De hacer pulseritas con los «hippies» en la calle Real de Ferrol a fundar una marca que arrasa en Francia y EE.UU.

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

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Concha Díaz del Río, retratada en el cuartel general de CXC en Madrid
Concha Díaz del Río, retratada en el cuartel general de CXC en Madrid

La diseñadora Concha Díaz del Río es la directora creativa de CXC, una firma de joyas que conquista nuevos mercados y encandila a la reina Letizia

11 sep 2023 . Actualizado a las 20:14 h.

Siempre fue una niña muy curiosa y creativa. Y ya en la adolescencia, ese afán la llevó a interesarse por la artesanía y el diseño. «Con los hippies de la calle Real ya hacía pulseritas y cuando nos mudamos a Madrid empecé a fabricar bolsos y cinturones en la cocina de mi casa con tiras de cuero que compraba en el mercadillo del Rastro», rememora Concha Díaz del Río, ferrolana de la cosecha del 63. Hoy aquella niña curiosa y siempre inquieta se ha convertido en una empresaria y diseñadora de joyas de reconocido prestigio, con un currículo que quita el hipo —fue fundadora y directora creativa de las marcas Acherón, Uno de 50 y Nº3— y un presente en el que sigue cosechando éxitos y conquistando nuevos mercados de la mano de su nuevo proyecto: CXC.

«Estoy muy ilusionada porque, después de siete años, seguimos creciendo. Próximamente abriremos dos nuevos espacios en el Corte Inglés de la calle Preciados de Madrid y de Pozuelo y dentro de pocos meses inauguraremos un tiendón en Puerto Rico», comenta entusiasmado al otro lado del teléfono desde el cuartel general de CXC en Madrid, adonde se mudó cuando tenía 14 años. «Mi padre era marino y, cuando lo destinaron y nos marchamos a Madrid yo me cogí un disgusto tremendo porque tenía a todas mis amistades en Ferrol. De todas formas, pese a la distancia, no he perdido los lazos, porque tengo ahí a parte de mi familia y voy siempre que puedo. Este verano estuve ahí veinte días», apunta con cariño hacia su tierra natal, donde sus padres, Soledad Albarrán y Joaquín Díaz del Río Jáudenes, eran muy queridos.

Pero volvamos al presente y a CXC, la marca que puso en marcha esta ferrolana en el año 2017 y que actualmente cuenta con tiendas propias en Madrid y Donosti y cuyas piezas se venden en establecimientos de Europa, América y Asia. «En España nos va muy bien, pero donde más vendemos es en Francia, Estados Unidos y Suiza», explica Concha, que en CXC ejerce como directora creativa, mientras que la dirección ejecutiva está en manos de otra ferrolana, Natalia Pubul. La marca se encuentra en un pleno crecimiento y entre sus fans se encuentran clientas incondicionales como la reina Letizia, que ya ha lucido sus joyas en varios actos públicos.  

Al preguntarle por el secreto de su éxito, no lo duda ni un momento y asegura que el gran valor de CXC es el diseño, la calidad y la fabricación artesanal, que unidos dan como resultado piezas «elegantes, atemporales y que nunca pasan de moda». «Es un estilo clásico, pero reinterpretado por mí y que a veces tiene toques de inspiración hípica o marinera», detalla Concha.

Sus joyas combinan distintos materiales, como el latón, con baños de oro y plata. Y el curtido es natural y teñido a mano para conferirle ese aire «premium» de exclusividad. Pero el sello personal de Concha no solo está en las piezas que diseña, sino en todo lo que atañe a la imagen de marca CXC: «Me gusta dejar mi huella en todo, desde la decoración de las tiendas hasta el packaging».

Confiesa que es un «culo inquieto» y no puede parar, a pesar de las dificultades con las que se ha ido topando a lo largo del camino, como cuando el síndrome de Guillain-Barré la llevó a una silla de ruedas y la dejó fuera de combate durante un año justo antes de fundar CXC. «Fue muy duro, pero poco a poco me recuperé y encontré las fuerzas necesarias para reinventarme y poner en marcha CXC», rememora.

Pero, si hay algo que caracteriza a Concha, es su enorme y permanente necesidad de crear. Sus manos están acostumbradas a diseñar joyas únicas y de fuerte personalidad, pero confiesa que también disfruta como una enana levantando una valla en la finca que tiene su hermana en la parroquia ferrolana de Serantes o «fabricándole un perchero con cuatro cosas para que cuelgue los abrigos», como hizo este verano. La creatividad, en la cabeza y las manos de Concha, no tiene límites.