El Parlamento pide la derogación del sistema de voto rogado para facilitar más el voto emigrante

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

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PP y PSOE, dispuestos a revisar el modelo aprobado en el 2011

05 dic 2018 . Actualizado a las 10:14 h.

Para que un gallego residente en Argentina o Venezuela pueda ejercer el derecho al voto en unas elecciones autonómicas, generales o europeas tiene que dirigirse al consulado más cercano y pedirlo, tras comprobar que está inscrito en el censo exterior, el CERA. Es lo que se llama rogar el voto. A partir de ahí, la Junta Electoral Central le remite desde España toda la documentación electoral, utilizando el servicio local de correos, pero, a veces, la correspondencia no llega o lo hace fuera de plazo. Esta es una de las razones argüidas ayer por la diputada Raquel Arias (PP) para demandar en el Parlamento la derogación del sistema de voto rogado con el fin de facilitar más el voto emigrante, «combinando todas as posibilidades de participación electoral» que estén al alcance. La iniciativa se vota hoy. En Marea y BNG ya se pronunciaron en contra, pero el PSOE, que tiene la llave para facilitar la reforma en Madrid, está dispuesto a apoyarla.

El sistema de voto rogado se implantó en el 2011, todavía con Rodríguez Zapatero en la Moncloa, mediante una reforma de la ley electoral respaldada entonces por casi todos los partidos que vino precedida de un amplio debate que lideró desde Galicia para evitar las constantes irregularidades que rodeaban al voto exterior. Antes de la reforma, bastaba con figurar en el censo para que cualquier residente en el extranjero recibiera en su domicilio, de oficio, la documentación para votar. Y podía ejercer ese derecho a través de terceras personas, lo que provocaba que incluso votaran algunas personas ya fallecidas que seguía figurando como electores en el CERA.

 «Carga burocrática»

La reforma del 2011, aparte de abolir el voto exterior para las elecciones municipales, introdujo el voto rogado, de tal forma que solo ejerce este derecho quien lo solicita previamente al organismo correspondiente. El ruego actúa como una prueba de vida del elector. Aunque Raquel Arias se quejó ayer de que «votar se converte nunha verdadeira carreira de obstáculos». «É un sistema cunha enorme carga burocrática», añadió.

Y lo cierto es que el voto rogado provocó un desplome en la participación, como se pudo comprobar en las autonómicas gallegas. En las del 2009, las últimas celebradas con el voto de oficio, participaron casi el 31 % de los gallegos inscritos en el CERA; en las del 2016, con voto rogado, la participación cayó al 3,5 %.

La iniciativa del PP que se aprobará hoy se limita a pedir que se modifique «con carácter de urxencia» la ley electoral para eliminar la prerrogativa de la solicitud del voto. No alude a cómo sería el nuevo modelo, aunque Raquel Arias sugirió la instalación de urnas en consulados y sedes del Institutos Cervantes u otros organismos oficiales, combinados con otros métodos como el voto por correo.

Desde el PSdeG, Juan Villoslada defendió una enmienda al texto del PP para apoyarlo, pero remitiendo el acuerdo al Congreso, no al Gobierno. Y defendió que había que derogar el sistema de voto rogado para facilitar la participación, pero «substituíndo as garantías actuais por outras garantías», señaló.

Los demás grupos se desmarcaron de la petición. «Antes medio cemiterio da Chacarita votaba nas eleccións», denunció Olalla Rodil (BNG), que insistió en que no se pueden suprimir las garantías de transparencia en el voto aprobadas en el 2011. Similares críticas se escucharon por boca de Carmen Santos (En Marea), que dijo que el «viraxe» del PP solo estaba motivado por su interés electoral.

En todo caso, estas objeciones no frenarán el acuerdo parlamentario que PP y PSOE escenificaron ayer en sus intervenciones.