Mujeres, migrantes

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

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María Pedreda

18 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegado el «uso de razón», uno fue conociendo retazos de la emigración. Un tío que emigraba a Brasil, una boda por poderes, Fina que marchaba a Venezuela, Manolo a Brasil primero y luego a Perú de patrón de pesca. Él, de la chaira luguesa. Quizá Manuel, médico, a Sudáfrica. Ya en los sesenta, Obdulia, recién casada, a Baracaldo, o Pedro y su mujer a Alemania. Fueron tiempos en España de charnegos y maquetos, también del Pozo del tío Raimundo. Éramos nosotros. Por eso, cuando en tiempos recientes se habla de las migraciones y los emigrantes como problema a muchos nos sorprende. Porque se guardan en la memoria tiempos de idas y venidas que fueron haciendo y deshaciendo el país. Tal y como desde la historia analiza Ofelia Rey Castelao en su ensayo El vuelo corto. Mujeres y migraciones en la Edad Moderna, donde es posible introducirse en el complejo mundo de la movilidad de las mujeres, sus causas y consecuencias, sobre todo en el siglo XVIII, que permite conocer el papel de las mujeres y su movilidad y sus relaciones con la familia, la economía, el trabajo, la legislación e incluso sus motivaciones emocionales o su alfabetización. Un ensayo que ayuda a comprender movilidades posteriores, también de la mujer, e incluso aquellas de hoy en día. Por más que estas tengan más que ver con nosotros como país de inmigrantes.

Pero si su memoria o vivencia no les alcanza para saber cómo se vive o se padece el trabajo en la emigración y sus desarraigos, tienen a su mano, aún reciente, el libro de Xesús Fraga Virtudes (e misterios), donde la emigración de las mujeres y su vida, lejanía y proximidades nos lleva a saber de la antepenúltima movilidad de las mujeres en el país de nosotros, sus trabajos y emociones para emancipar a la familia. Subrayo antepenúltima porque aún hoy, del casi millón y medio de emigrantes que tiene España, la mayoría —cerca del 54 %— son mujeres que siguen el patrón de emigración de los años sesenta, con Francia, Alemania y el Reino Unido como países de destino de más del 40 % de ellas.

Por más que ahora, y sobre todo desde finales de los noventa, España sea país de inmigrantes, casi siete millones imposibles de ignorar, de los que el 52 % son mujeres. Y van a más, porque solo en los últimos cinco años llegaron, según el INE, medio millón de mujeres. Un colectivo que actualmente contribuye ya con su 7 % a la fuerza laboral del país, al que hay que sumar aquellas mujeres con doble nacionalidad, bien por origen o por tiempo de permanencia. Si bien la discriminación y sesgos en sus condiciones de trabajo reproducen y mantienen patrones semejantes a los de las mujeres gallegas o españolas migrantes en los años sesenta y setenta, quizá también las de ahora, a Europa o América. Con añadidos de xenofobia, racismo o discriminación religiosa. Mujeres con los mismos afanes de emancipación familiar, empeñadas en cambiar los mundos. El propio y el nuestro.