pudieron hacer debido al mal estado de la mar y a la proximidad de los bajos.
La ayuda llegó por tierra. A la playa más cercana al navío se acercaron los bomberos voluntarios de varias localidades próximas, como Matosinhos y Oporto. Descartada la opción de aproximarse con botes, los bomberos trataron de tender un cable desde la orilla hasta el barco. Con un lanzacabos realizaron numerosos intentos hasta que a media tarde lograron alcanzar el Veronese. A través de una canastilla, pretendían evacuar, uno a uno a las cerca de doscientas personas que viajaban en el vapor británico.
A las siete de la tarde, cuando ya empezaba a oscurecer, llegó el primer pasajero a tierra, una joven de 15 años. Tuvo suerte, porque entre los primeros evacuados, se produjeron varios fallecimientos. Una de las personas que no llegó a la playa fue un bebé, que cayó al mar de los brazos de su madre. La cesta estaba a ras de agua, lo que provocaba una situación realmente peligrosa y que provocaba temor entre los rescatados. Un paisano propuso la utilización de dos puntales para evitar, por lo menos en el tramo final, que la cesta se sumergiese en el agua.
Dos días de angustia
Las tareas de salvamento se prolongaron durante dos días de angustia y solo se pudieron acelerar el día 18 cuando fue posible acercarse al barco desde otras embarcaciones. Durante todo ese tiempo, las personas que permanecieron a bordo estuvieron mojadas y sin comida ni bebida. Una vez que se concluyó el rescate, las personas que pudieron acceder al barco, comprobaron que los equipajes de primera clase había sido abiertos, lo que dio que pensar, en un primer momento, que alguien los había desvalijado. De hecho, hubo denuncias por parte de algunos pasajeros de primera clase. Sin embargo, esa posibilidad fue descartada después y se le dio la explicación de que los pasajeros y tripulantes que esperaban para salir buscaron ropas secas y comida y bebida entre los equipajes.
El capitán y dos oficiales fueron los últimos en abandonar el barco. Antes de ellos, habían sido salvadas 191 personas, pero fallecieron 39. Cerca de diez personas eran viguesas, entre pasajeros y tripulantes de la embarcación. La población portuguesa se volcó en el auxilio a los náufragos que fueron rescatados, facilitándoles ropas secas y alimento. El alcalde de Vigo expresó su gratitud al gobernador de Oporto expresándole por los auxilios prestados á los náufragos, por las autoridades de aquella ciudad y por su vecindario.
También el presidente de la Cruz Roja telegrafió a su colega de Oporto felicitándole y elogiando el heroísmo y abnegación con que la asociación portuguesa contribuyó de modo eficacísimo a los salvamentos realizados.
Lo más curioso del caso es que muchos de los supervivientes fueron embarcados en otro vapor de la misma compañía para proseguir su viaje cara a la emigración en distintos puntos de América del Sur.